Tailandia decidió expulsar a 4.000 hombres, mujeres, niños y niñas del pueblo hmong a Laos, de donde escaparon en busca de asilo hace casi cuatro décadas, como gesto para consolidar sus lazos con el vecino país en detrimento de sus vínculos históricos con Estados Unidos.
La etnia hmong es originaria de la región montañosa del norte y centro de Laos.
El primer grupo de 440 hmongs fue trasladado a Laos este lunes desde un campamento aislado de la septentrional provincia tailandesa de Petchabun bajo la atenta mirada de 4.500 soldados y policías, según el portavoz de Bangkok, Panitan Wattanayagorn.
La operación comenzó al alba y contó con numerosos camiones militares.
"Ordenamos a los oficiales del ejército garantizar la seguridad de los hmongs durante la operación y el respeto de sus derechos", apuntó Panitan. "Nuestro acuerdo con el gobierno laosiano es que todos los miembros de esa etnia deben regresar a su país de origen antes de fin de año", añadió.
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"Se acabó el tiempo de las negociaciones" y el gobierno tailandés "no dará marcha atrás a su decisión", confirmó Panitan a IPS. "Eso socavaría la relación que hemos desarrollado con nuestro vecino en los últimos años. Es una relación basada sobre la buena fe", añadió.
La iniciativa de Bangkok de deportar hmongs a Laos, con régimen comunista, motivó protestas de distintos actores internacionales, en especial de Estados Unidos. Las autoridades tailandesas sostienen que la mayoría de ellos son "inmigrantes económicos" y no refugiados, lo que planteó un problema adicional para Washington.
"Es una decisión profundamente decepcionante", dijo a IPS Eric Schwartz, secretario de Estado adjunto para población, refugiados y migraciones, en entrevista telefónica desde Washington. "No se puede afirmar de forma categórica que todos son inmigrantes económicos, a menos que el gobierno tailandés conozca caso por caso", añadió.
El gobierno de Estados Unidos, el foro mundial y organizaciones de derechos humanos sostienen que al menos 158 hmongs solicitantes de asilo fueron considerados refugiados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Ochenta más tienen "heridas de bala", lo que indica que escaparon de la violencia de Laos.
Además, las autoridades tailandesas impiden a funcionarios de Acnur acceder a la mayor población hmong en este país, ubicada en chozas provisorias en la aldea de Huay Nam Khao, en Petchabun. Tampoco pueden visitarlos periodistas u otros observadores independientes.
Según la organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York, Bangkok también violó el derecho internacional que ampara a los refugiados mediante "intimidaciones" para silenciarlos. Las tácticas coercitivas incluyen "confinamiento en oscuridad", separación de padres e hijos y "restringirles el agua potable y negarles condiciones de saneamiento" adecuadas.
"Las autoridades tailandesas saben muy bien que Estados Unidos y otros países hubieran estado más preparados, y todavía lo están, para garantizar la posibilidad de reubicar a toda persona que necesite protección en un tercer país", señaló Schwartz, quien terminó la semana pasada una misión en Bangkok, para tratar de revertir la situación.
Pero para el gobierno del primer ministro tailandés Abhisit Vejjajiva significaría demorar más la solución de un problema que se remonta a mediados de los años 70.
Entonces, Tailandia abrió sus fronteras a la ola de refugiados que llegaban de Camboya, Laos y Vietnam, tras el fin de la guerra de Estados Unidos en la península de Indochina. Este país llegó a albergar a más de 1,5 millones de personas en esa situación.
"Hemos tratado de convencer a Estados Unidos de devolver a estas personas, pero Washington no se ofrece a recibirlas", señaló Panitan. "Tailandia no puede asumir sola esta carga", apuntó.
La posición de Tailandia refleja un cambio drástico en su política regional desde el fin de la Guerra Fría, cuando fue uno de los más sólidos aliados de Washington en Asia sudoriental, en el marco de las guerras que ese país libró en Camboya, Laos y Vietnam.
Entre ellas estaba la "guerra secreta" de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en Laos, de 1961 a 1975, cuando efectivos estadounidenses abandonaron derrotados Vietnam.
El conflicto clandestino librado por la CIA dependió de decenas de miles de hmongs.
Las operaciones encubiertas para evitar el avance de guerrilleros comunistas sometieron a Laos a implacables ataques aéreos. Los bombarderos estadounidenses lanzaron más de dos millones de toneladas de explosivos, más que en Europa durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Tanto el pueblo estadounidense y el Congreso legislativo ignoraban entonces lo que ocurría en Laos. La base aérea de la CIA en Long Chen, en el centro de ese país, se convirtió en uno de los aeropuertos con mayor movimiento en la región por aquellos años. Los vuelos a Tailandia eran frecuentes.
Con el triunfo de los comunistas en Laos, miles de hmongs huyeron, primero a Tailandia como refugiados y, luego, fueron reubicados en Estados Unidos.
El éxodo incluyó a entre 250.000 y 300.000 hmongs, casi un tercio de los miembros de esa etnia residentes en Laos.
Estados Unidos anunció en 2005, cuando dio refugio a unos 15.000 hmongs que desde los años 70 languidecían en campamentos de Tailandia, que era el último grupo del que se iba a hacer cargo.
Pero poco después, los hmongs de Petchabun solicitaron asilo con la esperanza de correr la misma suerte que sus compatriotas por respaldar a la CIA durante su "guerra secreta" y por ser perseguidos por el ejército de su país desde que terminó el conflicto.
Entre ellos se encuentra Blia Pao Yang, líder del grupo de Petchabun, indicó Joe Davy, activista por los derechos de ese pueblo laosiano en una declaración por correo electrónico.
"Muchas personas de su grupo tienen heridas de guerra y, el ejército tailandés considera que tienen argumentos legítimos para solicitar asilo", añadió.