GIBRALTAR Y MÁS AL SUR

Hace 5,5 millones de años, el Mediterráneo quedó aislado de los océanos durante unos 350.000 años. Se desecó casi por completo. Cuando el Atlántico pudo fluir de nuevo hacia el Este, rellenó el espacio hoy ocupado por el mar con una impresionante y veloz inundación. Entonces nacería el Peñón de Gibraltar que guardaría ambas orillas entre la actual España y el norte de África. Lo ha descubierto un equipo de científicos españoles y se ha publicado en la prestigiosa revista “Nature”.

Si la naturaleza no hubiera generado ese fenómeno, muchos problemas geopolíticos se hubieran evitado. Eso fue mucho antes de que por el Tratado de Utrecht de 1713 el uso militar de la “roca” pasara al dominio de Gran Bretaña. Desde entonces, sutilmente, España cuestiona si fue una cesión de soberanía a perpetuidad como reclama Londres.

Casi tres siglos después, la representante de Gibraltar, Kaiane Aldorino, como una belleza natural más del paisaje, ha sido proclamada Miss Mundo. No todo es pacífico alrededor del peñón, pues unos días antes, la policía de Gibraltar detuvo a unos guardias civiles españoles que se habían adentrado en zona británica persiguiendo a unos contrabandistas gallegos. Luego de mutuas disculpas, la disputa no pasó a mayores. Caliente estaba todavía el incidente en que la tripulación de un buque británico fue acusada de haber hecho prácticas de tiro con una bandera española. Se adujo que era una boya marina que tenía colores similares a los españoles.

No son los primeros roces hispano-británicos, ni serán los últimos, mientras persista el confuso estado colonial del Peñón, sobre todo desde que ya hace décadas que ambas naciones son miembros plenos de la Unión Europea, donde resulta insólito un ejemplo de colonialismo dentro de un mercado común. Por lo menos, la colaboración entre los gobiernos británico y español consiguió aminorar la conversión de la ciudad de Gibraltar en un paraíso fiscal, zona de paso de blanqueo de capitales de origen sospechoso y meca del contrabando regional.

Pero los casos de enturbiamiento del precario modus operandi entre Madrid y Londres que deja la frontera abierta han sido recientemente más frecuentes que deseables. Un submarino nuclear de la Royal Navy repostó en Gibraltar con la excusa de hacer reparaciones. Las autoridades gibraltareñas intentaron insertar un equipo de fútbol para competir en las eliminatorias de la Copa del Mundo de la FIFA. El príncipe Carlos tuvo la genial idea de iniciar su viaje de luna de miel con Diana desde la roca, provocando el boicot de la familia real española a la ceremonia nupcial en Londres.

El peñón y su zona son punto de referencia para entramados de seguridad que se extienden a los estados norteafricanos y más allá. Canarias, Marruecos y también Mauritania y Senegal han modificado el núcleo de preocupación de seguridad de España, tradicionalmente dibujado por el eje Baleares-Gibraltar-Canarias.

Al aeropuerto de la isla canaria de Lanzarote llegó desde El Aaiún la activista saharaui Aminetu Haidar, declarada en huelga de hambre. Ha puesto en vilo a los gobiernos marroquí y español, pues por un lado fue insólitamente expulsada por Rabat y por el otro el gobierno español afirma que entró legalmente. El incidente ha hecho renacer la polémica del antiguo territorio español, objeto de agria disputa entre Argelia y Rabat. Además, incomoda a Estados Unidos que no desea que la sensible zona del oeste del Magreb se caliente demasiado.

La Secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton ha urgido a los gobiernos español y marroquí a solucionar el problema. La administración de Obama ha soslayado empujar demasiado al gobierno de Hassan II, a fin de evitar que un debilitamiento de la monarquía autoritaria deje paso a la influencia del fundamentalismo islámico, mal incluso mayor, como bien demuestra que el vecino al sur, Mauritania, sea incapaz de sustraerse a la infiltración de Al Qaeda.

Tres cooperantes españoles, pertenecientes a una ONG humanitaria de Barcelona, han sido secuestrados mientras se dirigían en misión por una desértica zona cercana a la capital mauritana de Nuakchot. Llevaban donaciones de alimentos y medicinas para ser distribuidas a otros países de la región. Al Qaeda ha reivindicado el secuestro. Sin medios de controlar su propio territorio, Mauritania es uno de los países candidatos para convertirse en un “Estado fallido” y caer en las garras del fundamentalismo. De conseguir establecer una base en la región, la pinza desde el este se uniría a orillas del Atlántico, amenazando no solamente a Marruecos, sino también a las Canarias.

Esto sucede cuando los roces sobre Gibraltar están distrayendo las energías de Madrid, delante de Ceuta y Melilla, los supervivientes enclaves españoles en el norte de Africa, cabeza de playa de la inmigración ilegal y el tráfico de drogas. Lo más lamentable de la situación es que la necesidad de estabilidad que tanto buscan Washington y Madrid tiene el precio del mantenimiento del status quo en Argelia y sobre todo en Marruecos, a costa de la supervivencia del autoritarismo, disfrazado este último de una monarquía benevolente, y de firmeza de perfil militar el régimen argelino de Abdelaziz Bouteflika. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Joaquín Roy es Catedrático ‘Jean Monnet’ y Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami

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