ISRAEL-PALESTINA: Barghouti, el prisionero decisivo

El destino de un prisionero palestino en Israel puede liberar al moribundo proceso de paz de su propia cárcel, siempre y cuando sea el momento correcto.

Una importante fuente residual de tensiones entre israelíes y palestinos puede estar a punto de resolverse esta semana, si la mediación alemana finalmente supera las complicaciones de último minuto.

Se trata del canje de 1.000 prisioneros palestinos por el soldado israelí Guilad Shalit, secuestrado el 25 de junio de 2006 por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), que lo mantiene cautivo desde entonces.

No es seguro que el canje prospere. Tampoco está claro quiénes de los 10.000 palestinos presos en cárceles israelíes serán parte del acuerdo.

Y ciertamente tampoco está definido que uno de ellos sea Marwan Barghouti, líder de las fuerzas militares del movimiento palestino Fatah, sentenciado a cadena perpetua por un tribunal israelí hace cinco años.
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Si el intercambio tiene lugar sin Barghouti, es improbable que tenga mucho impacto en impulsar la paz entre los dos pueblos. En tal caso, el impacto político se limitará a los asuntos internos palestinos, centrándose en la reafirmación de Hamás a expensas de la Autoridad Nacional Palestina, liderada por el presidente Mahmoud Abbas, de Fatah.

En contraste, la liberación de Barghouti puede ser un momento definitorio en las relaciones palestino-israelíes. Y una prueba sobre la intención real detrás del anuncio formulado la semana pasada por el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de un congelamiento limitado y temporario de la construcción de asentamientos en Cisjordania.

Hasta ahora, la dirigencia palestina se ha burlado de la moratoria parcial a los asentamientos, por considerarla una estratagema de Netanyahu diseñada para aliviar la presión de Estados Unidos sobre Israel.

Esto tiene sus motivos: el congelamiento anunciado no es total. Excluye a Jerusalén oriental, y la construcción de colonias previamente aprobadas continuará. Además, hay dudas, incluso dentro de Israel, en torno a si el gobierno de Netanyahu tiene los medios técnicos para implementar ese congelamiento.

Ya en julio de 2000, apenas semanas antes del estallido de la segunda intifada (levantamiento palestino), Barghouti, en declaraciones formuladas desde su modesta oficina de Ramalah, expuso a IPS su estrategia alternativa para poner fin a la ocupación.

"Llevaremos a nuestro pueblo a las líneas de 1967 y proclamaremos desde allí que simplemente estamos defendiendo nuestras fronteras contra la ocupación israelí: sin armas, sin piedras incluso, simplemente con nuestros cuerpos", declaró.

Muchos palestinos ven a Barghouti como el líder óptimo para conducirlos hacia su futuro Estado en caso de que Mahmoud Abbas no se postule a la reelección en los comicios de enero, como ya anunció.

Barghouti, de 50 años, es considerado el verdadero heredero del difunto líder palestino Yasser Arafat (1929-2004), precisamente, tal vez, porque él también coquetea con la ambigüedad.

Su estilo enérgico con frecuencia lo ha elevado a la cima de las encuestas sobre quién querrían los palestinos que los liderara en contra de Israel.

Desde su celda en una prisión israelí, en los últimos tiempos Barghouti respondió preguntas de un periódico árabe en las que planteó su estrategia: "Depender sólo de nuestras negociaciones nunca fue nuestra opción. Siempre llamé a una combinación constructiva de negociaciones, resistencia y acción política, diplomática y popular".

Precisamente ésta puede ser la fuente de recelos israelíes.

Pero ahora, con la perspectiva de que Abbas pueda salir del cuadro, Israel tiene otra preocupación que confrontar: un vacío de poder dentro de la ANP.

El futuro de la desfalleciente ANP será todavía más precario porque Hamás logrará una enorme credibilidad a partir del canje de prisioneros.

Hay alguna oposición, pero el hecho destacable es que está silenciada y que los israelíes están abrumadoramente listos para aceptar el intercambio de prisioneros, incluso al punto de entregar a palestinos que participaron en algunos de los ataques más sangrientos contra civiles.

Alon Liel, conferencista sobre ciencia política en la Universidad Hebrea de Jerusalén y ex alto diplomático israelí, llevó este planteo más lejos.

"La asombrosa disposición pública y política de pagar un precio sin precedentes puede convertirse en la influencia necesaria para conferirle al acuerdo una dimensión histórica", afirmó.

"No hace falta ser un político brillante para darse cuenta de que la línea que conecta un canje técnico de prisioneros con un avance hacia un proceso de paz se extiende a través de Marwan Barghouti", agregó.

De ahí que la pregunta clave sea "cuándo" —y no "si"— liberar a Barghouti, siempre que, por supuesto, Netanyahu tenga en mente una real agenda de paz.

Si está comprometido con la paz en serio, Netanyahu puede usar el actual impulso público que el canje de prisioneros ha cobrado entre la población israelí para crear un impulso diplomático.

Sin embargo, eso le requerirá desasociar el acuerdo de la liberación de Barghouti.

Si Netanyahu hubiera decidido liberar a Barghouti previo a un acuerdo más amplio de intercambio de prisioneros, probablemente Hamás lo habría boicoteado. Y esto, debido a que se sentiría en riesgo de que le robaran su recompensa política en la lucha de poder que lo enfrenta con la ANP.

El flanco derechista del gobierno de Netanyahu también habría saboteado la liberación de Barghouti.

Ahora, sin embargo, muchos israelíes exigen la liberación del dirigente palestino. Netanyahu tiene la oportunidad de quitarle la primicia a Hamás, para mutuo beneficio de Israel y la ANP.

Esto sólo puede funcionar una vez que el canje con Hamás ya este garantizado e implementado.

De concretarse, la liberación de Barghouti acarreará múltiples beneficios a Netanyahu y a la ANP. Israel se llevará los aplausos de Washington. Para la ANP, será una manera de salir de un vacío político potencialmente peligroso.

Además, para la escéptica dirigencia palestina, esto constituirá una prueba del auténtico deseo de paz de Netanyahu.

Y para Estados Unidos, un Barghouti libre que reafirme a Abbas será el mejor inicio para una paz futura, especialmente considerando los últimos nueve meses de negociaciones fallidas.

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