El olor a pescado asado se hace más fuerte a medida que uno se adentra en esta aldea bañada por una de las lagunas del sudoeste de Nigeria. Como la mayoría de sus habitantes, la familia del maestro John Sewanu depende de la pesca para alimentarse y para vivir.
El aroma procede de dos estructuras dispuestas detrás de su vivienda, donde el pescado se cuece ahumado en dos hornos de barro. Frente a la construcción principal se pueden ver redes de pesca de diversos tamaños extendidas sobre dos largos postes y otras más en dos piraguas sobre la costa.
Akarakumo es una pequeña aldea de pescadores con 2.000 habitantes, a unos 30 minutos de automóvil del poblado más cercano de Badagry.
"No solemos ir a vender pescado fresco a Badagry, salvo cuando sacamos ejemplares grandes, que no podemos consumir ni vender en el mercado local", señaló Sewanu, cuyas artes de pesca con sencillas.
"Cuando ahumamos mucho pescado y cangrejo de río, lo vendemos en Badagry. Algunas veces, los comerciantes locales nos compran una gran cantidad", corroboró su esposa, Verónica.
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El pescado es un componente importante de la dieta de este país y una de las pocas fuentes de proteína animal de la región. Ese alimento representa alrededor de 20 por ciento de la ingesta proteica. La cifra asciende a 80 por ciento en las zonas costeras.
En Nigeria se pesca en ríos, arroyos y lagunas, mientras los barcos pesqueros navegan a lo largo de la costa marina de este país de África occidental, pero la captura sólo cubre 50 por ciento de la demanda, estimada en 800.000 toneladas al año, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Nigeria importa más de 200 millones de dólares al año de recursos pesqueros para completar la producción local.
El consumo de pescado seco o ahumado va en aumento, en especial en zonas alejadas porque facilita la conservación y el consumo.
La comunidad pesquera depende del ingreso de la venta de pescado, con el que pagan la educación de los hijos y otras necesidades básicas.
Sewanu, de 43 años, da clases en la escuela primaria de la aldea, y recibe el equivalente a entre 66 y 132 dólares cuando obtiene una buena captura, en especial cuando pesca un ejemplar grande y lo vende fresco en Badagry.
Aun cuando la pesca es poca, la familia puede alimentarse y sacar unos cinco o seis dólares de la venta.
Pero la pesca artesanal repercute de forma negativa sobre las reservas acuáticas, según numerosos analistas.
"Los cursos de agua de este país alcanzan para que Nigeria pueda autoabastecerse si logra aprovechar y gestionar de forma adecuada el recurso. Pero si los pescadores sacan sin dejar que se reponga, puede haber escasez", señaló Folake Areola, presidenta de la Sociedad Pesquera de Nigeria.
Si se recuperan las pesquerías con criterio y se regulan las actividades pesqueras para detener el agotamiento del recurso, Nigeria logrará aumentar de forma significativa la producción. La cría y el procesamiento de especies locales ayudarán al país a cubrir sus necesidades proteicas, dijo Areola a IPS.
El Instituto de Oceanografía e Investigación Marina de Nigeria, con sede en la meridional ciudad de Lagos, desarrolló técnicas para enlatar la tilapia como se hace con las sardinas, apuntó.
"Cuando eso ocurra aumentará el consumo y más personas podrán obtener proteínas de los peces y mejorará la seguridad alimentaria", añadió Areola.
El Ministerio de Agricultura también lleva adelante varios proyectos agrícolas y de cultivo de peces para respaldar la producción local.
Pero a Areola le preocupan las actividades de los barcos de pesca internacionales que operan en aguas territoriales de Nigeria. Nadie ha realizado un estudio sobre su volumen de captura.
La marina de guerra de Nigeria informó a principios de este año que había adquirido buques para combatir la piratería en sus aguas territoriales, lo que incluye supervisar las actividades de barcos extranjeros.
Pero los pescadores sostienen que para garantizar la disponibilidad de proteínas de pescado y fortalecer a comunidades pesqueras como la de Akarakumo, el gobierno debe atender el problema del alto costo de las artes de pesca.
"El primer problema es que tenemos que adentrarnos en la selva para cortar troncos, que solemos colocar en el fondo del agua en forma de rectángulo o triángulo para atar las redes y evitar que se las lleve la corriente", explicó Sewanu.
El pescador reclamó un estudio sobre cómo reemplazar los troncos con postes de hierro y evitar que tengan que ir a la selva.
El otro problema es el costo de las redes, que son importadas, por lo que el gobierno debería reducir los aranceles con que grava la importación para hacerlas más accesibles y mejorar la pesca local, dijo Sewanu.
"Las redes de Badagry son de Camerún, pero son muy finas y duran poco. Tenemos que ir hasta Lagos, donde hay de mejor calidad y más duración", explicó.