«Si tuviéramos dinero nos casaríamos inmediatamente», dijo Samir*, de 23 años. Tiene novia, pero no el dinero para celebrar la boda.
El sitio impuesto por Israel a Gaza poco después de que fuera electo Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica), en enero de 2006, obligó a muchos a descartar la idea del matrimonio.
Tradicionalmente, los palestinos se casan jóvenes, entre los 18 y los 25 años, pero ahora es cada vez más común que luego de esa edad sigan solteros.
Con un desempleo que afecta a más 45 por ciento de la población, y habiéndose más que duplicado el precio de la mayor parte de los bienes, el costo de vida en general y de un casamiento en particular se han vuelto inaccesibles.
Además, el empeoramiento de las condiciones de vida bajo el sitio está cambiando los patrones de reracionamiento. Aunque tradicionalmente el trabajo asalariado ha estado en manos del hombre, muchas mujeres han comenzado a aportar a los ingresos familiares, o incluso, a veces, han sido las únicas proveedoras del sustento, que obtienen vendiendo bordados.
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Organizaciones como Oxfam, el Comité Palestino de Ayuda Agrícola y otras han proporcionado a las mujeres más pobres pequeñas huertas, ovejas, conejos o pollos que les sirvan de alimento y para generar ingresos.
Durante mucho tiempo las mujeres palestinas fueron respetadas por su fortaleza a la hora de sacar adelante a sus familias bajo las severas condiciones impuestas por la ocupación y por las actividades militares israelíes. Que la gente todavía se case y forme familias es inspirador.
Samir está por desistir. "Tengo muchos trabajos a fin de obtener suficiente dinero para casarme. Pero en Gaza todo es muy caro, y los salarios se han reducido. No puedo trabajar así", dijo.
Sameh, de 26 años, había decidido que no podría casarse incluso antes de que lo echaran de su trabajo. "Simplemente no quiero casarme en estas circunstancias. El dinero que gano en un mes no me alcanza ni siquiera para mí solo. Si me caso, querré comprar cosas para mis hijos. No quiero tener que decirle nunca a mi hijo: No puedo comprarte una bicicleta, y mucho menos zapatos nuevos", explicó.
Los hermanos mayores de Sameh, así como sus esposas e hijos y sus padres, comparten la misma casa, con apartamentos separados. La severidad del sitio significa que los salarios que hace tres años cubrían las necesidades de la familia expandida ahora ya no alcanzan. Todos buscan trabajos adicionales.
Mohammad es otro en la larga lista de quienes ahora se han resignado a quedarse solteros. "Antes yo quería casarme, pero ahora no lo considero. Desde que comencé a trabajar, hace pocos años, mi salario ha sido bajo, de apenas 600 dólares. Por lo menos 100 dólares son para cubrir costos telefónicos. Hace pocos meses, me redujeron 100 dólares del sueldo. Y ahora estoy sin trabajo", relató.
"Hace años, si yo quería un par de vaqueros, costaban 60 shekels (unos 16 dólares). Ahora cuestan el doble", dijo.
"Antes mis padres me presionaban para que me casara. Pero ahora, como no somos una familia rica, y ellos saben que las bodas con caras, así como el costo de vida, han dejado de fastidiarme. En última instancia, yo sí quisiera casarme y vivir con una familia. Pienso que me gustaría la vida de casado", señaló.
Los medios para contraer matrimonio están desapareciendo. La presión, no.
El padre de Dima falleció hace un año, al no poder salir de Gaza para recibir tratamiento médico. Ella, ahora con 19 años, espera casarse pronto.
"Hay mucha presión sobre nosotros. Como su padre falleció, todos tenemos que ayudar con los costos de la boda y asumir el rol de su padre", explicó Sameh, tío de Dima.
Ella es afortunada de tener la oportunidad de casarse. Muchas mujeres solteras sienten incluso más presión que los hombres, particularmente las mayores de 25 años.
Otras desafían la tradición de casarse jóvenes, prefiriendo en cambio finalizar su educación e iniciar su carrera.
"Quiero trabajar algunos años y establecerme antes de pensar en casarme. Pensé en ello el año pasado, pero sabía que era demasiado joven y quise tomar las riendas de mi propia vida primero", dijo Noor, una mujer de unos 25 años.
Noor no es la única que expresa estos sentimientos. Leila, de poco más de 20 años, planteó: "¿Por qué me casaría ahora? La situación en Gaza es demasiado difícil". Con estas declaraciones se hizo eco de los puntos de vista de los hombres solteros de su edad.
Para muchos que sí quisieran casarse, el principal motivo que vuelve impensable el matrimonio es el solo costo de la boda. Según estimaciones conservadoras, un casamiento promedio cuesta entre 10.000 y 15.000 dólares. Esto incluye alquilar un salón, el cortejo, joyas, vestimenta para la novia, y vivienda y muebles para la nueva pareja.
Los gastos en joyas y cortejo pueden parecer frívolos, pero constituyen tradiciones de larga data. "Aunque quisiera prescindir del cortejo, no podría. Es como un anuncio a los vecinos y la familia de que ahora estamos casados", explicó Sameh.
En una región donde no es común que existan citas previas al matrimonio, es importante anunciar la legalidad de una relación.
"El salón de fiestas más barato y la fiesta en sí rondan los 3.000 dólares. Y no podemos realizar una boda conjunta con amigos, porque habría demasiados invitados en cada fiesta. Además, las mujeres necesitan privacidad, para poder celebrar sin el velo. Un novio no puede estar presente en la fiesta de otra novia", dijo Samir.
Rafiq, de 51 años, señaló que finalmente ahorró suficiente dinero para casarse, luego de trabajar los últimos ocho años como vigilante en un edificio de apartamentos. "Trabajo seis días a la semana, desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche. Todavía tengo que ahorrar otros 3.000 dólares antes de poder casarme", relató.
Pero incluso para quienes ya contrajeron matrimonio, la vida en Gaza no es fácil. Saber Zaneen, de Beit Hanoun, está casado y tiene dos hijos. Y recuerda épocas mejores.
"Las familias iban a sus tierras de cultivo a ocuparse de los árboles y disfrutar de la naturaleza. Pero esto se interrumpió casi completamente, porque los soldados israelíes nos disparaban a lo largo de la frontera, y porque pasaron con sus aplanadoras y bombardearon todos los árboles y cultivos que antes crecían aquí. Ahora mi esposa y yo simplemente nos quedamos en casa con nuestros niños. Miramos la televisión, visitamos amigos y familia. No hay nada más para hacer", dijo.
Mahfouz Kabariti, de 51 años, también está casado y tiene seis hijos. No siente el impacto del sitio israelí tanto como la mayoría de los palestinos de Gaza. Pero de todos modos nota la diferencia.
"Antes estábamos bajo una clase diferente de sitio: la ocupación. Pero incluso con los soldados y colonos israelíes aquí, era mejor que ahora, porque podíamos circular más libremente que ahora. Podíamos visitar Jerusalén, Haifa, Iafo, Egipto", dijo. "Ahora es como si fuéramos simplemente partes de una máquina. Es una rutina diaria, no esperamos que el mañana sea distinto del ayer. Para la gente, especialmente para los niños, es difícil tener esperanzas. Vamos a la escuela o trabajamos, comemos, dormimos, miramos televisión, leemos Eso es todo, ésta es nuestra vida", agregó.
* Algunos nombres fueron cambiados para respetar la privacidad de los entrevistados.