EL SALVADOR: Lengua indígena se niega a morir

A la entrada de la escuela «Dr. Mario Calvo Marroquín», en el municipio salvadoreño de Izalco, se lee la frase «Yek shiajfikan», que significa «bienvenido» en náhuat, la lengua de las comunidades indígenas que aún habitan ésa y otras zonas del país.

Reunidos en un salón de la escuela en el sudoccidental departamento de Sonsonate, una docena de niños y niñas cantan el himno nacional en náhuat, algo infrecuente en otros centros escolares del país.

Los maestros de esa escuela iniciaron en 2002 el esfuerzo por enseñar a las y los escolares el idioma que hablaban las comunidades nahua-pipil cuando los conquistadores españoles ocuparon estas tierras, en el siglo XVI, y que hoy va rumbo a la extinción.

La lengua llegó al territorio que hoy se llama América Central junto con grupos que emigraron en el siglo X desde el centro del actual México, explicó a IPS el antropólogo Ramón Rivas. En México aún se habla, pero su vertiente salvadoreña está a punto de fallecer.

Actualmente en El Salvador sólo unas 200 personas, en una población de 5,7 millones de habitantes, hablan náhuat, según el Atlas Unesco de las Lenguas en Peligro en el Mundo 2009. Dentro de las cinco categorías de riesgo aplicadas por esta publicación, el náhuat se encuentra "en situación crítica", un paso anterior a "extinta".
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Cuando esos hablantes mueran, se llevarán con ellos la lengua de una cultura ancestral, hablada en varias regiones de El Salvador y de otros países de América Central.

El esfuerzo impulsado por los maestros de Izalco no tuvo apoyo oficial hasta ahora, pero la llegada de un nuevo gobierno, el 1 de junio, ha generado expectativas.

El 1 de septiembre, 50 niñas y niños de aquella escuela fueron invitados a cantar el himno en náhuat en el acto de conmemoración de la independencia nacional, que marcó los 188 años de separación de la corona española, en 1821. La celebración fue transmitida en vivo por la televisión.

"Fui donde el viceministro de Educación y le dije ‘yo quiero su apoyo al proyecto’, y a él le interesó", relató a IPS la directora de la escuela, Juliana Ama. En esa reunión se fraguó, agrega, la idea de que se entonara el himno en la lengua indígena.

IPS intentó sin éxito entrevistar al viceministro Eduardo Badía.

Como en muchos otros casos, la desaparición del náhuat comenzó cuando los españoles conquistaron esta región, en 1524, iniciando el proceso de transculturización. Pero se acentúo con procesos políticos y sociales desencadenados después de la conquista.

Un sistema que traspasó las tierras indígenas a manos de terratenientes, entre otros aspectos, provocó una serie de levantamientos en 1814, 1816 y 1824, dijo el antropólogo Rivas.

Eso desembocó en la insurrección de 1833, liderada por el caudillo indígena Anastasio Aquino y en la persecución del naciente Estado salvadoreño a toda la cultura vinculada a esas poblaciones ancestrales, incluyendo la lengua.

En 1932, el general Maximiliano Hernández Martínez perpetró una matanza contra pueblos indígenas del occidente del país que se habían levantado en una revuelta en la que también participaron campesinos y líderes universitarios y sindicales vinculados al Partido Comunista.

No hay datos precisos sobre la cantidad de muertes, pero las estimaciones van desde 6.000 hasta 40.000, según Rivas, doctorado en antropología en la católica Radboud Universiteit Nijmegen, de Holanda.

A partir de ese etnocidio, los indígenas sobrevivientes, temiendo ser asesinados, escondieron sus raíces, su lengua y su vestimenta. El cacique pipil Feliciano Ama fue colgado ese año en la plaza central de Izalco, para escarmentar a los demás.

"El problema fue después del 32, pues el general Hernández prohibió hablar el náhuat, porque él comenzó un proyecto de nación en donde los indígenas no entraban", sostuvo Rivas, que ha estudiado ampliamente las poblaciones indígenas de El Salvador y América Central.

Otra lengua autóctona de El Salvador, el chortí, se extinguió a comienzos del siglo XX, agregó.

El Atlas Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) señala que la lengua refleja una visión del mundo única en su género, y su extinción "supone una pérdida irrecuperable de los conocimientos culturales que se han ido encarnando a lo largo de los siglos".

La mitad de las 6.700 lenguas habladas actualmente corren peligro de desaparecer antes de que finalice el presente siglo, advierte la publicación. Casos recientes de lenguas extinguidas son el eyak, del noroccidental estado de Alaska, Estados Unidos, sepultado con su última hablante, Marie Smith Jones, en 2008, o el del ubyh, de Turquía, con la muerte de Tefuic Esenc, en 1992.

El estudio señala, sin embargo, que es posible detener la desaparición de una lengua. "Este proceso solo se puede frenar si los gobiernos y las comunidades de hablantes toman medidas urgentes".

No está claro si el gobierno apuesta a promover el náhuat, pero caminan los esfuerzos ciudadanos que tienen ese fin.

La Fundación Círculo Solidario inició el programa Educación Intercultural, y uno de sus principales componentes es la enseñanza del náhuat en los poblados de Nahuizalco, Izalco y Santo Domingo de Guzmán, también en Sonsonate, una zona donde aún se habla esta lengua.

Teresa Tepas, de 70 años, participa de ese proyecto como estudiante. "No aprendí cuando era chiquita, y ahora de grande me cuesta más, pero ahí voy, poco a poco", dijo a IPS.

"Mis papás hablaban así (náhuat), pero nunca nos dijeron ‘vengan hijas’, aprendan", relató.

Carlos Cortez, de 25 años, aprendió náhuat con su abuela, Teodora Pérez, cuando él tenía 16 años. Ahora es de los pocos salvadoreños con ese conocimiento y capacita a los maestros que enseñan en la escuela de Izalco, como parte del proyecto Revitalización del Idioma Náhuat, promovido desde 2004 por la Universidad Don Bosco.

"La mayoría de personas se avergonzaban en el pasado del náhuat, lo consideraban cosa de viejos, pero ahora la gente empieza a aceptarlo", dijo Cortez a IPS.

Cortez está desarrollando una página web sobre el proyecto, y ya hay extensa documentación sobre el proceso de aprendizaje y enseñanza de la lengua. También se cuenta ya con un alfabeto básico para la escritura.

El antropólogo Rivas cree que todos esos esfuerzos son positivos, aunque advierte del riesgo de que, sin un apoyo decidido del Estado para incluir a los indígenas "en el marco de un proyecto de nación", no habrá frutos.

Para Cortez, de eso se trata. Él proyecto en el que participa no solo busca difundir el idioma, sino la cultura indígena. "El énfasis es ver cómo pueden subsistir la cultura ancestral con los procesos de transculturización, como en una gran ensalada", sostuvo.

Tal vez la esperanza para resucitar este idioma sean las nuevas generaciones. "Shawan tiuk" (adiós), dicen los escolares al salir del salón de clases donde han cantado el himno.

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