El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, anunció su renuncia a la reelección, al evaluar que Estados Unidos no presionaba lo suficiente a Israel para que frenara los asentamientos judíos ilegales en Cisjordania.
Al dar a conocer su decisión el jueves de noche, Abbas volvió a poner el énfasis en el avance de los asentamientos. Detener su construcción es una de las condiciones de la ANP para reanudar las negociaciones con Israel.
Sus declaraciones crearon alarma en círculos israelíes y estadounidenses, pues se lo considera el líder palestino más moderado.
En su partido, el secular y centroizquierdista Fatah, no hay acuerdos sobre el nombre de su sucesor, mientras acecha el archienemigo de este grupo, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), con el que muchos países occidentales se niegan a dialogar.
La comunidad internacional respalda a la ANP. Pero en amplios sectores de la sociedad palestina se percibe a Abbas como un títere de Israel y de Estados Unidos. Lo acusan de ubicar los intereses de su pueblo en un segundo plano, detrás de los intereses geopolíticos y estratégicos del estado judío y de su benefactor incondicional.
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"El gobierno estadounidense vacila sobre si presionar a Israel por el cese de la construcción de asentamientos, y parece haber vuelto a su promesa de implementar esto como condición para que continúen las negociaciones", dijo a IPS Samir Awad, de la cisjordana Universidad Birzeit.
"Esto ha debilitado a la ANP, a un punto en que ahora está confundida y desesperada", declaró Awad.
Dándose cuenta de que incluso un líder palestino dócil y condescendiente tiene sus límites, tanto Israel como Estados Unidos cortejan a Abbas para persuadirlo de que reconsidere su decisión.
El miércoles, cuando la prensa anticipó la renuncia, el presidente de Israel, Shimon Peres, llamó de inmediato a su par de la ANP y para pedirle que no la concretara.
Mientras, la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Clinton, se comunicó con el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, para proponerle que intercediera ante Abbas para que cambiara de opinión.
Pero aún no está claro si la renuncia de Abbas a la candidatura se hará efectiva o si el presidente palestino la esgrime como medio de presión a los gobiernos de Barack Obama y Benjamín Netanyahu.
"Si los estadounidenses ofrecen a Abbas una salida y vuelven a comprometerse con las resoluciones internacionales relativas a los territorios palestinos ocupados, es muy posible que retire su renuncia", opinó Awad.
"El lenguaje que empleó en su declaración del jueves dejó abierta esta posibilidad. Además, en otras oportunidades insinuó una renuncia como herramienta de negociación política", agregó Awad.
"Ya antes aceptó la renuncia de su primer ministro Salam Fayyad solamente para volver a designarlo", explicó. "Inicialmente también respaldó el Informe Goldstone, y luego retiró su apoyo, pero presionado por la indignación del público palestino volvió a respaldarlo."
El Informe Goldstone, presentado el 15 de septiembre, acusa al gobierno de Israel, y también a Hamás, de crímenes de guerra durante la ofensiva contra Gaza que se extendió entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero último.
El estudio respalda las conclusiones de organizaciones de derechos humanos internacionales e israelíes, según las cuales buena parte de los 1.400 pobladores de Gaza muertos en la guerra eran civiles y posiblemente Israel los había tomado por blanco deliberadamente.
El jueves, la Asamblea General votó abrumadoramente a favor del Informe. De sus 192 miembros, 114 votaron a favor, 18 por la negativa y 44 se abstuvieron. Entre los que se manifestaron en contra figuraron Israel, Estados Unidos, Alemania, Australia, Canadá, Italia y Holanda.
Ahora, con el aviso de su renuncia, Abbas bien puede haber encendido una falsa alarma. Pero se encuentra en una posición tan débil a ojos del público y de varios partidos políticos palestinos que disparar al aire se ha vuelto para él una estrategia cada vez más común.
En los últimos tiempos, incluso, anunció que las elecciones generales palestinas se realizarían el 24 de enero, con o sin un acuerdo de unidad entre Fatah y Hamás, o con el aval del movimiento islamista.
Éste fue un intento o bien de presionar a Hamás para que se integrara a un gobierno de unidad o bien para marginarlo al hacerlo parecer un obstáculo por negarse a participar en los comicios. No le sirvió de nada.
El ministro del Interior de facto en Gaza, territorio controlado por Hamás, Fathi Hammad, replicó que su cartera impediría la realización de elecciones en Gaza, dado que habían sido anunciadas unilateralmente por la ANP sin consultar a todos los partidos políticos palestinos.
Hamás también declaró que todo aquél que participara en los comicios debería afrontar consecuencias legales.
"Los estadounidenses ayudaron a debilitar a Abbas al pedirle a él y a Egipto —que hace dos semanas actuó como mediador entre las dos facciones palestinas— que frenaran las conversaciones de unidad", dijo Awad a IPS.
"Amenazaron con que Washington retiraría su asistencia a cualquier gobierno de unidad que incluya a Hamás", agregó.
Esto hizo que Abbas y su ANP parecieran incapaces no sólo para controlar los territorios palestinos, sino tan siquiera para realizar elecciones allí. En este escenario, muchos dudan de que se concreten los comicios de enero.
La ANP se ha decepcionado tanto que el principal negociador palestino, Saeb Erekat, declaró el miércoles que la alternativa que le queda a su pueblo puede ser "volver a concentrar su atención en la solución de un estados en el que musulmanes, cristianos y judíos vivan en igualdad".
"Éste es el momento de la verdad para nosotros", expresó.
La solución de "un estado" es anatema para Israel, dado que el equilibrio demográfico a favor de los palestinos le pondría fin como Estado judío.
"Los palestinos no nos vamos a ninguna parte. Estamos aquí, en Cisjordania y Gaza, y representamos una minoría considerable en el propio Israel", dijo Awad.
"Israel tiene que considerar sus opciones", añadió.