La escolaridad femenina avanzó en todo el mundo, y en muchos países las niñas y las jóvenes estudian más y mejor que los varones hace décadas. Pero eso está lejos de traducirse en equidad en el trabajo, la política y las relaciones sociales.
En Brasil, por ejemplo, eran mujeres 53,3 por ciento de quienes ingresaron a la universidad en 2007. Esa proporción superó casi siempre el 55 por ciento en los últimos 15 años. Y la participación aumenta en más de cinco puntos porcentuales entre quienes concluyen cada curso, lo que confirma que ellas son mejor estudiantes.
Las mujeres son mayoría en todos los niveles de enseñanza y su escolaridad supera en más de un año a la masculina. Pero sus salarios son 30 por ciento inferiores a los de los varones en igual función y ellas ocupan solo 56 de los 594 escaños del Congreso legislativo.
En Filipinas, donde hace mucho las mujeres alfabetizadas son más que los hombres, 17,8 por ciento de ellas se gradúan en la universidad, contra 8,2 por ciento de los hombres, según la Comisión Nacional sobre el Papel de la Mujer.
Pero las filipinas se concentran en carreras como educación y salud, y quedan fuera de las ingenierías y derecho, áreas dominadas en más de 80 por ciento por varones.
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También en Sudáfrica ellas son mayoría en las universidades, aunque no en carreras de tradición masculina, como ingeniería. Y tampoco ocupan posteriormente muchos puestos de dirección.
En Chile, otra vez las mujeres superan a los hombres en educación, según el gubernamental Índice de Inequidad Territorial de Género 2009, que considera el analfabetismo, años de escolaridad y cobertura neta de enseñanza básica y media.
Sin embargo, las chilenas pierden en participación laboral, con 42 por ciento, y su nivel salarial es 30 por ciento inferior a sus colegas varones.
«La educación sola no hace milagros», pues cambiar valores es más complejo y «mientras no haya guarderías para todas las familias, no ocurrirán cambios estructurales en la participación femenina en el mercado de trabajo», evaluó Fulvia Rosemberg, investigadora de la Fundación Carlos Chagas, al brindar una mirada mundial sobre la desigualdad de oportunidades entre los géneros.
Brasil vale como ejemplo. Solo 18 por ciento de los infantes de cero a tres años frecuentan guarderías, destacó a TerraViva. Además, en general las escuelas solo acogen medio día a los escolares, imponiendo triple jornada de trabajo a las mujeres y privándolas de «condiciones comparables» a las de los hombres, sostuvo la también profesora de la Universidad Católica de São Paulo.
A eso se suma la misma enseñanza. El currículo, los libros y la forma de educar reproducen prejuicios que devalúan el papel femenino, lo arrinconan al hogar, a trabajos y carreras poco valorizadas, acotó. En la universidad la mayoría de las mujeres van a ciencias humanas y los hombres a exactas y tecnológicas.
La escolaridad femenina progresó rápidamente, pero los cambios culturales son lentos y los institucionales más lentos aún, observó Moema Viezzer, socióloga que fundó hace 29 años la Red de Educación Popular entre Mujeres de América Latina y el Caribe, cuya campaña por una educación no sexista se realiza cada 21 de junio.
Se necesitaron décadas de lucha del movimiento feminista antes de la admisión de mujeres en el gobierno y la Suprema Corte brasileña. La VI Conferencia Mundial sobre la Mujer, en 1995 en Beijing, representó «un salto cualitativo», al impulsar políticas públicas, con el Estado asumiendo programas antes limitados a organizaciones no gubernamentales, señaló Viezzer.
Desde este lunes y el 12 de marzo se realiza en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York la conferencia de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, para evaluar el cumplimiento de los compromisos adquiridos hace 15 años. El acceso de las mujeres a todos los niveles educativos fue una de las 12 prioridades asumidas en la Plataforma de Acción de Beijing.
Además de una enseñanza con un enfoque de género adecuado, se necesitan muchas acciones afirmativas y una educación popular para la equidad de género, defendió Viezzer.
La mejor escolaridad femenina se impone donde cuenta el esfuerzo personal y la capacidad, pero no cuando entran en juego relaciones, negociaciones, el ascenso por recomendaciones de jefes, advirtió Schuma Schumacher, coordinadora de la no gubernamental Red de Desarrollo Humano de Brasil.
UN CUADRO PEOR EN ÁFRICA
En el plano mundial, el porcentaje de niñas sin escolarización bajó de 58 a 54 por ciento entre 1999 y 2007, según el Informe de Seguimiento de la Educación Para Todos en el Mundo 2010. Es decir, el acceso femenino a la enseñanza primaria sigue por debajo del masculino.
En África Subsahariana, había 89 niñas por cada cien niños en la escuela primaria en 2006, de acuerdo al Informe de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La situación es peor en secundaria, donde las adolescentes bajan a 80 por cada cien. En el conjunto de la enseñanza, ellas constituyen 55 por ciento de las excluidas.
La realidad subsahariana, de mucha pobreza, hambre, guerras y epidemias de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), traba la escolarización y fomenta la deserción escolar, especialmente de niñas, observó la sudafricana Muleya Mwananyanda, coordinadora de la Semana de Acción de la Campaña Mundial por la Educación.
Se estima que 12 millones de niñas nunca ingresarán a la escuela, contra siete millones de varones. Las actitudes están cambiando lentamente en esa parte del mundo. Aún se ve «con sospecha la educación femenina, sobre todo en las comunidades donde el modelo patriarcal corre riesgo de desbaratarse», comentó Mwananyanda.
Pero hay razones para el optimismo, si se tiene en cuenta el efecto multiplicador. «Una mujer me lo dijo de este modo educar a una niña es educar a la aldea entera, pues las mujeres escolarizadas enviarán a sus hijas a estudiar», matizó.
Diecisiete de los 41 países subsaharianos estudiados en el informe de Educación Para Todos alcanzaron la igualdad de niñas y niños en la escuela primaria.
EXCEPCIONES
Esa región africana va a contracorriente de la tendencia mundial. En América Latina y el Caribe había 107 niñas por cien niños en la secundaria en 2006, mientras en Asia oriental y en el sudeste asiático la proporción era de 101 y 102 por cada cien, respectivamente, superando incluso la paridad existente en las regiones del Norte industrial.
Sin embargo, en el segundo mayor país latinoamericano, México, han perdido empuje las políticas educativas con perspectiva de género, impulsadas desde Beijing.
Un avance en matrícula y asistencia escolar produjo «una equiparación de matrícula hombres-mujeres» y atención a los temas de educación profesional, posgrados y eliminación de estereotipos, señaló a TerraViva Clara Jusidman, presidenta de la no gubernamental Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social.
Pero desde 2000, cuando llegó al poder el conservador Partido Acción Nacional, primero con Vicente Fox y desde 2006 con Felipe Calderón, la educación retomó los viejos valores y estereotipos en los roles de hombres y mujeres.
Aún en pleno siglo XXI a «hay estados mexicanos gobernados por conservadores que no permiten libros de texto con información» sobre educación sexual y derechos reproductivos, apuntó Jusidman.
* Con aportes de Nastasya Tay (Johannesburgo), Kara Santos (Manila), Emilio Godoy (México) y Daniela Estrada (Santiago).