Las mujeres que asumieron la jefatura de algunas aldeas del occidental estado indio de Maharashtra como Ranmala, Nandagane, Shirgaon y Mengdewadi, lograron un cambio drástico en la vida de sus residentes.
Changuna Raoji Sinalkar es una sarpanche (jefa de aldea), elegida por unanimidad para dirigir el poblado de Ranmala, tras la decisión de reservar el cargo a una mujer.
Ranmala está en el occidental estado de Maharashtra, a unos 200 kilómetros de Mumbai.
El gobierno indio aumentó a fines de agosto de 33 a 50 por ciento los lugares para las mujeres en los panchayats (unidades administrativas de las aldeas).
Los pobladores de Ranmala señalaron que no les significó ninguna diferencia que Changuna fuera soltera, dalit, la casta más baja del sistema hindú, que se considera intocable, ni que hubiera sufrido poliomielitis de niña, lo que la inhabilitó para el casamiento.
Bastó que fuera una mujer de 43 años que trabajaba en un centro preescolar llamado «anganwadi».
Con total confianza, Changuna aceptó la responsabilidad y se concentró en proveer al poblado de servicios básicos, como retretes.
[related_articles]En las zonas rurales de India, la gente suele defecar al aire libre. Para las mujeres, el hecho implica levantarse antes que el resto de la aldea para no ser vistas. Suelen ir en grupo por seguridad personal y para protegerse de animales salvajes.
«Era duro tener que hacer nuestras necesidades en horarios poco habituales. La carencia existía desde hace tiempo, pero a nadie, ni siquiera a los hombres, se les ocurrió hacer algo por nosotras», dijo Changuna a IPS, quien decidió implementar programas estatales para garantizar saneamiento para todos los residentes y logró persuadirlos de construir inodoros.
En tres años, todas las casas de la aldea tenían uno. Las propietarias estaban tan orgullosas que pusieron sus nombres y sus direcciones en las puertas y paredes del retrete junto con un eslogan.
La aldea de Nandagane, en el distrito de Satara, logró superar muchísimos años de escasez de agua gracias a los esfuerzos de la sarpanch Sunita Rajaram Dalvi, de 33 años. El costo de la iniciativa ascendió a unos 30.000 dólares.
Sunita había sido elegida para integrar una comisión de siete miembros para analizar la crisis de agua antes de convertirse en sarpanch.
[pullquote]1[/pullquote]Ella trabajó en el programa estatal «Jal Swarajya Prakalp» en estrecha colaboración con funcionarios del distrito y del departamento de suministro de agua y se encargó de varios proyectos de conservación, de colocación de cañerías y de remoción de sedimentos de pozos de agua, realizados por los residentes, quienes trabajaron gratis.
«Después de casarme, durante 18 años, solía llevar agua en mi cabeza a diario desde donde pudiera encontrarla y a duras penas remontaba la colina. Pero es la historia de todas las mujeres de la aldea. No podíamos descansar ni un sólo día porque la necesitábamos para cocinar, lavar, asearnos, etc. Los hombres nunca nos ayudaban, a veces los niños y las niñas nos daban una mano», dijo Sunita a IPS.
Ahora «tenemos agua corriente de día», comentó con alegría.
Anjanabai Amrutsagar, de 45 años, fue elegida sarpanch de Shirgaon, en el distrito de Sangli, luego de que, al igual que en Ranmala, les fuera reservado un lugar. La decisión determinó el alejamiento de los hombres, quienes durante 40 años habían ocupado los cargos de forma indiscutida.
Pero Anjanabai no fue aceptada de buen grado. Las mujeres no le dieron su apoyo y los hombres no disimularon su desagrado de que fuera una sarpanch.
«No sabía por dónde empezar. No tenía ningún apoyo, salvo el de mi familia», dijo a IPS.
El hielo se fundió cuando organizó una danza de Lezhim, practicada tradicionalmente por hombres, pero «que le viene muy bien a las mujeres de unos 40» años, según Anjanabai.
Las 12 integrantes practicaban tarde, después de haber terminado las tareas domésticas, algo que antes era impensable para ellas.
Pronto se unieron muchas y desafiaron a los hombres que se mofaban y las insultaban. Sólo se acercaron cuando el equipo femenino de Shirgaon ganó el primer premio en el torneo del distrito de Sangali.
A principios de este año se presentaron ante la presidenta de India, Pratibha Patil, cuando visitó Maharashtra, su estado natal.
Con el mayor apoyo, Anjanibai promovió iniciativas de limpieza con las mujeres y pusieron fin a la práctica de defecar al aire libre.
También organizó colectivos de mujeres con asistencia de la agencia estatal Mavim para comenzar pequeños negocios avícolas y ovinos.
Anjanibai recibió el premio Sarpanch Mujer Ideal en 2007 y 2008. En abril de este año viajó a representar a su estado en una conferencia de dos días para representantes femeninas en el nororiental estado de Bihar y fue en avión, la primera de Maharashtra en tener esa oportunidad.
La mayor contribución de Lata Dattatreya Megade, de 35 años y sarpanch de Mengdewadi, en el distrito de Pune, fue cambiar la percepción de las niñas. El aborto y el infanticidio selectivo son endémicos en muchas partes de India. Hay un gran desequilibrio en la relación de hombres y mujeres.
«Siempre supe que el nacimiento de una niña era considerada como la pérdida de un precioso recurso. Desde que el gobierno realiza esfuerzos para contener el flagelo, me puse la causa al hombro», señaló.
En menos de tres años sucedió lo que parecía imposible. El nacimiento de una niña pasó a celebrarse con una pequeña fiesta organizada por la sarpanch y otras mujeres de la aldea.
Changuna, Sunita, Anjanibai y Lata fueron capacitadas en buena gobernanza por la organización no gubernamental Mahila Rajsatta Andolan (campaña por la gobernanza de las mujeres).
Gobierno y sociedad civil se unieron con algunas mujeres de gran valor para introducir ciertos cambios en algunas aldeas indias.