Mujeres de Ruanda pueden dormir toda la noche por primera vez en 15 años, y ven que su depresión y sus dolores físicos desaparecen gracias a clases de yoga.
"El yoga les devuelve a esas mujeres el sentimiento de que todavía tienen reservas de vida, de salud y de juventud sin explorar, de que no están viejas ni incapacitadas ni enfermas del todo, sino que tienen mucha vida", explicó Deirdre Summerbell, maestra de yoga y fundadora de la organización Project Air.
Desde su lanzamiento en 2007, miles de mujeres violadas durante el genocidio ruandés de 1994, muchas de las cuales se infectaron con VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), han sido beneficiadas por las clases de yoga.
En cooperación con centros de atención ginecológica que realizan operaciones de fístula a sobrevivientes de violaciones, la organización ahora prevé extender sus actividades a las provincias orientales de la República Democrática del Congo (RDC), uno de los lugares más peligrosos para las mujeres.
Con el apoyo formal de la Organización de las Naciones Unidas la primera dada a una iniciativa de yoga Summerbell piensa expandir sus clases también a otros lugares como Burundi, Sierra Leona y Somalia, y además ha recibido sugerencias para visitar Afganistán, Colombia, Gaza y Guatemala.
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En un reciente viaje a Nueva York, Summerbell habló con IPS sobre los desafíos de enseñar yoga en países pobres y azotados por conflictos a personas que han sufrido un grave daño físico y emocional.
"Al haber pasado parte de mi juventud en Tanzania, he visto muchas ideas que vienen de Occidente", dijo. "A pesar de ser bien intencionadas, por lo general son ingenuas, y yo temía que mi experimento con el yoga se convirtiera en algo así".
Pero la experiencia demostró ser exitosa, y fue la primera vez que se incluyó al yoga en un servicio de salud mental programado en una organización no gubernamental médica africana, WE-ACTx.
IPS: ¿Cuál fue su experiencia al enseñar yoga en un lugar como Ruanda?
DS: Es muy diferente de la forma en que las mujeres hacen yoga en Occidente. Para las ruandesas, el "cuerpo hermoso" definitivamente no es el principal interés. Y es esto lo que la hace más efectiva, pues estas mujeres no tienen ideas preconcebidas sobre el yoga o sobre lo que se supone debe ser.
En nuestras clases, además, nos abocamos al yoga como ejercicio físico. No necesita revestirse de espiritualidad.
Otra cosa que por supuesto es muy dura es pedir a las mujeres que sean físicamente activas cuando sabes que no tienen lo suficiente para comer y beber. Por tanto, además de las mantas para el yoga, les proveemos de agua potable y comida. Pero me gustaría crear cierta sostenibilidad en este tema, enseñándole a las mujeres, por ejemplo, cómo desinfectar el agua, lo que puede servir también como un proyecto de generación de ingresos.
En términos de hostilidad, hemos encontrado ciertas dificultades como resultado de una visión promovida por las iglesias evangélicas ruandesas de que el yoga es una forma de satanismo. Pero, para mí, el nombre "yoga" no es importante. Podríamos llamarlo también físico-psicoterapia o mitigación de traumas. Es un medio para un fin.
IPS: ¿Qué tipo de impacto tiene el yoga en las mujeres?
DS: Una mujer dijo que su cuerpo y sus huesos le dolían todo el tiempo, y durante el yoga no sintió nada más.
Al principio siempre piensan que no lo pueden hacer, que es para niños. "Estoy demasiado vieja para esto", dirá una mujer de 28 años. Pero cuando comienzan a moverse y a usar sus cuerpos, de pronto se sienten orgullosas de ser fuertes y terminan con amplias sonrisas en sus rostros.
Con un cuerpo fuerte hay una revolución en perspectiva. Si te sientes débil, no estás feliz de ti misma. Pero si estás fuerte, comenzarás a gozar grandes beneficios psicológicos también.
Y eso se aplica no solamente a las mujeres con las que trabajamos, sino también a sus familias. Esto es porque traen a sus hijos o a sus familias enteras con ellas, lo que significa que a veces terminamos con muchísimas personas adicionales que miran y participan de nuestras clases.
IPS: ¿Qué está en su agenda? ¿Se expandirá a otras regiones?
DS: Las personas son muy ignorantes e indiferentes al uso de la violación como arma de guerra, lo cual es desgarrador. Es un misterio perpetuo para mí por qué las mujeres toleran esto. Cada conflicto que usa una herramienta particular hace a esa herramienta aceptable para el próximo conflicto.
Las mujeres occidentales tienen que pararse contra de estos crímenes. Éste es uno de los intereses que tengo en la enseñanza de yoga a mujeres. Por supuesto, en cada región necesitaremos adaptar nuestro enfoque a circunstancias culturales y sociales diferentes.
En el caso de la RDC, lo más probable es que trabajemos con mujeres y adolescentes que han sido violadas recientemente y cuyos traumas están muchos más frescos que aquellos de las mujeres con las que trabajamos en Ruanda.
Como es una región en guerra, sé que nuestra seguridad no puede ser garantizada plenamente, pero, honestamente, sería difícil para mi vivir si no hiciera algo para intentar ayudar.