Cruz Ayala, de 55 años, llora la muerte de su madre, Catalina Ayala, de 71 años, y de su sobrina Carolina, de 15, en las afueras de la ermita del poblado de Verapaz, en el central departamento salvadoreño de San Vicente.
Las lluvias de la madrugada del domingo provocaron un deslizamiento de lodo y rocas que sepultó parcialmente el pueblo. Otra sobrina de Ayala, Evelyn, de 14 años, se encuentra entre la decena de personas reportadas como desaparecidas.
Éramos "como 20 personas subidas en un techo, nosotros creíamos que a evacuarnos iban cuando oíamos los gritos, pero no, eran los gritos de la gente que se llevaba la corriente, y nos pedían ayuda y no podíamos", dijo Cruz a IPS, entre lágrimas.
Otros cinco cadáveres yacen fuera de la ermita, envueltos en cobijas embadurnadas de lodo. En total murieron 12 personas en Verapaz, pero en todo el país la cifra fue de 124 fallecidos, sobre todo en los departamentos más afectados por las lluvias: San Vicente, San Salvador, La Paz, La Libertad y Cuscatlán, en el centro y sur del país, sobre la costa del océano Pacífico. Hay 1.570 casas dañadas.
Se reportan además unos 60 desaparecidos y 7.500 damnificados. Lo ocurrido el domingo es la peor catástrofe que vive este pequeño país centroamericano desde los terremotos de enero y febrero de 2001. La magnitud de los daños materiales y económicos aún no se cuantifica.
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Las lluvias fueron producto de un sistema de baja presión atmosférica en el Pacífico vinculado a la tormenta tropical Ida, que está causando inestabilidad en extensas zonas del mar Caribe y del Golfo de México, del lado del Atlántico.
El presidente Mauricio Funes dijo en cadena nacional de radio y TV la noche del domingo que la catástrofe es la conjugación de la vulnerabilidad del país y la precariedad en que vive la población.
"El drama al que asistimos es producto de la precariedad en que se encuentran amplias zonas del país por falta de zonas de mitigación y prevención de riesgos que desde hace años se demandan y que nunca fueron realizadas", dijo Funes, en referencia a los gobiernos que le precedieron, conducidos por la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), derrotada en las elecciones de marzo.
Funes fue investido en junio como el primer presidente de izquierda en este país, tras el triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
"Es una historia que se repite cada invierno, pero que tiene que tener de una vez por todas un punto final", agregó. El mandatario decretó estado de emergencia nacional para movilizar los recursos del Estado a la atención de los damnificados y las labores de reparación.
El ambientalista Ángel Ibarra, presidente de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), sostuvo que, según estudios del Banco Mundial, 90 por ciento del territorio del país se encuentra en niveles de vulnerabilidad de moderados y leves.
Ibarra señaló que el efecto de los desastres naturales se magnifica porque existe un grave deterioro ambiental, y no ha habido políticas que ayuden a superar la pobreza y exclusión social, de modo que casi siempre las víctimas son pobres que viven peligrosamente en viviendas precarias a la orilla de ríos o los pies de los cerros.
Tampoco hay una correcta prevención de los desastres, y se actúa siempre reactivamente. "Los problemas nos agarran como que fuera la primera vez", dijo Ibarra a IPS. "Aquí tenemos una política de levanta-muertos, hasta que las cosas pasan reaccionamos", agregó.
El Salvador sufre constantes desastres naturales, tras los cuales aparecen informes y estudios señalando la necesidad de mejorar, por ejemplo, un sistema de alerta temprana. Pero ese sistema casi nunca funciona cuando se necesita.
"Tenemos, además de la vulnerabilidad socio-ambiental, vulnerabilidad institucional", agregó Ibarra, en alusión a la poca coordinación existente entre diversas instancias estatales.
Los pronósticos meteorológicos hablaron desde el miércoles pasado de que habría fuertes lluvias el fin de semana, y el gobierno decretó "alerta verde". Pero la "alerta naranja" no fue adoptada hasta bien entrada la mañana del domingo, cuando ya se informaba de muertos en varias partes del país.
El Servicio Nacional de Estudios Territoriales, oficina del gobierno que produce los reportes de clima, había pronosticado lluvias con una precipitación de 100 milímetros. Pero en la madrugada del domingo, cayeron 355 milímetros en solo cuatro horas, y el aguaje fue comparativamente más fuerte que el producido en 1998 por el Huracán Match, cuyos niveles de lluvia alcanzaron los 400 milímetros en cuatro días.
Un informe de la Mesa Permanente para la Gestión de Riesgos, fechado en mayo, señala que 75 por del país se encuentra expuesto a algún tipo de amenaza natural y agrega: "En los últimos 20 años, El Salvador ha registrado 12 desastres de gran magnitud, que han significado más de 4.332 fallecidos, 2.760.659 damnificados y 3.953 millones de dólares en pérdidas. La población más impactada han sido las mujeres y las niñas, debido a las condiciones de vulnerabilidad".
Ricardo Navarro, director del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada, señala que El Salvador se vuelve más vulnerable en lo social y en lo ambiental porque "en el país predomina el interés económico, y no lo social ni lo ambiental", dijo a IPS.
"Lo que tenemos son las consecuencias de la destrucción de bosques para hacer espacio para más urbanizaciones y hasta para construir canchas de golf", dijo Navarro. "Ahora la naturaleza nos está pasando la factura".
Tanto Navarro como Ibarra criticaron, por separado, el que el gobierno haya bajado sustancialmente el presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, pues lo que se necesitaba era fortalecerlo, y eso pasa por inyectarle más recursos financieros. "Eso quiere decir que ni este gobierno le está apostando a lo ambiental", dijo Navarro.