Autoridades del gobierno y del mundo religioso de Cuba concurrieron este viernes a la necrópolis habanera para dar el último adiós al poeta y ensayista Cintio Vitier, considerado una de las figuras más destacadas de la intelectualidad de este país.
Vitier, quien falleció la noche de la víspera a los 88 años de edad, fue sepultado este viernes, tras una misa fúnebre oficiada por el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, en la pequeña capilla del cementerio Cristóbal Colón de esta capital.
Según Ortega, el intelectual cubano, premio latinoamericano Juan Rulfo en 2002, supo "redescubrir lo que es el cristianismo para cada momento histórico", en tanto que para el pastor Bautista Raúl Suárez, demostró que no hay contradicción entre amar a Dios y ser revolucionario.
"Yo creo que ese ha sido uno de los grandes aportes que nos dejó en estos 50 años de Revolución, que un cristiano puede ser revolucionario sin abandonar su fe. Esa ha sido su vida y la unidad en su mente y corazón que nos transmitió", añadió Suárez, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento).
En las exequias, la esposa del fallecido autor, la escritora Fina García Marruz, y los dos hijos del matrimonio, los músicos José María y Sergio, estuvieron acompañados del vicepresidente del Consejo de Estado, Esteban Lazo, el presidente del parlamento, Ricardo Alarcón, el ministro de Cultura, Abel Prieto, y otros funcionarios gubernamentales.
Junto al féretro podía verse, entre otras, las ofrendas florales enviadas por el presidente de Cuba, Raúl Castro, y su hermano, ex mandatario y líder histórico, Fidel Castro.
En un reportaje a página completa, el diario Granma, órgano oficial del gobernante Partido Comunista de Cuba, lo exaltó como "uno de los más notables intelectuales cubanos de nuestra época" y reseñó su trayectoria literaria.
Una fotografía ilustra el momento en que, en 1966, el entonces presidente Fidel Castro le imponía la Orden José Martí, máxima condecoración de la nación cubana.
A la Revolución Cubana le "entregó su talento y su voz, a contrapelo de prejuicios e incomprensiones derivados de su filiación católica", destacó la nota de Granma.
"También sufrió ataques por parte de elementos oportunistas", añadió, en aparente alusión a una época (años 70) en que se marginó y censuró a intelectuales por sus creencias religiosas o sus preferencias sexuales.
Al respecto, el ensayista Ambrosio Fornet afirma en un artículo sobre ese tema que "Ese sol del mundo moral", un ensayo de Vitier "martiano y fidelista que explica como pocos por qué la inmensa mayoría de los cubanos se enorgullecen de serlo", demoró muchos años en publicarse en el país, luego que los "censores" estimaron en 1974 que no era una visión marxista de la historia de Cuba.
Según Granma, el laureado autor llegó sin embargo a la conclusión de que "el cristiano sincero debe estar al lado de la Revolución, porque es el único esfuerzo real que se ha hecho en nuestro país por cumplir el mandato de Yavé y de Cristo de hacerle justicia al pobre y rechazar la explotación y el lucro".
Entre otras muchas distinciones, Vitier recibió en 1988 el Premio Nacional de Literatura y la Orden Félix Varela por su contribución a la cultura nacional. También fue varios años diputado del parlamento (unicameral) y galardonado con el título de oficial de Artes y Letras de Francia y la medalla de la Academia de Ciencias de Cuba.
Al otorgarle el premio Juan Rulfo, el jurado lo consideró "un autor fiel a la poesía, con una trayectoria intelectual y vital, consagrada enteramente al acto creador y al estudio de los vínculos secretos entre literatura e identidad cultural".
También se refirió al galardonado como "un auténtico humanista, cuya trayectoria intelectual lo convierte en uno de los más notables exponentes de la creación y el pensamiento latinoamericanos del siglo XX".
Considerado uno de los más prestigiosos reconocimientos literarios en América Latina y el Caribe, ese premio dotado con 100.000 dólares, organizado por entidades públicas y privadas mexicanas, había sido otorgado en 1993 al poeta cubano Eliseo Diego (1920-1996) su gran amigo y junto a quien integró el grupo Orígenes.
Vitier nació el 21 de septiembre de 1921 en Cayo Hueso, en el estado estadounidense de Florida, de padres cubanos, hizo sus primeros estudios en Matanzas, a unos 100 kilómetros de La Habana, ciudad esta última donde desde muy joven "descubrió" su vocación literaria y se integró a Orígenes, de especial importancia en la cultura nacional a partir de los años 40.
Medios de prensa y sectores de la intelectualidad coincidieron en que con su fallecimiento, la cultura cubana pierde uno de sus pilares más sólidos y coherentes. Buena parte del quehacer de Vitier estuvo dedicado a investigaciones y reflexiones sobre el prócer independentista José Martí.