Cada mañana, la ugandesa Pepe Julian Onziema se despierta sin saber si vivirá para volver a ver el sol. Es transgénero y vive temiendo por su vida, a causa de una campaña nacional contra las personas homosexuales en su país.
Aunque ella no ha hecho nada malo, vive como una fugitiva, siempre alerta para evitar problemas.
Pasa sus días con miedo, y apenas oscurece se encierra en su apartamento de Ntinda, un suburbio de Kampala donde vive con su pareja.
Onziema es una conocida activista y coordinadora de programas nacionales de Minorías Sexuales Uganda, red de organizaciones que defienden los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros. Por este motivo ha aparecido varias veces en programas de televisión. Pero esto no ha hecho su vida más fácil.
Como les ocurre a otras personas de estas comunidades en su país, Onziema ha sido arrestada, escupida, atacada, insultada e incluso apedreada por sus vecinos.
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No puede sentarse tranquilamente en un restaurante por temor a que la reconozcan y la hagan salir del lugar, y ni siquiera puede usar el transporte público. Algunos tabloides la han listado entre los miembros de la "sociedad inmoral" de Uganda. Y cuando se comete un delito contra ella, no puede reportarlo a la policía porque en su país las relaciones sexuales entre dos personas del mismo género son ilegales, y porque la discriminarían.
"Como homosexuales vivimos en un mundo loco. Realmente estamos sufriendo", dijo Onziema.
En los últimos meses, una campaña contra lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros ha intensificado la discriminación.
La campaña es dirigida por un sector del Poder Legislativo y por líderes religiosos. El año pasado, el principal clérigo musulmán de Uganda, jeque Ramathan Shaban Mubajje, exigió que las personas de estas comunidades fueran rodeadas y exiliadas en una isla del lago Victoria hasta que murieran.
El pastor pentecostal Martin Sempa, de la Iglesia de la Comunidad Makerere, lidera una coalición de iglesias cristianas contra la homosexualidad. También organiza regularmente manifestaciones y campañas contra lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros en programas de radio y televisión.
En 2008, el tabloide The Red Pepper listó a presuntos homosexuales ugandeses en un intento por "avergonzarlos", y el periódico The Observer publicó un artículo sobre "Cómo reconocer a un gay ugandés".
A consecuencia, presuntos integrantes de la comunidad homosexual fueron desalojados por señores de la tierra, y a algunos les incendiaron sus casas. Algunas lesbianas fueron violadas por hombres que argumentaron que les estaban enseñando "cómo ser una mujer". Pero cuando se cometen estos delitos, muchos no los reportan. Como Onziema, las víctimas temen que la policía los arreste y detenga por ser gays.
"Cuando amanece rezo para que no haya personas gays en problemas. Ni siquiera puedo dormir adecuadamente. No puedo apagar mi teléfono porque alguien puede necesitar ayuda. Una puede salvar una vida", dijo.
TRAUMA
Como activista, Onziema ha sido detenida por la policía por lo menos cuatro veces. Luego de uno de los arrestos, la policía no pudo identificar fácilmente su género, así que le practicó un examen físico forzado.
"En cierto punto, dos mujeres policías ingresaron a mi habitación, mientras que un hombre se paró junto a la ventana. Me pidieron que me desvistiera. Como yo dudaba, una de las mujeres decidió quitarme mis calzones y tocó mis partes privadas", relató.
Fue una experiencia traumática que ocurrió luego de que Onziema fue detenida por protestar pacíficamente en una reunión internacional sobre el VIH/sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), realizada en junio de 2008 en Kampala. Los manifestantes estaban en contra de declaraciones formuladas por el director de la Comisión de Sida de Uganda, Kihumuro Apuuli, en cuanto a que no se destinarían fondos a programas de lucha contra el VIH dirigidos a hombres que tenían sexo con otros hombres.
DOBLE ESTIGMA
Aunque se considera que los hombres que tienen sexo con hombres son población con alto riesgo de contraer y transmitir el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), no hay programas deliberados que los incluyan en la respuesta nacional contra el sida.
"Yo trabajaba como asesora en temas de VIH y me despidieron porque ayudaba a parejas del mismo sexo", dijo Onziema.
Muchas personas homosexuales también temen someterse a análisis de VIH e incluso asesorarse, debido al doble estigma que implica pertenecer a una minoría sexual y ser VIH positivo.
EL PROYECTO
El sexo entre dos personas del mismo género es un delito castigable con cadena perpetua en el país, según disposiciones del Código Penal y la Constitución de 1995.
En abril de 2009, el ministro de Ética e Integridad, Nsaba Buturo, declaró que las leyes actuales eran insuficientes para combatir la homosexualidad, que describió como "inmoral y poco africana".
Poco después, el legislador David Bahati presentó en el parlamento un proyecto de Ley Anti-Homosexual que "aspira a fortalecer la capacidad de las naciones de abordar amenazas emergentes, internas y externas, a la tradicional familia heterosexual".
De aprobarse esa iniciativa, ser lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros será un delito. El proyecto también penaliza los matrimonios homosexuales.
Pero lo más controvertido es la sentencia de muerte impuesta por el delito de "homosexualidad agravada", en que un homosexual VIH positivo mantiene relaciones sexuales con alguien menor de 18 años o poseedor de alguna discapacidad. Si alguien es atrapado manteniendo reiteradamente sexo no heterosexual, se lo clasificará como delincuente serial y también se lo condenará a muerte.
Buturo acusó a organizaciones internacionales de derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional de apoyar las relaciones homosexuales financiando a entidades de promoción de lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros en Uganda.
Ahora el proyecto penaliza a toda organización no gubernamental que apoye las actividades de esas comunidades, incluyendo una disposición que revoca sus licencias.
No sólo los homosexuales y las organizaciones de derechos humanos del país se oponen fuertemente al proyecto. También lo hacen líderes políticos y entidades internacionales.
El presidente Yoweri Kaguta Museveni siempre criticó abiertamente la homosexualidad. Incluso apoyó fuertemente la iniciativa en sus discursos.
Sin embargo, en una reunión el 13 de enero con los miembros de su partido Movimiento por la Resistencia Democrática, Museveni dijo que no respaldará un proyecto de ley que impone la sentencia de muerte por el delito de "homosexualidad agravada".