«No voy a extrañar mi vieja casa, nunca nos protegió de las inundaciones ni de las tormentas», dice la pakistaní Dadi Ibrahim. Los únicos lazos que conserva con su destartalada casucha son los «lindos recuerdos» de su vida con su difunto marido.
Ibrahim, de la aldea Haji Jaffar Jamari, en el distrito de Thatta, en la meridional provincia de Sindh, está por convertirse en la feliz propietaria de una nueva casa de dos habitaciones que el gobierno le entregará a fines de este mes.
Con 65 años, desde que tiene memoria ocupó una choza con techo de paja, muy diferente a su nuevo hogar, que contará hasta con un sistema de uso eficiente de la energía.
Junto a otras 25 familias, Ibrahim es beneficiaria del Programa de Vivienda Popular, Modelo Benazir, por la asesinada primera ministra Benazir Bhutto (1953-2007).
El programa, presentado el 1 de mayo de este año, entregará estas viviendas de bajo costo, con uso eficiente de energía y resistentes a las inclemencias climáticas a la población indigente de esta provincia del sur de Pakistán.
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Kazbano Fateh, también residente de Thatta, se siente aliviada de abandonar su vieja choza.
"No hay nada que recordar ni extrañar", señala Fateh, madre de cinco hijos. Por cierto, no extrañará dedicarse a rellenar las grietas de los muros con barro ni empaparse cada vez que llueve, ni tener que secar toda la casa después de una tormenta.
"Vivimos en condiciones muy difíciles", apunta. Ahora sus hijos tendrán un lugar que podrán considerar su hogar, agregó.
Las familias beneficiarias fueron elegidas en base a dos criterios: ser muy pobres y vivir en lugares propensos a los desastres naturales.
Al menos dos de cada tres viviendas de la zona rural de Sindh están en zonas de extrema "vulnerabilidad" a los desastres naturales, pese a que esta provincia tiene el mayor ingreso por habitante de Pakistán, según el informe "Estado del Ambiente y del Desarrollo", realizado en 2004 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Ibrahim recuerda que Thatta fue un distrito pujante del delta del río Indus, a unos 98 kilómetros de la meridional ciudad portuaria de Karachi. Pero su ubicación en zona de ciclones y vulnerable al avance del mar la hundieron en la pobreza.
Atrás quedaron aquellos días en que Thatta disfrutaba de los beneficios de la agricultura, ahora en decadencia porque los habitantes emigraron a las ciudades, donde son muy pobres o trabajan como jornaleros.
Alrededor de 880.000 hectáreas de tierras cultivables del delta, donde se ubica Thatta, quedaron bajo el mar en las últimas dos décadas, según el no gubernamental Pakistan Fisherfolk Forum (Foro de Pescadores de Pakistán), que defiende el derecho de las pequeñas comunidades indígenas que realizan esa actividad en este país de 180 millones de habitantes.
El plan de vivienda para construir 500 unidades habitacionales, es una iniciativa conjunta del gobierno de esta provincia y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El PNUD fue el primero en utilizar técnicas innovadoras en un proyecto similar, pero de menor escala, en Thatta y en la cercana Badin, entre 2003 y 2004.
"El material utilizado y la tecnología se desarrollan en el ámbito local", explica Jawed Shah, asesor técnico del proyecto. Es la primera vez que se utilizan "bloques de tierra comprimida" (BTC) para la construcción de viviendas en Pakistán, agrega.
Los BTC se fabrican con 94 por ciento de piedra triturada y seis por ciento de cemento en un proceso que no insume casi energía porque no son cocidos.
"El BTC es un aislante natural que permite regular la temperatura interna" de la vivienda, explica Shah.
"Reemplazar los ladrillos cocidos por BTC es muy bueno para el ambiente porque los hornos que se usan para fabricar los bloques tradicionales liberan dióxido de carbono", indica Shah. Además, la leña que se requiere agrava la tala de árboles, añade.
Los hornos para fabricar ladrillos son contaminantes e insalubres porque contaminan el aire y liberan pequeñas partículas sólidas que afectan los pulmones.
Los BTC son una buena forma de adaptarse al cambio climático, coincide Masood Mahesar, director ejecutivo de la Fundación de Investigación y Desarrollo, que ayuda a entidades locales de indígenas y es una de las dos organizaciones no gubernamentales contratadas por el PNUD para implementar el proyecto.
Las viviendas tendrán faroles solares, más seguros y baratos que las de queroseno, además de contar con instalación eléctrica.
Los beneficiarios colaboran en la construcción de sus propias viviendas. Más de 700 personas recibieron capacitación en las técnicas alternativas de elaboración de materiales y construcción.
El programa se lleva adelante en tres distritos costeros de esta provincia, además de Thatta, Badin y Karachi, todos sujetos a las continuas inclemencias climáticas que agravan las ya precarias condiciones de las comunidades más pobres.
Las viviendas, que se construyen en los terrenos de sus propietarios, tienen el mismo diseño y la misma superficie, de unos 59 metros cuadrados.
El gobierno firmó en enero de este año un Memorando de Entendimiento con el PNUD, que colabora con el proyecto en el marco del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD).
El PPD fue creado en 1992 y forma parte del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (conocido por sus siglas en inglés GEF), administrado por el PNUD, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Banco Mundial, para promover soluciones sociales de desarrollo sustentable.
El PNUD prometió 200.000 dólares para la construcción de viviendas, en tanto el gobierno ya otorgó 50 por ciento del costo total del proyecto, que asciende a 2,3 millones de dólares.
Otra de las innovaciones, explica Shah, son sus cimientos arqueados para la acción corrosiva de la filtración de agua, la humedad y la salinidad, que se acentúan con el aumento del nivel del mar.
"El techo piramidal es térmico, a prueba de filtraciones, liviano y económico en comparación con los convencionales. La mampostería con bloques huecos, reforzados con varillas, no sólo es una técnica de construcción simple, sino que resiste terremotos, vientos fuertes y la presión lateral" del suelo, añade.
Ibrahim cuenta los días que faltan para recibir la llave de su nueva casa a fines de este mes, cuando se terminen 100 de las 500 viviendas contempladas por el proyecto. "Nuestra vida ya cambió", señala.
* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org).