La presidenta de la conferencia sobre el cambio climático, Connie Hedegaard, se alejó de su cargo este miércoles, tras advertir sobre el posible fracaso de las negociaciones en la capital danesa para lograr un acuerdo, destinado a reducir las emisiones de gases invernadero.
«Podemos fracasar», alertó Hedegaard, ministra de Medio Ambiente de Dinamarca y ahora ex presidenta de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15).
«Debemos apretar el acelerador si hemos de tener éxito», exhortó Hedegaard a los ministros de ambiente de todo el mundo, al abrir oficialmente el martes la fase de alto nivel de las negociaciones, comenzadas el día 7 y que concluyen el viernes.
Durante la parte conclusiva, los últimos dos días, se espera que se congreguen en el Centro Bella de Copenhague, sede de la cumbre, unos 130 jefes de Estado y de gobierno.
«Ustedes deben llegar a un acuerdo, deben comprometerse, deben cumplir ahora», reclamó Hedegaard. No se conocen las razones exactas de su dimisión y fue sustituida en la presidencia de la COP 15 por el propio anfitrión y primer ministro danés, Lars Loekke Rasmussen.
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De esta manera dramática, comenzó la etapa política y final de la Conferencia sobre cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Los ministros ya fluyen por esta capital, los jefes de Estado comienzan a llegar, los periodistas corren detrás de las figuras más relumbrantes, los activistas son arrestados a las afueras de la sede de la conferencia. Y mientras, se intenta aglutinar el poder político necesario para un acuerdo.
¿Pero existe la voluntad política para llegar a un acuerdo significativo?
Los rumores en los corredores del Bella Center, repleto de borradores del texto en negociación, es que los países del Norte industrializado y del Sur en desarrollo siguen enfrentados por el cumplimiento de los compromisos ya asumidos en el Protocolo de Kyoto, rubricado en 1997.
El Protocolo, en vigor desde 2005, obliga a los 37 países industrializados que lo han ratificado, a reducir sus emisiones para 2012 a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990. Pero los países ricos pretenden negociar un tratado totalmente nuevo.
No será fácil para las grandes economías emergentes cumplir con los recortes que les reclaman los países industrializados en contrapartida, dijo el holandés Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático.
«En India existen 400 millones de personas sin electricidad. ¿Cómo se apaga una luz que no se tiene?», preguntó.
Estados Unidos y Canadá frustraron el diálogo Norte-Sur al anunciar una reducción de sus emisiones de cuatro y tres por ciento respectivamente, frente a los niveles de 1990.
Parece probable que la Conferencia acuerde un fondo de 10.000 millones de dólares anuales hasta 2012 para llevar a cabo las metas de Kyoto, que finalizan ese año.
La Unión Europea (UE) prometió 3.600 millones de dólares la semana pasada, y se espera que Estados Unidos y Japón también contribuyan. Sin embargo, no aparece en el escenario un plan de financiación a largo plazo para las medidas de adaptación y mitigación, ni para la transferencia de tecnología.
La propia UE indicó que se necesitan cada año al menos 100.000 millones de dólares para neutralizar las consecuencias del cambio climático, sin indicar de dónde saldrían esos fondos.
Para las organizaciones de la sociedad civil, la cifra sería incluso mayor. «Calculamos un mínimo necesario de 160.000 millones para el segundo período de compromisos, de 2013 a 2017», dijo Kathrin Gutmann, del Fondo Mundial para la Naturaleza.
De Boer, en tanto, pidió a los países negociadores que tengan «compasión».
«No sigan pisando sobre el mismo terreno de siempre. Hay demasiadas cosas en juego. La compasión hace grandes a los países. Esto no tiene que ver con un país que se imponga a otro, ni con un grupo a otro. Ciento cincuenta gobernantes no vienen a Copenhague ( ) para irse con las manos vacías», sostuvo.
«Para ganarle tiempo a la batalla contra el cambio climático debemos encontrar la forma de que los árboles valgan más vivos que muertos», dijo el príncipe Carlos de Gran Bretaña, una de las figuras presentes en la inauguración de la reunión de alto nivel.
«Tres años de recabar apoyo se reducen a tres días de negociaciones», declaró el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un llamado para que los jefes de Estado y de gobierno de los países industrializados fijen metas para reducir las emisiones de gases contaminantes, que provocan el calentamiento del planeta.
«Pero los países en desarrollo también deben reducir el crecimiento de sus emisiones», exhortó a los delegados. «Llegó la hora de arribar a un consenso. Nadie obtendrá lo que desea en estas negociaciones pero todos podrán obtener lo que necesitan», dijo.
Pero algunos activistas del movimiento ecologista presentes en Copenhague no creen que los gobernantes vayan a lograr algo.
Dionisio Cabrera, líder indígena de Bolivia, dijo que respetar a la Madre Tierra, asumir la deuda climática y reconocer a los pueblos indígenas a su juicio, la reserva moral del planeta deben ser los tres puntos que guíen las medidas a adoptar.
Los sectores más vulnerables al cambio climático no se limitarán a observar tras bambalinas. Cabrera anunció el martes en una rueda de prensa una acción directa para «reclamar el poder» para el pueblo.
«Nosotros somos los acreedores y los deudores deben pagar sus deudas», manifestó la activista keniata Wahu Kaara.
La nieve ha caído sobre Copenhague las últimas horas, pero la temperatura dentro de la Conferencia se recalienta.
*Este artículo se realizó con los aportes de Claudia Ciobanu, Stephen Leahy y Terna Gyus.