El 24 de septiembre, una persona que caminaba por la playa cerca de la ciudad galesa de Swansea, en Gran Bretaña, informó haber encontrado una pieza de equipamiento militar abandonada en la orilla.
Tres días después, dos miembros del equipo que acudió a deshacerse del artefacto mostraron síntomas compatibles con los efectos del gas mostaza, un agente químico usado en las dos guerras mundiales y otros conflictos.
La preocupación sobre las armas químicas abandonadas en el lecho marino aumenta, particularmente en el mar Báltico, donde fueron volcadas 40.000 toneladas de este tipo de armamentos excedentes o incautados tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y donde hoy se prevé construir un gasoducto entre Rusia y Alemania.
Tras una serie de presentaciones en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la semana pasada y en el Congreso legislativo de Estados Unidos esta semana, el embajador de Lituania en Holanda y ante la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, Vaidotas Verba, espera crear conciencia sobre este problema y presentar el borrador de una resolución en el foro mundial al respecto.
"El completo alcance de las armas químicas lanzadas (al mar) nunca se conocerá debido a que los registros son inadecuados y otros fueron destruidos", dijo Verba el lunes a funcionarios y expertos en las oficinas en Washington de la organización ambientalista Global Green USA.
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Además del Báltico, han sido vertidas armas químicas en los océanos Atlántico y Pacífico, en los mares del Norte y Mediterráneo y en las costas de Australia y de la isla hawaiana de Oahu.
El proyecto del gasoducto, llamado "Nord Stream", ha vuelto a poner esta problemática en el tapete.
La Comisión Helsinki, encargada de proteger el Báltico de la contaminación, no detectó grandes amenazas a la vida marina por parte de armas químicas abandonas en 1994, y determinó que la mejor forma de tratar esos materiales en el suelo marino es simplemente identificar dónde están y no tocarlos.
Pero la instalación del gasoducto podría causar problemas en al menos dos vertederos submarinos, a pesar de los continuos esfuerzos de la compañía constructora para desviar la ruta de sitios donde se sepa existen arsenales abandonados.
Verba explicó que es difícil detectar los lugares donde están las armas debido a que muchos objetos se amontonan en el suelo marino.
En 1995, unas 4.500 bombas incendiarias aparecieron flotando a lo largo de la costa occidental de Escocia pocos días después de que comenzaran las excavaciones para un ducto hacia Irlanda.
"Muchas personas piensan que si están en el agua, están fuera de nuestra vista, fuera de nuestra mente", dijo el lunes Rick Stauber, técnico retirado en tratamiento de bombas. Pero los acontecimientos en Gales y el occidente de Escocia sugieren otra cosa.
La pesca de arrastre, las obras de dragado y la extracción de arena y gravilla suponen serios riesgos, dijo Verba, así como la instalación de ductos y cables submarinos. El caso de Nord Stream es sólo el más destacado, señaló.
Si bien algunos agentes se descomponen y finalmente se hacen inofensivos en el agua salada, otros se mantienen vigentes y peligrosos. El gas mostaza por ejemplo, sufre un proceso por el cual sus capas superiores se solidifican mientras el líquido dentro permanece activo. Si un pescador extrae una porción de este agente solidificado podría sufrir serios problemas de salud.
"Como ni el agua ni el aire alcanzan el interior del químico, sigue siendo peligroso", explicó Stauber.
En Estados Unidos, el periódico Daily Press desató una ola de preocupación y de investigaciones en 2005 tras informar que 29.000 toneladas de armas químicas y 400.000 bombas con agentes peligrosos fueron vertidas cerca de las costas de Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial.
"Los artículos publicados en 2005 generaron interés en el Departamento de Defensa", dijo Stauber, "porque había dudas y nadie realmente tenía ninguna respuesta".
Uno de los muchos descubrimientos que ésta y otras investigaciones hicieron fue que, en 1919, del barco de guerra USS Elinor realizó un viaje de Baltimore a Nueva York lanzando armas excedentes por la borda. La ubicación actual de algunas de estas armas es conocida, de otras no.
En la llamada Operación Davy Jones Locker, Estados Unidos lanzó toneladas de armas químicas alemanas que se acumulaban en depósitos, especialmente en el estrecho de Skagerrak, en el norte de Dinamarca, donde también fueron hundidos barcos alemanes cargados de gas mostaza y agentes nerviosos.
Pero el tema más preocupante hoy es el proyecto Nord Stream, aprobado el martes en Dinamarca pero que todavía necesita el aval de Finlandia y Suecia, a través de cuyas aguas pasará el ducto.
Markus Binder, analista independiente y ex vicedirector del Programa contra la Proliferación de Armas Químicas y Biológicas del estadounidense Centro James Martin de Estudios contra la Proliferación, expresó algunas reservas sobre los motivos de los estados como Lituania para traer sobre el tapete este tema.
Lituania ha expresado preocupación por la posibilidad de que un gasoducto hacia Europa occidental atraviese su territorio y por tanto que Rusia pueda tomar de sus recursos gasíferos.
El gobierno lituano podría estar citando el peligro de las armas químicas para disuadir este proyecto y defender así sus intereses económicos. Es probable que las armas sean de preocupación para Lituania, "pero el hecho por el cual le preocupan seguramente es más estratégico", evaluó Binder.
Cuando uno escucha a los países bálticos, parece que cualquier movimiento en los lugares donde están las armas provocaría una explosión de gas, pero la amenaza en realidad no es más grave que un problema ambiental o de salud causado por las viejas fábricas de la ahora desaparecida Unión Soviética, dijo Binder. "Es un tema manejable", añadió.
Sin embargo, aún está por verse cómo será manejado. Los estados no están obligados a declarar arsenales abandonadas antes 1985. Por tanto, casos como el de una serie de armas alemanas lanzadas por un barco ruso al Báltico en 1946 y desplazadas al año siguiente por una empresa constructora italiana suponen una gran incertidumbre sobre quién tiene la responsabilidad sobre esos peligrosos desechos.
Lo más probable, señaló Stauber, es que las armas permanezcan en el mar para evitar demoras y complicaciones legales de una operación de limpieza.
No obstante, la preocupación de Lituania sobre los potenciales peligros de los químicos es al menos lo suficientemente genuina como para presionar por una resolución en la ONU, e impulsar nuevos proyectos de investigación para educar al público sobre los peligros de las armas abandonadas.
"El mayor objetivo de nuestros esfuerzos es estimular el diálogo entre los países afectados", dijo Verba.