Aún con su casa semidestruida, Isabel García no piensa en mudarse a otro sitio. Prefiere la certeza de saber que siempre habrá una esquina para perder los ojos en el azul del mar o en el verde de las montañas que abrigan a la oriental Santiago de Cuba.
"Le tengo amor a este lugar donde crecí y ahora crecen mis cuatro hijos, el barrio es bueno, bien ubicado, todo me queda cerca, mis vecinos son buenísimos ". Esta mujer, de 41 años, enumera sus razones desde lo que serían la sala y el comedor de la ruinosa edificación, situada en el Centro Histórico de esta urbe, distante 861 kilómetros de La Habana.
En realidad, su motivación mayor debe apuntar a que su vivienda figura entre unas 200 incluidas en un proyecto que el arquitecto Omar López, director de la Oficina del Conservador de la ciudad, llama de "habitabilidad" e intenta "mejorar las condiciones de vida" de familias residentes en el centro histórico.
El barrio de Isabel se llama Los Maceo, donde unos 80 inmuebles se benefician de un programa apoyado por la Junta de Galicia (gobierno de esa comunidad autónoma de España) para la compra de material para techo e instalaciones eléctricas y sanitarias. "Hay que ir de a poco, los recursos son limitados", se conforma ella.
Hasta hace unos cinco meses, su casa se llovía y el riesgo de incendio o derrumbe era permanente. "Ahora tengo un poquito más de confianza. Duermo tranquila, con todos los cuartos (habitaciones) techados, mejoras en la redes de agua y energía eléctrica y sanitarios nuevos. Estamos reparando el baño y la cocina", cuenta.
El sector residencial ocupa 51,3 por ciento de las 320 hectáreas de superficie total del casco histórico, aunque sus poco más de 16.600 locales destinados a ese fin representan sólo 15 por ciento de las casas de toda la ciudad capital. Del total, sólo 1.053 son construcciones en buen estado.
Otras 8.794 se encuentran en estado regular y 5.916 son inmuebles en malas condiciones técnico-constructivas. Estudios de la Oficina del Conservador advierten que estos inmuebles albergan un alto porcentaje de población en situación precaria y de hacinamiento.
Sin embargo, el nivel de arraigo es grande. Una encuesta sociológica preparada en 2000 para el Plan Maestro de la ciudad arrojó que más de 52 por ciento de los habitantes nacieron en el área histórica, 27 por ciento procede de otros sitios, pero casi 80 por ciento son santiagueros de origen.
Según la misma investigación, 64 por ciento de la población habita en la vivienda actual hace más de 20 años, prácticamente el mismo porcentaje no desea mudarse y sólo poco más de tres por ciento quiere vivir en otro sitio. García figura entre quienes echaron raíces, pues vive en el mismo lugar desde los siete años.
DIALOGO CIUDAD-NATURALEZA
Santiago de Cuba, segunda en importancia socioeconómica después de La Habana, se recorta entre el mar y las montañas, lo cual le da un carácter especial y "hace que la ciudad dialogue continuamente con el entorno natural donde se encuentra", señala López. "Por eso decimos que es una ciudad paisaje", añade el "conservador" de la urbe.
Sus calles céntricas, a veces sinuosas y con puntos altos y bajos se convierten sorpresivamente en miradores naturales que permiten atisbar la ciudad desde distintas perspectivas, detenerse lo mismo ante un edificio aún en espera de reparación, frente a las aguas de la profunda bahía o para ver a lo lejos la Sierra Maestra.
Ese macizo montañoso fue entre 1956 y 1958 escenario de la guerra de guerrillas comandada por Fidel Castro contra la dictadura instaurada en 1952 por Fulgencio Batista, quien huyó del país el 1 de enero de 1959. Por su historial revolucionario, esta urbe oriental fue nominada Ciudad Héroe de la República de Cuba.
La singular arquitectura santiaguera muestra un rico patrimonio de los siglos XVII, XVIII y XIX, incluida una de las viviendas más antiguas de América, reconocida como la que habitó Diego Velásquez, el adelantado español y primer gobernador colonial de la isla de Cuba desde 1511.
La Oficina del Conservador, creada en 1996, tiene la misión de conservar los valores paisajísticos, urbanísticos y arquitectónicos de la ciudad, así como el rescate y preservación de sus tradiciones e historia. En 2008 se concluyó el Plan Maestro "una guía muy importante de trabajo", asegura López.
Las labores de restauración se financian en parte con un fondo propio al que tributan, con el dos por ciento de sus ingresos en divisas libremente convertible, empresas y organismos con incidencia en el casco histórico. También tiene un peso importante la cooperación internacional, concentrada hasta ahora en España e Italia.
El directivo reconoce que, si bien la ciudad se ha ido recuperando, aún falta mucho por hacer. "Podemos decir que aún tenemos 80 por ciento de edificaciones y espacios que están desde regular a mal estado", afirma. La rehabilitación de viviendas se redujo algo tras los huracanes de 2008, que obligaron a priorizar recursos en otras regiones.
LA CIUDAD PARA VIVIRLA
López rechaza la idea de una zona histórica remozada y bien conservada para la mera contemplación turística. "Damos un peso muy importante no sólo a la vivienda, sino al hábitat, al espacio público, para que la población residente en el área viva en mejores condiciones", asegura.
Además, la urbe que concebimos, "más que un conjunto de monumentos es un Monumento de Conjunto. Parece un trabalenguas, pero no lo es, pues se fundamenta en la prioridad que damos a los valores que de conjunto la ciudad posee". López incluye en ese "todo" lo paisajístico, urbanístico y "esencialmente", las viviendas de la ciudad.
"Es por eso que los programas más importantes que tenemos en estos momentos son de habitabilidad, para mejorar todo lo posible las condiciones de vida a la población que reside en la Ciudad Histórica. Hacia ahí apunta también el "proyecto centro", detenido por el desastre climático del pasado año, pero continuaremos en cuanto haya recursos", indicó.
Las labores de rehabilitación requieren en ocasiones desocupar el inmueble en que se trabaja. "Si eso es imprescindible, tratamos de mover a las personas a un lugar que mantenga condiciones similares. Ahora tenemos también el edificio de tránsito, que permite mover una familia, restaurar un lugar y volver a habitarlo", señaló López.
La estrategia de la Oficina del Conservador incluye el trabajo comunitario y de divulgación, para crear "conciencia ciudadana" y lograr que la gente se reconozca como "santiaguera" y pueda también decir cómo quiere su ciudad, que no sea un "espectador" sino un "ente activo" del proyecto.
"El santiaguero se siente orgulloso de su historia, de su música, de su arquitectura, de su ciudad. Pero nosotros queremos que ese sentimiento sea todavía más íntegro con un por ciento mayor de sabiduría por detrás. O sea que las personas sepan la razón de ese orgullo y conozcan los principios que lo sustentan", concluye López.
Como valor añadido, Isabel García apunta que el proyecto de rehabilitación en su barrio ha unido a los vecinos. "Tenemos un constante intercambio de información, nos ponemos de acuerdo para compartir transporte y traer los materiales. En fin, nos apoyamos mutuamente en lo que haga falta", asegura.