Mientras la lluvia golpea el techo de paja de su choza de adobe, Goromah Borbor se acurruca y relata cómo murió su hija Annie durante el parto.
"Cuando le empezaron los dolores llamé a la partera", recuerda Borbor, jugando con el montón de pulseras tejidas que adornan su brazo. "Empezó a quejarse y a temblar, luego los labios, la boca y todo el cuerpo se le empezaron a hinchar".
La familia Borbor vive en Baila, un poblado del este de Liberia con 3.000 habitantes, pero ningún centro de atención médica. Cuando hay una emergencia, la gente suele concurrir al hospital más cercano que está a una hora de automóvil. El viaje se complica en la estación de lluvia por el deterioro de los caminos.
Al igual que las cientos de mujeres que mueren en Liberia por complicaciones en el embarazo y el parto, Annie y su bebé fallecieron en su casa.
"Las parteras nunca me explicaron por qué se enfermó", relata Borbor mientras contempla la lluvia caer.
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En este país mueren 994 mujeres cada 100.000 nacidos vivos, según la Encuesta de Demografía y Salud de 2007. La gran mayoría de las embarazadas paren en sus casas o en centros que carecen de personal médico calificado.
El riesgo de sufrir muerte materna durante el ciclo reproductivo de las liberianas es de 8,3 por ciento, uno de los más altos del mundo, según un informe divulgado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en enero de este año.
En Baila, en el límite entre el distrito de Bong y el de Nimba, las mujeres están expuestas a muchos de los factores que más inciden en la mortalidad materna. La falta de clínicas obliga a las embarazadas a recorrer largas distancias por caminos en mal estado para recibir asistencia en el parto y cuidados posparto y en los casos de emergencias obstétricas.
Liberia está reconstruyendo la infraestructura de transporte y de salud, destruida durante la guerra de 1989 a 2003. Los trabajos se dificultan en la temporada de lluvias, de mayo a noviembre, cuando cae un promedio de 4.300 milímetros de agua. Es una de las zonas más húmedas del mundo.
La circulación se complica porque las lluvias torrenciales dejan enormes pozos o terminan con los caminos. Ríos y arroyos se desbordan e impiden el paso.
Estudios realizados en Gambia, Mozambique y Senegal muestran un aumento significativo de la mortalidad materna durante la estación de lluvias. Varios factores inciden en esa tendencia estacional, como el incremento de casos de paludismo y la falta de servicios de salud.
Todos los martes, Gban Kollie recorre un largo trayecto por senderos embarrados bajo lluvias torrenciales hasta el mercado de Baila para vender verduras.
"Estoy embarazada, pero no sé de cuántos meses", señala Kollie con aspecto de cansada mientras cubre su panza, que parece de ocho meses, con una tela dorada y violeta.
Kollie nunca se controló el embarazo. Vive en medio de la selva y lo más lejos que llega es hasta Baila para hacer un poco de dinero. Para ir a un hospital tendría que caminar muchas horas porque en automóvil es muy caro. Siete de los 10 hijos que tuvo en la selva murieron.
"Tuve complicaciones en algunos partos, una vez parí un niño muerto", recuerda Kollie, hablando en dialecto kpelle.
Tohn Kolleh, una partera con 20 años de experiencia, reconoce que en casos de emergencia es necesario ir al hospital.
Es difícil y caro encontrar un automóvil con espacio para trasladar a las embarazadas, señala Kolleh, y cuenta que conoce mujeres que murieron al costado del camino mientras esperaban que alguien las llevara al hospital. A veces, algún vecino las traslada en carretilla.
"Algunas aldeas están lejos del camino principal. A unas cuatros horas de caminata", añade.
El Hospital Metodista Unido de Ganta está a unos 45 minutos en automóvil desde Baila, pero en la estación de lluvias esos minutos se alargan. En la maternidad, los bebés lloran y las madres se sofocan de calor en sus camas.
La supervisora adjunta, Comfort Neufville, reprende a las embarazadas por llegar al hospital en estado delicado cuando su vida corre peligro.
Muchas liberianas sobreviven con menos de un dólar al día y no pueden hacer frente a los costos de parir en un hospital.
En Ganta, la atención del parto cuesta entre 8,50 y 11 dólares, y dos más por cada día de internación. En la época de lluvias, conocida como "estación del hambre", es todavía más difícil por la escasez de alimentos y la inflación.
"Dejan a las mujeres en la aldea hasta último momento y las traen al hospital cuando surgen complicaciones", protesta Neufville en voz alta para que toda la maternidad escuche la reprimenda. "Cuando llegan en ese estado tenemos que hacer cirugía".
Las cuatro principales causas de la mortalidad materna son hemorragias, infecciones, eclampsia y parto obstruido, según la Organización Mundial de la Salud. Son complicaciones médicas que las parteras, con limitados conocimientos en aldeas alejadas y sin los instrumentos necesarios, no pueden atender.
Alrededor de 80 por ciento de las muertes maternas pueden evitarse con una asistencia adecuada en los centros de salud, según Unicef. Pero en Liberia no basta con más clínicas ni más personal médico, es necesario mejorar la infraestructura de transporte y la educación de las mujeres.
Cuando la lluvia cede y el mercado cierra, Gban Kollie rechaza la idea de parir en Baila. Lentamente y con dificultad inicia la larga marcha hacia su vivienda en la selva, lejos de las parteras y de alguna posibilidad de recibir asistencia.
Goromah Borbor se sigue preguntando cómo la felicidad del nacimiento se tornó en la desgracia de la muerte de su hija y de una nieta.