CAMBIO CLIMÁTICO-CHINA: Los riesgos de crecer

China se propone dar un gran salto hacia adelante sirviéndose de la expresión de moda «bajo carbono», con la que el gobierno se promociona y la ubica como nuevo motor de crecimiento.

La motivación política y el fervor de los gobiernos locales por subirse al tren de la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, empero, hacen temer por una sobreproducción industrial, lo que puede empeorar las fricciones entre China y sus socios comerciales.

Las advertencias recibidas por China de que su expansión en el sector de energías verdes puede haber excedido ciertos límites coinciden con el comienzo este lunes en Copenhague de las negociaciones de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

Los representantes y delegados de los países y de distintas instituciones procurarán delinear un tratado para la reducción de emisiones de gases invernadero, causantes del recalentamiento planetario, que dé continuidad al Protocolo de Kyoto, cuyas metas fueron establecidas para 2012.

El Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 y en vigor desde 2005, obliga a los 37 países industriales que lo ratificaron a reducir sus emisiones para 2012 a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990.
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La Cámara de Comercio Europea en China advirtió a Beijing la semana pasada del riesgo de la reacción comercial. Los enormes paquetes de estímulo dispuestos por el gobierno nacional del gigante asiático para revivir su economía agravaron el problema de la sobreproducción, lo que puede derivar en un nuevo auge de las exportaciones baratas.

El crecimiento del sector de equipamientos para la energía eólica, por ejemplo, es uno de los que tuvo una gran sobreproducción.

Además, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dejó de entregar fondos para proyectos chinos de energía eólica hasta confirmar si fueron aceptados de forma justa.

Según el periódico The Financial Times, el foro mundial adoptó esa decisión el verano boreal pasado con las granjas eólicas chinas ante la posibilidad de que Beijing hubiera suspendido los subsidios para que pudieran formar parte del Mecanismo de Desarrollo Limpio, previsto en el Protocolo de Kyoto.

El MDL permite que las naciones ricas, obligadas a reducir su contaminación climática, compensen parte de sus emisiones de gases de efecto invernadero financiando proyectos para abatirlas en los países en desarrollo, entre los que el convenio cuenta a China.

Antes de que la comunidad internacional y los empresarios dieran la voz de alerta, autoridades chinas comenzaron a preocuparse ante la posibilidad de que el nuevo impulso de la energía limpia cree una sobreproducción que pudiera convertirse en una carga para el país a largo plazo.

La estatal Comisión Nacional de Desarrollo y Planificación divulgó una circular en julio advirtiendo de que no se volviera a recalentar la economía. El Consejo de Estado, el gabinete chino, anunció en noviembre medidas para limitar el aumento de la producción en siete sectores.

«No sólo Beijing tiene proyectos que emiten poco dióxido de carbono, sino que las 32 provincias chinas tienen los suyos, los que, a veces, hasta son más ambiciosos que las metas nacionales», señaló Wu Changhua, directora para China de la organización no gubernamental Climate Group, con sede en Gran Bretaña.

«No parecen darse cuenta de que no basta con producir tecnología y tener energía limpia, también deben poder propagarla», añadió.

Una exposición sobre tecnología baja en carbono realizada en noviembre en Nanchang, capital de la central provincia de Jiangxi, competían por adoptar el nuevo concepto de bajo carbono.

El gobierno provincial anunció en esa ocasión que tenía un proyecto de cooperación con Finlandia para construir una ciudad ecológica, con un mínimo de emisiones de gases contaminantes, cerca del lago Poyang, el mayor de agua dulce del país.

La ciudad, también conocida como DigiEcoCity fue planificada por una compañía finlandesa de igual nombre y fue la envidia de todas las otras localidades construidas por la empresa.

«El impulso de la economía verde se politizó totalmente», señaló uno de los participantes de la exposición que no quiso dar su nombre. «Todos los representantes provinciales cortejaban al arquitecto finlandés y le sugerían elegir su provincia para construir la próxima DigiEcoCity», añadió.

La compañía finlandesa accedió a construir otra ciudad ecológica en el este de la provincia de Jiangsu y negocia con Beijing y Shanghái para construir otras, informó la estatal agencia de noticias Xinhua.

«Tener una de esas ciudades es considerado un prestigio político», señaló la fuente.

Funcionarios chinos también exploran posibilidades de cooperación con empresarios británicos para construir ciudades ecológicas, con la intención de tener unas cuantas viviendas verdes modelo en China, hermanadas con proyectos de desarrollo similares en Gran Bretaña.

«El peligro es que muchos funcionarios aprovechan la coyuntura política, pero sus regiones no tienen instalaciones ni recursos para apoyar la implementación de nuevos proyectos verdes», señaló al periódico China Times Zhang Yongwei, del Centro de Investigación para el Desarrollo del Consejo de Estado.

Sólo 2,2 por ciento del monto total destinado por Beijing a inversiones en innovación tecnológica fueron utilizados para ese fin, según una encuesta mencionada por Zhang, que fue publicada en octubre y realizada por un grupo de trabajo del Congreso Nacional del Pueblo (parlamento) sobre el uso dado por cuatro provincias a ese dinero.

«El gobierno señaló que daría un gran apoyo a la economía de bajo carbono, pero su implementación en el ámbito local es irregular debido a que muchos lugares carecen de fondos y de empresas fuertes necesarias para sostener un desarrollo verde», añadió Zhang.

El desarrollo de energía eólica es un ejemplo concreto. China se propuso en mayo de este año aumentar la generación eléctrica a 100 gigavatios para 2020, respecto de los 30 que el gobierno central se había fijado como objetivo 18 meses antes.

China se convertió este año en el lugar donde más creció la capacidad de generación de energía eólica, superando a Estados Unidos, según un informe de Global Wind Energy Council (consejo global de energía eólica), divulgada en el verano boreal.

Pero el sector de la energía eólica sigue siendo controvertido, porque las autoridades parecen más interesadas en alcanzar objetivos de capacidad de generación que en asegurarse que la electricidad producida vaya a la red de suministro.

Muchas turbinas instaladas quedaron fuera de servicio porque los proveedores descubrieron que las redes de distribución de energía no estaban preparadas para alimentar el tendido eléctrico.

La sospecha de que Beijing cortó los subsidios al sector para acogerse al MDL y cumplir con sus objetivos en materia de energía no contaminante parece respaldar la decisión de la ONU, dada a conocer la semana pasada, de dejar de aprobar proyectos de energía eólica de China.

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