Cuando las negociaciones por la paz en Medio Oriente entre Israel, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Estados Unidos y el mundo árabe parecían tocar fondo, surgen sorpresivas señales de reflote.
La nueva situación se cristalizó cuando la Comisión de Derechos Humanos de la ONU decidió la semana pasada en Ginebra postergar seis meses el estudio del Informe Goldstone, que acusa a Israel de crímenes de guerra por su operación de diciembre y enero pasados en Gaza.
Así lo solicitó la delegación de la ANP bajo presión de Estados Unidos y con apoyo pleno de sus aliados árabes.
Washington ya no le reclama al gobierno de Benjamín Netanyahu que "congele" la construcción en los asentamientos judíos en Cisjordania y en Jerusalén oriental, sino que se "contenga".
De todos modos, el presidente Barack Obama continúa proclamando su compromiso total con la tarea de llevar a los bandos enfrentados a la mesa de negociaciones. Y la prueba de ese compromiso fue el manejo del Informe Goldstone, que endureció las posiciones de ambos lados.
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El gobierno estadounidense temía que el estudio encargado por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) obstaculizara el camino de las negociaciones.
Mientras, Netanyahu advertía que si la Comisión de la ONU aprobaba el Informe Goldstone, propinaría un "golpe fatal a la paz". Y la delegación de la ANP en Ginebra es ahora objeto de intensas críticas por promover la postergación de su estudio.
El presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, ya había recibido intensos cuestionamientos por acceder a reunirse el mes pasado en Nueva York con Obama y Netanyahu. El gobernante israelí logró en esa instancia imponer su posición acerca de los asentamientos.
Por lo tanto, la posición de la ANP sobre el Informe Goldstone es percibida por muchos como otra capitulación.
La ANP, que controla Cisjordania, y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), que domina el territorio palestino de Gaza, habían acordado el 26 de octubre en El Cairo la firma de un acta de reconciliación.
Pero el voto en Ginebra dio nuevos argumentos en contra a Hamás, que entiende que la ANP abandonó a su propio pueblo en Gaza durante la guerra.
El líder de Hamás en ese territorio, Ismail Haniyeh, dijo que no puede haber reconciliación dada esa actitud en la Comisión de la ONU, que "perpetuaría la inquietud interna". Otros dirigentes del movimiento islamista acusaron a Abbas de "traicionar a la nación", y hasta propusieron despojarlo de la ciudadanía palestina.
En el mundo árabe, se coincidió en que el pedido de postergación del debate fue un acto de traición, al mismo tiempo que los aliados de Estados Unidos en la región sopesaban el llamado de Obama a emitir señales de distensión hacia Israel con el fin de congelar las obras en los asentamientos.
A Washington, debatir el Informe Goldstone dentro de seis meses le da tiempo para reanudar las negociaciones. Pero no descarta esgrimir ese documento, llegado el caso, como una espada de Damocles sobre Israel para impedir que Netanyahu endurezca su juego en ese periodo.
Ésa es la razón por la que los aliados árabes de Estados Unidos aceptaron la postergación del debate en Ginebra. La jugada, en realidad, los alivió.
Al mismo tiempo, la ANP, que parecía malquistarse con todos, también puede ser percibida como demostrando una determinación y un coraje inusuales.
De hecho, seguir sin mayor reflexión el camino marcado por la opinión pública árabe habría sido una alternativa fácil. Por el contrario, el retraso corre en beneficio de los intereses de largo plazo de la ANP, pues asegura la alianza con Estados Unidos en oposición con Israel.
En cambio, a Netanyahu la postergación le sirve para cantar victoria en el corto plazo, del mismo modo que le sirvió la resolución del problema de los asentamientos.
El jefe del gobierno israelí no está particularmente predispuesto a resignar territorios ocupados. Pero podría descubrir, más temprano que tarde, que le conviene involucrarse en negociaciones sobre las cuestiones definitivas (incluido el futuro de Jerusalén) para eludir las preguntas moralmente incómodas que traza el Informe Goldstone.
En estos seis meses, en definitiva, el Informe Goldstone estará en un cajón, pero como una bomba activada que amenaza las posiciones de Israel. Mientras,
Obama continuará promoviendo un diálogo sobre la paz definitiva y la ANP se preparará para enfrentarse con Hamás en las elecciones generales en Cisjordania y Gaza previstas para mediados del año próximo.
En este periodo, además, Obama ganará tiempo para manejar de una manera más eficaz el conflicto con Irán por el desarrollo nuclear de ese país.
La paz definitiva es la meta, según declaró solemnemente en junio el presidente estadounidense en El Cairo. Y Obama es el árbitro de este juego.