Canadá fue uno de los grandes culpables de las dificultades en las negociaciones de la COP 15 para reducir las emisiones de gases invernadero que causan el recalentamiento del planeta, afirmaron activistas de la sociedad civil presentes en la capital danesa.
Es el único país signatario que no cumple con las obligaciones internacionales contraídas en el Protocolo de Kyoto y bloqueó los intentos de acordar un tratado que reduzca de modo significativo las emisiones de dióxido de carbono, el principal gas invernadero, sostienen los activistas y delegados de otros estados en la COP 15 (la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático).
La COP 15 concluye este viernes en Copenhague sin que se vislumbre el éxito de las negociaciones para acordar un tratado que dé continuidad al Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 y en vigor desde 2005. Este obliga a los 37 países industriales que lo ratificaron a reducir en promedio sus emisiones para 2012 a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990.
«Canadá es el dinosaurio en estas negociaciones», declaró el canadiense David Cadman, presidente de Local Governments for Sustainability, una asociación internacional de gobiernos locales que esta semana celebraron en Copenhague la Conferencia de Alcaldes sobre cambio climático.
Ottawa «sólo quiere proteger el sector de combustibles fósiles de Canadá en lugar de proteger los intereses del público canadiense», aseguró Cadman a IPS. «Este gobierno ignora sus compromisos internacionales Esta no es la Canadá que conocemos», afirmó.
El gobierno canadiense «pone un palo en la rueda (de las negociaciones climáticas) siempre que puede», coincidió Dale Marshall, de la Fundación David Suzuki, una organización ecologista canadiense.
«Incluso bloqueó el acuerdo para utilizar a 1990 como el año base» para calcular la reducción de las emisiones contaminantes, algo que ya estaba vigente desde el Protocolo de Kyoto, dijo Marshall en entrevista con IPS.
Comprender el porqué no es difícil. Las emisiones canadienses son 34 por ciento superiores a las de 1990, y rápido crecimiento. Asimismo, la enorme producción de petróleo que extrae de las arenas bituminosas de la occidental provincia de Alberta es considerada la mayor fuente industrial individual de emisión de dióxido de carbono.
La reducción de emisiones que ofreció el primer ministro canadiense Stephen Harper se limita a tres por ciento por debajo del nivel de 1990 para 2020, menos que la obligación que asumiera en el Protocolo de Kyoto de recortar seis por ciento para 2010.
Ottawa también presiona con fuerza, junto con Estados Unidos, para que la comunidad internacional abandone por completo el proceso de Kyoto, algo que causa la ira de los países en desarrollo.
Y Canadá pretende que los países del Sur asuman importantes compromisos de reducción de sus emisiones, a pesar de que el país del Norte no está dispuesto a cumplir con las obligaciones que contrajo en 2002.
«La reputación de Canadá nunca ha sido peor, y nuestra influencia nunca fue menor», sostuvo Maurice Strong, un reconocido empresario que fuera secretario general de la conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente en 1972, el primer director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y presidente de la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992.
«Llevé a cabo una encuesta informal en el Centro Bella (la sede de la cumbre climática en Copenhague) y aquí casi todos dicen que Canadá es el aguafiestas», comentó Strong a IPS. «Las arenas bituminosas nos están convirtiendo en uno de los peores contaminantes del planeta».
«Los canadienses no pueden estar orgullosos de esto», agregó.
Los científicos no se cansan de advertir que para tener alguna posibilidad de mantener el incremento de la temperatura mundial por debajo de los 2 grados considerado el umbral tolerable para evitar efectos catastróficos en el planeta los países industrializados deben reducir sus emisiones entre 25 y 40 por ciento para 2020 en comparación con la base de 1990.
El crecimiento de las emisiones internacionales deberá llegar a su cima en 2015 y caer rápidamente a cero para 2050, explicó John Schellnhuber, director del Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto Climático, de Alemania.
Las propuestas manejadas en Copenhague hasta el momento provocarían un incremento mínimo de 3,5 grados, alertó Schellnhuber a IPS. «Aquí nadie habla de que las emisiones lleguen a su punto máximo antes de 2020, y ese es el punto más importante desde una perspectiva científica», advirtió.
Si las emisiones llegan a su cima recién en 2020, entonces deberán descender un nueve por ciento anual. «Una caída tan abrupta es inimaginable en la actualidad», dijo.
«Al no acceder a las reducciones de emisiones, Canadá nos apunta a la cabeza con una pistola cargada, y parece dispuesta a apretar el gatillo contra millones de personas en todo el mundo», comentó la ugandesa Kodili Chandia, activista de Action Aid, una organización internacional.
Las autoridades canadienses «no nos dejan otra opción que verlos como unos criminales», expresó.