China se resiste a adoptar fuertes medidas contra el cambio climático para no detener su crecimiento económico, lo que podría derivan en desempleo e inestabilidad social. Pero no actuar firmemente contra el fenómeno en definitiva causaría los mismos o mayores problemas.
El debate en Beijing sobre sus prioridades aumenta cuando faltan cuatro semanas para la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15), en la que se procurará, entre el 7 y el 18 de diciembre en Copenhague, delinear un tratado para la reducción de las emisiones mundiales de gases invernadero, causantes del recalentamiento planetario.
Ante el mundo, China insiste en que es todavía un país en desarrollo, y que no se le deben pedir compromisos que obstaculicen sus esfuerzos para sacar a más de 200 millones de sus habitantes de la pobreza. Pero, a nivel interno, los líderes en Beijing son criticados por apoyar una expansión económica que causa degradación ambiental y en definitiva perpetúa la pobreza.
En un informe divulgado en septiembre, el Instituto de Economía Ambiental en la Universidad de Renmin calculó que la adopción de estrictas metas de reducción de emisiones le costará a China siete por ciento de su producto interno bruto (PIB) para 2050. Pero si logra un acuerdo para que las metas se adapten a sus necesidades económicas, ese costo será solamente de 2,3 por ciento de su PIB.
Este argumento da pie para un menor compromiso chino, si es que hay alguno, en la conferencia de Copenhague.
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Pero esta actitud será contraproducente, insisten analistas. El cambio climático ya se destaca entre los principales factores que perpetúan la pobreza en China, señalan.
El lobby ambientalista liderado por el prominente economista Hu Angang llamó al gobierno chino a realizar serios esfuerzos para reducir las emisiones de gases invernadero.
"La degradación ambiental, las sequías y el creciente riesgo de desastres significan que en el futuro tendremos que ver a más y más personas volviendo a caer en la pobreza", señalaron en un informe conjunto las organizaciones internacionales Greenpeace y Oxfam.
Hu Angang, profesor de políticas públicas en la Universidad Tsinghua de Beijing, dijo que China es la mayor víctima del cambio climático. En los últimos años, este país ha visto más sequías, tormentas, inundaciones y aumentos en el nivel del mar, todo lo cual dificulta su lucha para sacar a millones de personas de la pobreza.
En el informe de Oxfam y Greenpeace, supervisado por Hu Angang, académicos y activistas señalaron que el creciente gasto para reducir las emisiones y mitigar los efectos del cambio climático sería por lo menos compensado por los ahorros en reconstrucción y ayuda ante desastres.
"Es irracional hablar de las condiciones nacionales de China cuando se arguye que no debemos adoptar acciones contra el cambio climático. Luchar contra el recalentamiento planetario está en el centro de los intereses nacionales de China", afirmó Hu.
La cuarta evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, publicado en febrero de 2007, reveló la vulnerabilidad china ante el recalentamiento planetario. Un significativo número de académicos de este país participaron como co-autores del estudio, lo que dio más relevancia a sus resultados a nivel local.
La investigación sugiere que el cambio climático exacerbará las sequías en los áridos norte y oeste del país, y agravará las inundaciones en el sur y este. Señalando que la tierra absorbió menos agua durante las últimas inundaciones que durante los periodos de lluvias tradicionales, los académicos pronosticaron que ambas cosas profundizaron la ya grave escasez de agua y los problemas de erosión del suelo.
La creciente incidencia de las sequías y de las inundaciones ha inclinado a la opinión pública a favor de que Beijing adopte medidas contra el recalentamiento planetario.
La presión interna se ha acentuado con las críticas internacionales de las acciones de Beijing en el frente ambiental. Fuertemente dependiente del carbón para impulsar su economía, China superó a Estados Unidos como el mayor emisor de gases invernadero.
Diplomáticos chinos arguyen que el Sur en desarrollo no debería someterse a topes de emisiones mientras se esfuerza por superar la pobreza, y en cambio exhortan al Norte industrializado a que lidere las medidas contra el recalentamiento planetario, ayudando a los países pobres con tecnología y capital para adoptar medidas de mitigación.
Pero muchos en Occidente, particularmente Estados Unidos, temen que darle lugar a China para que expanda su crecimiento sin obligaciones ambientales sería una ventaja económica injusta.
Estados Unidos, el único país industrializado fuera del Protocolo de Kyoto, instrumento internacional contra el cambio climático que expirará en 2012, ha alertado que consideraría nuevos aranceles de frontera si se veía en desventaja con otros países exportadores al aumentar sus costos con la adopción de una economía con menos carbono.
Lejos de comprometerse con una reducción, China ha diseñado medidas que, arguye, se ajustan más a sus condiciones nacionales, como metas de eficiencia para la industria, de desarrollo de energías renovables y de impuestos a las exportaciones con uso intensivo de energía.