No se hizo historia en Copenhague. Tampoco se selló ningún pacto contra el cambio climático. Tras dos años de intensas negociaciones entre 194 países, rompe los ojos la división entre el mundo rico y el pobre.
Los países pobres quieren reducciones drásticas de las emisiones causantes del recalentamiento por parte del mundo industrial, y éste sigue resistiéndose a cortes sustantivos y metas obligatorias.
A pesar de las enormes presiones, las grandes esperanzas y los esfuerzos de último minuto de gobernantes de 128 países, todo concluyó en un vago texto titulado Acuerdo de Copenhague. La promesa de «sellar un pacto» climático fue pospuesta al menos un año más.
Y hablando de divisiones, la mayor parte de la sociedad civil considera que la reunión de Copenhague fue un amargo desastre. Es un fracaso que «condena a millones de personas del mundo pobre al hambre, al sufrimiento y a la pérdida de vidas», dijo el nigeriano Nnimmo Bassey, presidente de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra Internacional.
En el lado opuesto, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sostuvo que se había logrado un «avance significativo y sin precedentes», al hablar en una conferencia de prensa poco antes de la medianoche del viernes en el Bella Center, sede oficial de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP-15).
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«Todas las grandes economías se han unido para aceptar su responsabilidad en las acciones necesarias para afrontar el peligro del cambio climático», añadió Obama.
Parece evidente que los gobernantes no han prestado mucha atención a los anteriores 15 años de negociaciones climáticas.
«Los jefes de Estado ahora están realmente comprometidos», opinó Robert Orr, secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Coordinación de Políticas y Planeación Estratégica. «En Copenhague fue la primera vez que emplearon vocabulario climático», dijo.
«Esto pone al clima en el mapa de los gobernantes y a éstos en el mapa del clima», añadió Orr. También aventuró que la brecha entre la política y la ciencia está finalmente empezando a cerrarse.
Es un poco tarde para despertar a la realidad del cambio climático. Dos nuevos estudios indican que la retroalimentación climática hará imposible que el aumento de la temperatura media del planeta no supere los dos grados en el transcurso de este siglo.
Para conseguirlo, no sólo el mundo deberá dejar de emitir dióxido de carbono en las próximas décadas, sino que además habrá que retirar grandes cantidades de ese gas de la atmósfera para reducir su concentración de las actuales 389 partes por millón (ppm) a 350 ppm.
Fue a última hora del viernes cuando el mandatario estadounidense anunció que su país junto con India, Sudáfrica, Brasil y China habían acordado un texto a puertas cerradas, llamado Acuerdo de Copenhague.
Pero, como sólo participaron cinco de los 194 países que pasaron dos semanas discutiendo en Copenhague, algunos delegados se mostraron visiblemente enojados por no haber sido consultados, y las conversaciones continuaron toda la noche.
Para la tarde de este sábado, persistía la confusión sobre el estatuto legal del Acuerdo de Copenhague, y un puñado de naciones, entre ellas Arabia Saudita, Bolivia y Pakistán, se negaban a aceptarlo.
En definitiva, el Acuerdo no tiene carácter legal bajo los términos de la Convención de Cambio Climático, y los países que son parte de ella apenas «tomaron nota» de su existencia y expresaron, o no, su apoyo al mismo.
El viernes por la noche, Obama reconoció que se trataba sólo de un paso en un largo camino para alcanzar las metas indicadas por la ciencia. El mandatario insistió en su importancia, puesto que los países aceptaron drásticas reducciones de emisiones a largo plazo, con el fin de evitar que la temperatura media del planeta se eleve más de dos grados por encima de las marcas de la era preindustrial.
Según el texto, las naciones en desarrollo también aceptaron adoptar medidas voluntarias para reducir la cantidad de gases de efecto invernadero que arrojan a la atmósfera y aumentar esas medidas si se les suministra apoyo financiero.
Y hubo acuerdo en que los países ricos entreguen 100.000 millones de dólares por año para 2020 destinados a asistir a los países en desarrollo en la protección de sus bosques, la adaptación al cambio climático y la reducción de sus propias emisiones.
Se aceptó asimismo trabajar hacia un acuerdo legalmente vinculante que pueda ser adoptado el año que viene en la COP-16 que se celebrará en México.
«Estados Unidos no está legalmente obligado por nada de lo que se hizo aquí en Copenhague», advirtió Obama.
Estados Unidos está internamente dividido sobre este asunto y debe recorrer aún un largo camino para adoptar obligaciones en la materia.
No había transcurrido una hora desde que Obama efectuó su discurso en la sesión matinal de la COP-15 cuando varios legisladores estadounidenses del Partido Republicano celebraron una conferencia de prensa en el Bella Center para negar que el cambio climático fuera causado por emisiones de combustibles fósiles, o sea del petróleo, el carbón y el gas natural.
Las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y de decenas de academias científicas de todo el mundo son sospechosas, agregaron los legisladores, ninguno de ellos científicos y todos procedentes de estados con poderosos intereses en el sector automotor o de combustibles fósiles.
«Hemos perdido muchas cosas en el camino», manifestó Dessima Williams, de Granada, y portavoz de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por su sigla en inglés), integrada por 43 países.
«Hemos perdido el compromiso vigoroso para estabilizar (el aumento de) la temperatura mundial en 1,5 grados», agregó. «Creemos que esto es fundamental para la supervivencia de nuestros estados miembros», destacó Williams en la sesión final de la COP 15, este sábado.
Las activistas esperaban que un texto sensible al género reconociera la realidad de que las mujeres son por lejos las más perjudicadas por el cambio climático, señaló Ana Rojas, de Energía, una red internacional de género y sustentabilidad con sede en Holanda.
Sólo un tercio de los delegados que asistieron a la COP 15 este año son mujeres, lo cual dificulta la igualdad en la representación de las opiniones de mujeres y hombres en relación con el cambio climático.
«Necesitamos una visión compartida del género en el acuerdo final. Y no sólo con respecto a la adaptación, sino también a la mitigación y el financiamiento» de las medidas contra el cambio climático, dijo Rojas.
Aunque reconoció que el Acuerdo tuvo algunos avances, está lejos de ser el «acuerdo justo, ambicioso y legalmente vinculante» que la sociedad civil defendía.
Afuera de las sesiones en el Centro Bella, 1.800 manifestantes y periodistas fueron arrestados bajo la sospecha de que pudieran cometer ilegalidades, en lo que la sociedad civil consideró un intento del gobierno danés de reprimir la oposición legítima y la libertad de expresión.
El uso de «gases lacrimógenos, spray pimienta, tácticas de dispersión de multitudes y arrestos colectivos preventivos fija un precedente peligroso, no sólo para Dinamarca, sino para el futuro del mundo», advirtió Tadzio Müller, de Climate Justice Action, una organización ecologista internacional.
«El planeta enfrenta una crisis trágica de liderazgo» sobre el cambio climático, declaró el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo.
El Acuerdo representa «una importante concesión a las industrias que contaminan el clima, especialmente del sector de los combustibles fósiles», dijo Naidoo.
«La posibilidad de impedir el caos climático acaba de hacerse mucho más difícil», comentó.