El cambio climático es un problema que se agiganta, y la sociedad civil, harta de negociaciones infructuosas, parece haber hallado a su David: el presidente de Maldivas, Mohammad Nasheed.
Es que la cruzada contra los grandes intereses, los empresarios poderosos, los gobiernos indiferentes y la burocracia diplomática necesita de mucha fuerza de voluntad, pero también, y especialmente en esta era de imágenes, de un símbolo.
Éste no parece ser el mediático, pero cada vez más devaluado presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
En Copenhague circulan adhesivos dirigidos a él con la frase «Earn it» («Gánatelo»), pidiéndole a Obama, que tantas esperanzas despertó con sus discursos, que muestre acciones concretas para hacerse merecedor del premio Nobel de la Paz que acaba de recibir.
Cuando organizaciones civiles se acercaron en octubre al gobierno de Maldivas, un archipiélago del océano Índico conformado por 1.196 islas que suman 300 kilómetros cuadrados y tienen 350.000 habitantes, para pedir una contribución a una movilización mundial contra el cambio climático, el presidente Nasheed no titubeó.
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Sin darles tiempo a que le presentaran sus ideas, anunció que entrenaría a su gabinete en técnicas de buceo y prepararía la firma, subacuática, de un documento para ser presentado en la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático (COP-15).
Las imágenes de esa reunión ministerial subacuática recorrieron el mundo. Constituían un retrato claro y contundente de la inminencia del problema: si no se logra detener el recalentamiento planetario, las aguas seguirán subiendo y los pequeños estados insulares quedarán sumergidos como la mítica Atlántida.
Las explicaciones científicas del problema son difíciles de asimilar para el público general, y las suspicacias siempre están presentes.
La polémica en los medios de comunicación por la divulgación de una serie de mensajes de correo electrónico entre investigadores climáticos de la universidad británica de East Anglia University, a los que se acusa de desfigurar u ocultar datos para sostener sus tesis vinculadas al aumento de la temperatura del planeta, puso en jaque el prestigio de toda la comunidad científica, con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático a la cabeza.
No sería incorrecto pensar que la mayoría de los habitantes de la capital danesa ignoran en qué parte del globo terráqueo ubicar a Maldivas. Pocos deben saber que es un país musulmán que obtuvo la independencia en 1965 y cuya capital es Malé. Pocos identificarían su bandera roja y verde en Copenhague.
Pero este lunes, su presidente fue recibido como un verdadero héroe internacional y en medio de gran expectativa y emoción en el Klimaforum, la reunión de la sociedad civil que se realiza en forma paralela a la COP-15.
Después de más de una hora de espera, en la sala principal del encuentro se encendieron las luces y las cámaras se lanzaron sobre este presidente, un ex preso político de 42 años y conocido popularmente como «Anni».
Su emotivo discurso exaltó aun más a los presentes. «Estamos aquí para salvar al planeta del silencioso, paciente e invisible enemigo que es el cambio climático», afirmó.
«Están los que nos dicen que luchar contra el cambio climático es imposible. Están los que nos dicen que tomar una actitud radical es muy difícil. Están los que nos dicen que renunciemos a la esperanza. Pero yo estoy aquí para decirles que nos negamos a renunciar a la esperanza», añadió, desatando una ola de aplausos.
También un número puede volverse símbolo, y en el caso del cambio climático ése es 350. Es el nombre de una campaña liderada entre otros por el periodista Bill McKibben, y que trabaja para que ése sea el límite máximo de concentración de dióxido de carbono, medido en partículas por millón.
Tras la muestra de decenas de fotos de la movilización mundial de octubre, donde personas de todas las edades formaban imágenes con ese número, Nasheed repitió el rito que McKibben había iniciado minutos antes: el público presente debía pronunciar bien fuerte y en turnos: «tres, cinco, cero».
«Tres, cinco, cero salva los arrecifes de coral. Tres, cinco, cero mantiene congelado el Ártico. Tres, cinco, cero asegura que mi país sobreviva. Tres, cinco, cero hace posible un mundo mejor», afirmó el mandatario.
«Estoy aquí para decirles que en el Bella Center (donde se desarrolla la COP-15), la delegación de Maldivas está luchando por poner el tres, cinco, cero en el texto que se está negociando», añadió.
Su discurso también incluyó cartas credenciales.
«En marzo, Maldivas anunció planes para convertirse en el primer país neutro en carbono del mundo. Pretendemos convertirnos en neutros en carbono en 10 años. Vamos a abandonar en 100 por ciento el (uso del) petróleo en favor de las energías renovables», destacó.