La memoria les jugó una mala pasada a quienes pretendían convertir esta semana en Estambul el FMI en un banco central mundial. Conspiró contra la idea la desconfianza que durante decenios construyó la propia institución en torno de sí misma.
Los desastrosos programas de ajuste estructural del FMI (Fondo Monetario Internacional) son demasiado recientes para muchos países como para que se convenzan de que pueden recortar sus reservas y gastar más.
Pocos creyeron que, como existirá este nuevo banco mundial con un fondo de un billón de dólares, recibirán préstamos en caso de necesitar dinero, y sin los condicionamientos usuales en los créditos del FMI. En los años 90, la institución obligó a países de Asia oriental de reducir sus gastos sociales y sus tasas de interés, pues, de lo contrario, no recibirían sus préstamos de emergencia.
El mes pasado, en la cumbre del Grupo de los 20 en la ciudad estadounidense de Pittsburg, el FMI rechazó la demanda de los países emergentes de que se aumentara siete por ciento su poder de voto en los órganos de dirección de la entidad. El FMI accedió a ceder cinco por ciento.
El porcentaje reclamado por los países emergentes "es una transacción", pues "la cuota de los países industrializados es hoy de alrededor de 44 por ciento", dijo en Pittsburg el primer ministro de India, Manmohan Singh.
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Brasil, China, India y Rusia "sugirieron una cesión de siete por ciento, en cuyo caso los países en desarrollo tendrían más de 50 por ciento" del poder de voto en el FMI, explicó Sing. "Siete es la demanda y cinco fue lo acordado, por lo que, obviamente, se trató de una transacción", concluyó.
Los países en desarrollo creen que aún deben pelear por tener el espacio que merecen dentro del FMI. No es una circunstancia que los aliente a resignar parte de sus reservas para depositarlas en el Fondo o en el "banco central" en que se convertiría.
El FMI sigue siendo rindiendo cuentas a sus principales accionistas, no a los países que necesitan su ayuda. Esto es un hecho del aquí y del ahora, no un recuerdo de tiempos pasados.
Fue para vencer esas resistencias que el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, anunció los ambiciosos planes en la conferencia anual conjunta de esa institución y el Banco Mundial, celebrada en Estambul el martes y miércoles.
"Esta reunión puede ser el punto de arranque de un nuevo FMI. Ustedes podrán decirle a sus nietos que estuvieron en Estambul en estos momentos", se ufanó el funcionario frente a los delegados.
Pero los nietos del futuro podrían recordar la conferencia en la ciudad turca por la división que suscitaron las propuestas de reforma, si es que dentro de unos años alguien recuerda de qué se trató esta reunión.
El Directorio Ejecutivo pidió al FMI considerar cuatro áreas de cambio: la revisión del mandato de la institución, su rol como financista, el control y análisis económico y la gobernanza.
De todos ellos, la que estará en el paquete es la tercera, consistente en informar y analizar políticas y tendencias. Pero resulta más problemática la tarea de hacer que la de estudiar.
En el marco de su nuevo mandato, el FMI mostró cierto éxito como financista al ofrecer su nueva línea de crédito flexible —sin condicionamientos— a México, Polonia y Colombia. El representante mexicano en la institución, Guillermo Ortiz, dijo que se trata de los primeros préstamos del FMI "libres de estigma".
Para el Fondo, esta línea de crédito es casi publicitaria, un anuncio de lo que sería un FMI con un billón de dólares en su caja fuerte y los beneficios que podría darle al mundo.
Pero las dudas no se desvanecieron tan rápido como quiere Strauss-Kahn. Porque ahora se sospecha de sus argumentos: la intención podría ser disuadir a los gobiernos de mantener en sus reservas gran cantidad de dólares. El ahorro representa menos gasto.
Los países industrializados necesitan que los países en desarrollo y emergentes salgan de compras, pues el gasto de los consumidores se redujo en Estados Unidos y en buena parte de Europa occidental.
Además, el Sur en desarrollo necesita nuevos compradores para sus exportaciones, y no los encuentra. La situación podría mejorar con la fuerte caída de las reservas nacionales en divisas que propone el FMI.
La apertura de mercados a bienes importados es el siguiente ítem de la agenda, cuando los ministros de comercio se reúnan en Ginebra para reanudar la paralizada ronda de Doha de negociaciones multilaterales de comercio.