CINE-ISRAEL: «Ajami» rumbo al Oscar

Nominada a los premios Oscar de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood como Mejor Película Extranjera, la israelí «Ajami» llama la atención de manera trágica y realista sobre el conflicto de judíos y árabes, hurgando también en las complejas relaciones entre los propios palestinos.

A raíz de una confusión de identidad, un muchacho que arregla un automóvil en las calles de Ajami, un barrio árabe de la occidental ciudad israelí de Yafo, es asesinado a tiros desde otro vehículo. Así comienza el filme.

Pronto, la historia, que transcurre en un contexto de pobreza severa, delito y desintegración social, evoluciona hasta convertirse en un poderoso relato de sufrimiento, venganza y supervivencia.

Dirigida por el judío Yaron Shani y el palestino Scandar Copti, "Ajami" muestra el peor escenario de unas vidas vividas en circunstancias trágicas, reflejando los muchos conflictos que dominan las existencias de judíos y árabes dentro de Israel y Palestina.

Montando distintas recreaciones del episodio final, los relatos de los protagonistas son examinados una y otra vez, creando un panorama cada vez más poderoso y caótico sobre la sombría realidad de Yafo.
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Esta ciudad portuaria israelí, integrada a la metrópolis Tel Aviv y ubicada también sobre el mar Mediterráneo, fue otrora un importante centro de población palestina.

En el corazón de la misma, Ajami es un barrio venido a menos y, todavía, predominantemente árabe. Allí, la ley y el orden a menudo son menos importantes que las estructuras familiares.

El filme cuenta la historia de Omar, un joven inocente que se convierte en el blanco de una contienda de estilo vengativo entre un clan beduino procedente del desértico sur del país y su propia y modesta familia.

El adinerado jefe de Omar, el líder del vecindario Abu-Elias (palestino cristiano y, a la vez, israelí), accede a proteger a la familia. De este modo, intercede ante el clan beduino a cambio de una enorme paga. Eso ata a Omar de por vida. Desesperado por conseguir el dinero que le permita saldar su deuda, se ve envuelto en la venta de drogas.

Malek, un obrero palestino de Cisjordania, trabaja ilegalmente en Israel con Omar, y está en deuda con el mismo empresario inescrupuloso que él. Malek también está desesperado por dinero, ya que necesita pagarle una operación a su madre. Luego hay un policía judío cuyo hermano soldado ha sido secuestrado y asesinado por combatientes palestinos, y también está la historia de amor, aparentemente imposible, entre la hija del empresario cristiano y el musulmán que se convierte en vendedor de drogas.

Entonces, un judío que vive en Ajami muere apuñalado durante lo que comenzó como una pelea con sus vecinos árabes por unas cabras ruidosas.

En la vida real, en los últimos años Ajami se ha convertido en un importante imán para los magnates de los bienes raíces. Toda Yafo se ha aburguesado: cada vez más israelíes judíos llegan allí atraídos por la perspectiva de mudarse a un área "exótica" con vista al mar.

Todas estas tensiones socioeconómicas y culturales subyacen al poderoso drama humano de la película, fuerte candidata al premio más prestigioso de la industria cinematográfica.

Sin embargo, "Ajami" no es un filme habitual sobre el conflicto. No se trata de un panfleto visual, con personajes estereotipados y manidos diálogos en busca de un simbolismo obvio.

Lo que vuelve a "Ajami" tan inusual es que va elaborando el complejo e implacable tejido social de una minoría árabe que enfrenta una serie de conflictos sobre el lugar que ocupa en la sociedad israelí. Y, al mismo tiempo, se enreda en las complejidades del conflicto más amplio con sus hermanos palestinos en los territorios ocupados y más allá.

De este modo, la película se vuelve un relato no sólo sobre árabes e israelíes, sino también sobre musulmanes y cristianos y beduinos. Y también sobre los ricos que dominan a los pobres.

Los protagonistas no juegan un rol en los conflictos preponderantes en la región. Luchan por su propia supervivencia. Pero, en última instancia, son afectados por la incapacidad de los políticos a la hora de solucionar esa crisis más amplia.

Quienes actúan en "Ajami" no son actores profesionales, sino personajes de la vida real. Se trata de árabes que realmente viven en ese barrio, y de policías judíos cuyo trabajo consiste, como en la película, en patrullar las calles de Yafo. Incluso el juez beduino se interpreta a sí mismo.

Un año de talleres de actuación les ayudaron a prepararse para tres semanas de rodaje.

"Ajami" es también, en gran medida, una película realizada sin un guión estricto. Los diálogos son los de los propios actores. Ellos "nunca supieron qué ocurriría al final de una escena", explicó Scandar Copti, el codirector árabe.

Eso sume al espectador en la poderosa experiencia de ingresar en la realidad íntima y cruda de este barrio difícil.

"Ajami" demuestra que la realidad de la vida cotidiana se revela solamente cuando es alterada por alguien de afuera. Y en la película, ese alguien está en todas partes y en todas las personas, como si el día a día de la región le ordenara a la gente juzgar a los demás en términos de "nosotros" contra "ellos".

Yaron Shani, el codirector judío del filme, señaló que "la gente vive en burbujas, ignorando a los otros. Cada parte tiene su narrativa, sus sueños. Ellos ven al otro como una amenaza a esos sueños. Pero si uno ingresa en la burbuja del otro, ve sus sueños, su mundo interior y sus valores".

"Nuestro objetivo fue hacer que el espectador experimentara qué significa ser el otro", resumió.

Sin embargo, la semana pasada una suerte de "remake" de "Ajami" tuvo lugar en la Yafo real.

Tony Copti, habitante de Ajami, actor de reparto en el filme y hermano del codirector Scandar Copti, fue brutalmente arrestado por la policía israelí junto con otro hermano. Según la versión policial, había atacado a oficiales durante una trifulca callejera.

"En la película no se ve a la policía abalanzándose sobre personas inocentes, pero eso ocurre en la realidad. Nosotros no estamos vinculados al delito de ningún modo, y la policía lo sabe", dijo Copti luego de su liberación, varias horas después.

"Pero al mismo tiempo no se abstuvieron de decirme, aunque medio en broma: ‘¡Mi amigo, estarás aquí hasta después de los Oscar!’", agregó, en alusión a los premios que se entregarán el 7 de marzo en la sudoccidental ciudad estadounidense de Los Ángeles.

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