AMBIENTE-VENEZUELA: El Niño quita agua, luz y comida

El pequeño huerto de Victoria Martínez no dio este año la deliciosa fruta de guanábana, y la propietaria lo atribuye a la escasez de agua, que la atormenta tanto como los apagones en su casa cercana a Tocuyito, un caluroso poblado 120 kilómetros al sudoeste de la capital de Venezuela.

Una merma en la producción de alimentos, y racionamientos en el suministro de agua potable y electricidad en este país petrolero que se precia de ser potencia energética, son en parte consecuencia de la reaparición del fenómeno climático El Niño.

"En las zonas donde fallan los servicios públicos nos va peor con el clima, que parece un poco loco", dijo a IPS Martínez, de 64 años, mientras empleaba algo de su agua para riego en "al menos salvar las trinitarias (buganvillas), que adornan y alegran la casa".

Más al sur, en las llanuras centrales donde se produce buena parte de los alimentos de Venezuela (que importa dos de cada tres kilogramos de lo que consume) el problema doméstico de Martínez se multiplica y merma la producción masiva de cereales.

"La sequía ha afectado entre 70 y 80 por ciento de las siembras de maíz, arroz y sorgo en Guárico (estado del centro-norte, de 65.000 kilómetros cuadrados), se han perdido 60.000 hectáreas de maíz y otras 60.000 están severamente afectadas", dijo el presidente de la Asociación de Productores Cerealeros de la región, Vicente Figuera.
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En la mayor parte de Venezuela el período lluvioso, o "invierno", va de abril o mayo a octubre o noviembre, mientras que el resto del año es "verano" o estación seca, pero en 2009 la sequía se ha prolongado y las lluvias han sido menos intensas.

La meta gubernamental, de producir unos 22 millones de toneladas de alimentos este año, se aleja a partir de las previsiones sobre cereales. Mientras se esperaba cosechar 1,5 millones de toneladas de maíz blanco, los productores calculan conseguir un millón de unidades, 300.000 kilos menos que en el ciclo precedente.

De maíz amarillo, básico para la alimentación de animales, se cosecharían apenas 700.000 toneladas, medio millón menos que el año pasado. Otro dirigente agrario, Antonio Pestana, dijo que la cosecha de arroz estará entre 3.500 y 4.000 kilogramos por hectárea, siendo que el año pasado promedió en el país 4.500 kilos/hectárea.

"También se observa en cultivos como el café en los Andes de Venezuela, Colombia y otros países de la región, pues los cafetos presentan una floración temprana, alterándose los ritmos fenológicos de las plantas como consecuencia de la sequía", observó a IPS Eulogio Chacón, director del Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas de la Universidad de Los Andes, en el sudoeste venezolano.

Esto sucede porque "desprenderse de hojas y florecer es un mecanismo de respuesta de las plantas al estrés hídrico o falta de agua, observable en Venezuela en árboles de nuestros bosques como el bucare (Erythrina poeppigiana), que tradicionalmente florece en abril y todavía este octubre vemos muchos ejemplares en flor", explicó Chacón.

Por ello seguramente han resistido para mostrar su belleza las trinitarias de color rojo y violeta que Martínez exhibe a la entrada de su casa.

La sequía que azota a Venezuela viene del océano Pacífico, "como consecuencia de la variabilidad climática más importante del planeta, el fenómeno El Niño", señaló a IPS el geógrafo venezolano Rigoberto Andressen.

Andressen integra el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que ganó en 2007 el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore (1993-2001). El Niño, recordó Andressen, se produce con "el recalentamiento de las aguas del Pacífico sur, lo que lleva a un desacoplamiento de la atmósfera sobre ese océano y masas de aire cálido se desplazan al centro y al este, sobre América del Sur, en reemplazo de la corriente de Humboldt, que es de aguas frías".

"La alteración en los sistemas de circulación de aire en la atmósfera se traduce en sequías prolongadas en unas áreas o lluvias torrenciales e inesperadas en otras", explicó Andressen, y recordó que mientras hay seca en casi todo el norte y centro de América del Sur, en Uruguay y otras zonas sudorientales se han registrado lluvias más fuertes.

El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) se presenta desde hace miles de años, su aparición anterior data de 2006, y esta vez puede prolongarse hasta el primer semestre de 2010. En tiempos recientes su recurrencia se asocia al cambio climático global que favorece el recalentamiento del Pacífico.

La más dañina aparición del fenómeno en las últimas décadas se registró en 1997-1998, cuando provocó lluvias e inundaciones en distintos puntos del planeta que causaron la muerte de más de 24.000 personas y pérdidas materiales estimadas en al menos 30.000 millones de dólares, según un estudio de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).

En la vecina Colombia, después de una irrupción de La Niña, fase fría de ENOS, en 2007-2008, que dejó 120.000 damnificados por aguaceros e inundaciones, este año El Niño ha disminuido el caudal de ríos, causado una ola de calor y alentado incendios de vegetación.

Chacón hizo notar que los incendios en Colombia alcanzan incluso los páramos andinos, por tener una vegetación más rica en pajonales que se resecan con la falta de agua, por contraste con los páramos venezolanos, más ricos en arbustos.

Otra consecuencia sobre la producción de alimentos es que en las áreas de pastos, los campesinos y pequeños criadores todavía prenden fuego a los pastizales resecos para inducir el rebrote de las plantas, con consecuencias dañinas en materia de erosión de suelos, observó Chacón.

Para Andressen, a Venezuela le aguardan dificultades en los meses próximos por el menor cauce de sus ríos, incluido el portentoso Caroní, en el sudeste, que alimenta en su curso bajo varias represas con una capacidad eléctrica instalada de 12.500 megavatios/hora. "ENOS también se puede aprovechar como un mecanismo de predicción climática, aunque se requieren para ello buenos servicios meteorológicos, a fin de prever la construcción de embalses o represas que eviten los desastres de las lluvias y ayuden a conservar el recurso para tiempos de sequía", estimó Andressen.

En lo inmediato, la sequía se ha traducido en Venezuela en racionamiento de agua potable en Caracas y otras ciudades, y cortes de energía eléctrica en casi todo el país, que las compañías generadoras y distribuidoras, en manos del Estado, prometen dosificar equitativamente en las áreas residenciales e industriales.

Los apagones han generado protestas callejeras, la mayoría de pequeños grupos de vecinos afectados en todo el territorio, y comienzan a surgir asociaciones de usuarios para debatir el tema con las autoridades.

La sequía asociada a El Niño ha agravado el problema de este país que tiene una demanda de 17.300 megavatios/hora, con un crecimiento de entre seis y siete por ciento anual, y que debería ser soportada con unos 24.000 megavatios/hora de capacidad instalada y en buenas condiciones de funcionamiento, para prevenir fallas o emergencias, según José Aller, docente de la caraqueña Universidad Simón Bolívar.

Pero la capacidad que la planta eléctrica venezolana está en condiciones de generar es de 16.400 megavatios/hora y las redes de distribución adolecen de escaso mantenimiento.

Algunas salas de la principal maternidad de Caracas se quedan a veces sin electricidad durante una jornada completa, productores como Pestana se quejan de fallas eléctricas en los silos que demoran la recepción del maíz cosechado, y establecimientos comerciales registran mayor demanda de generadoras de toda dimensión, desde modestas que valen 3.000 dólares hasta las que cuestan más de dos millones de dólares.

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