Dos años después de que la crisis económica la obligara a abandonar la escuela, Nurul Kumala, de 20 años, ha vuelto a clases. A clases móviles, para ser más precisos.
"Quiero mejorar mi vida y la vida de mis padres", dijo Kumala con lágrimas en los ojos cuando se le pregunta por qué asiste a clases para niños de la calle en Bintaro, en Yakarta del sur.
Más de 60 estudiantes asisten a las Clases Móviles de Bintaro, una iniciativa que ofrece enseñanza en cuatro lugares, además de libros de estudio y de lectura, equipos para experimentos científicos y otros materiales educativos.
También hay Clases Móviles en Senen (Yakarta central), Manggarai (Yakarta del sur) y Bantar Gebang (Bekasi, Java occidental). En cada lugar hay clases dos veces a la semana. Las Clases Móviles de Bintaro se dictan todos los martes y jueves.
Desde 2008, la Comisión Nacional para la Protección de la Infancia (Komnas Anak), en colaboración con la Fundación Mutiara Indonesia, ofrece clases móviles pensadas para niños que viven en la calle y para estudiantes que han abandonado la escuela.
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"Ofrecemos las clases para que los niños que viven en la calle puedan asistir a la escuela en cualquier lugar, en cualquier momento y con cualquier maestro. Es una especie de escolarización en el hogar", explicó Seto Mulyadi, activista por los derechos de la infancia y presidente de Komnas Anak.
La mitad de los estudiantes de Bintaro han abandonado la escuela primaria, la secundaria básica o la secundaria superior y se dedican a vender diarios, agua embotellada, bocadillos artesanales y cigarrillos, o hacen teatro callejero para ganarse la vida. El resto procede de familias pobres que no pueden sustentar la educación formal de sus hijos.
Kumala, la mayor de cuatro hermanos, explica que ella y otros cuatro estudiantes que habían abandonado la escuela secundaria superior se anotaron en las clases móviles para poder dar los exámenes nacionales en marzo y posiblemente inscribirse en una universidad más adelante este año.
"Las clases son lindas. Aprendo mucho aquí. Los profesores también son muy afectuosos y puedo hacer nuevos amigos", afirma.
Los niños y los jóvenes sufrieron la peor parte de la crisis económica de 2008 y 2009, según la Komnas Anak.
Cerca de 2,5 millones de los 26,3 millones de niños y adolescentes de 7 a 15 años de edad no tuvieron acceso a la educación obligatoria en 2009, mientras que 1,87 millones de los 12,89 millones de adolescentes de 13 a 15 años no tuvieron ningún tipo de educación.
Muchos de los que abandonaron la educación terminaron en la calle como vendedores ambulantes, aumentando la cantidad de población infantil que vive en esa situación de 36.000 en 1997 a unos 233.000 en 2010, según el Ministerio de Asuntos Sociales.
"La crisis ha agravado la pobreza y las violaciones a los derechos de la infancia, por ejemplo el derecho a la educación y a los servicios de salud", lamentó Mulyadi.
La Komnas Anak recibió 1.998 denuncias de violencia contra niños en 2009, frente a 1.736 en 2008. Al menos 62,7 por ciento de esos casos eran de violencia sexual, y el resto eran de violencia física y psicológica.
"Paradójicamente, estos casos tuvieron lugar principalmente en la familia, en la escuela, en otras instituciones educativas y en el entorno social de los niños", señaló la Comisión en su informe de 2009.
Además, en el mismo año la Comisión registró 1.258 casos de adolescentes que cometieron delitos relacionados como violaciones, venta de drogas, apuestas ilegales y ataques físicos. "Casi 90 por ciento de esos menores terminaron condenados y en prisión, y el resto fueron entregados al Ministerio de Asuntos Sociales o a sus padres", dice el informe.
En 2009, la Comisión recibió denuncias de 836 casos de trata de menores, frente a 507 el año anterior.
Según Mulyadi, la respuesta del gobierno a la situación de la infancia ha sido marginal si se la compara con la respuesta a la crisis financiera y económica de 1997-1998.
"El gobierno no ha hecho lo suficiente para proteger los derechos de los niños y adolescentes", afirmó el activista, y añadió que las autoridades tienden a verlos como fuente de problemas y no como víctimas de la falta de atención de sus necesidades.
Harry Hikmat, director del servicio social de la infancia del Ministerio de Asuntos Sociales, no tiene duda de que la crisis ha golpeado duramente a la infancia y la juventud de Indonesia.
"La Agencia Central de Estadísticas todavía no ha publicado la cantidad de niños abandonados en 2009, pero se estima que la cifra aumentó siete por ciento con respecto a los 5,4 millones de casos registrados en 2006", dijo a IPS.
En 2008, el Ministerio de Asuntos Sociales puso en marcha el Programa de Transferencia Social para atender a niñas y niños que precisan protección especial, como las víctimas de la explotación, la violencia, la trata infantil y la negligencia, así como de los niños en situaciones de emergencia.
En cuanto a los programas de alivio de la pobreza, "se concentran en la generación de ingresos y el crecimiento económico, pero no en recursos humanos, por ejemplo para enseñar a las familias pobres a gastar los ingresos adicionales en la educación de sus hijos", señaló Hikmat.
Para los maestros y profesores de las clases móviles, motivar a niñas, niños y adolescentes a asistir a clases regularmente es uno de los mayores desafíos.
"La mayoría de los niños de la calle que vienen a clase ya tienen sus propios ingresos y no aprecian realmente la importancia de la educación", explicó Otty Wikrama, un maestro voluntario de las Clases Móviles de Bintaro.
"Sin embargo, nosotros estamos resueltos a poner fin al ciclo de la ignorancia con nuestros limitados recursos", sentenció.
*Este artículo fue producido por IPS Asia-Pacífico en el marco de una serie sobre el impacto de la crisis económica mundial en los niños y jóvenes, en asociación con la Oficina Regional de UNICEF para Asia Oriental y el Pacífico.