A diferencia de otras mujeres comprometidas, Umbassil* no planea su casamiento, sino que se pregunta dónde dará a luz a su bebé. No está embarazada, pero sabe que los hospitales de Bahrein no la admitirán por ser VIH positiva.
A esta mujer de 26 años que se resiste a que el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) le impida vivir a pleno, le molesta la posibilidad de que la obliguen a tener a su hijo en un país que no sea el suyo.
"He aceptado la idea de una inseminación artificial y de una cesárea para proteger a mi futuro esposo y a mi bebé e impedir que contraigan el virus, pero no puedo aceptar tener que parir lejos de mi país y de mi familia", dijo a IPS.
Umbassil contrajo el virus hace pocos meses. Se lo contagió su pareja anterior, con quien mantuvo relaciones sexuales sin condón. Se casó con él según la Mutaa o matrimonio temporario tradicional, practicado en muchos países árabes, que no cuenta con aceptación legal pero sí social.
Ella supo su condición cuando se sometió a un análisis de VIH/sida, obligatorio para que el gobierno reconozca un matrimonio.
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El sexo sin preservativos "es un acto egoísta" en el que incurren principalmente "los esposos infectados que no consideran la salud y el bienestar de sus esposas", sostuvo Somaya Al Jowder, directora del gubernamental Programa Nacional de Enfermedades de Transmisión Sexual.
En el marco de ese programa, todos los ciudadanos de Bahrein infectados con VIH reciben tratamiento gratuito.
Cuarenta y dos mujeres como Umbassil fueron diagnosticadas como VIH positivas en el país, luego de mantener relaciones sexuales sin protección con sus novios o esposos infectados.
Desafortunadamente, la mayoría de las personas infectadas no revelan su condición por temor al rechazo, señaló Al Jowder.
En Bahrein hay mucha ignorancia sobre la enfermedad, incluso entre los profesionales de la salud, dijo a IPS. Los médicos se niegan a practicar cesáreas a las mujeres VIH positivas, aunque ese procedimiento reduzca el riesgo de que sus bebés contraigan el virus. Pero los hospitales sí las admiten para partos naturales.
Las mujeres infectadas son mucho más discriminadas que los hombres, que son responsables de introducir el VIH en los hogares de esta sociedad patriarcal.
"Hay 180 pacientes que viven con VIH/sida, entre ellos 42 mujeres, y son pocas comparadas con la población de Bahrein, que a fines de 2008 superaba un millón de habitantes. La mayoría de las mujeres contrajeron el virus mediante relaciones sexuales, principalmente con sus esposos infectados", dijo Al Jowder en una entrevista.
"Aconsejamos a las mujeres que no conciban y les informamos sobre los mejores métodos de planificación familiar, pero si insisten controlamos sus embarazos y las sometemos a medicación (el antirretroviral AZT) para salvar a los bebés", explicó.
A las embarazadas se les prescribe el fármaco, que se administra gratuitamente a partir del cuarto mes.
En los últimos 20 años, madres VIH positivas dieron a luz a más de 10 bebés sanos en partos naturales. En cinco casos las mujeres no estaban recibiendo AZT. El medicamento reduce a dos por ciento las posibilidades de que las madres contagien a sus bebés.
A Umbassil le dijeron que los mejores centros de maternidad para mujeres infectadas con VIH están en Egipto y Líbano. Pero le preocupa cómo harán ella y su novio para pagar el costoso tratamiento.
Hasta ahora mantuvo su estatus de VIH en secreto. Sólo se lo contó a su novio actual y a los grupos de terapia y médicos. "Me resulta difícil ocultar un hecho tan horrible, pero no tengo más opción, dado que mis familiares políticos pueden obligar a mi prometido a dejarme", relató.
El temor al prejuicio social hizo también que Umali, una activista contra el sida, escondiera el hecho de que es VIH positiva desde hace 15 años. No reveló esto ni a sus amigos ni a sus familiares, por si se negaban a dejarla ingresar en sus hogares.
La infectó su esposo, un drogadicto rehabilitado que, como ella, hace campaña en foros internacionales para la comunidad de personas con VIH/sida en el país.
"Soy activista contra el sida fuera de mi país, dado que allí me siento libre de luchar por mis derechos y de defender a los pacientes con VIH/sida. En mi casa tengo que soportar maltratos e ignorancia", dijo Umali.
Según ella, mantiene una relación muy estrecha con sus hermanas. "Pero ellas no comen nada que yo prepare, ni en mis platos, por temor a infectarse. Duele cuando los seres más queridos no le aceptan a una un vaso de agua", confesó.
Los prejuicios sociales no son el único problema para Shafiqa, a quien hace 14 años su esposo —hoy difunto— le contagió el virus. Lo que más le molesta es la falta de sensibilidad de parte de las personas que deberían conocer mejor el tema, dijo, citando como ejemplo un laboratorio al que acude regularmente para realizarse análisis de sangre.
"Tenemos que chequear regularmente el nivel de virus en nuestra sangre, y muchos especialistas se niegan a extraernos sangre porque somos pacientes con VIH/sida, aunque ellos siempre usan guantes", expresó a IPS.
Si los profesionales de la medicina no son conscientes de que quienes tienen VIH/sida corren más riesgo de contraer infecciones de personas que no lo tienen a causa de sus débiles sistemas inmunológicos, cómo puede la gente común estar mejor informada, planteó Shafiqa.
El gobierno de Bahrein, mediante el Programa Nacional de Enfermedades de Transmisión Sexual, planea redactar un proyecto de ley para proteger los derechos de los pacientes con VIH/sida, tanto hombres como mujeres, y para eliminar la discriminación.
* Todos los nombres utilizados son ficticios para proteger a las mujeres entrevistadas.