Desde la guerra y los desastres a un estado de normalidad, todo lo ha visto y sufrido esta localidad pesquera ubicada al borde de la costa oriental de Sri Lanka. Pero esta semana, la inauguración de un nuevo edificio escolar trajo alivio a sus 2.000 habitantes.
Las últimas tres décadas no han sido demasiado buenas para los vecinos de Vakarai, la mayoría de los cuales pertenecen a la minoritaria comunidad tamil.
Desde fines de los años 90, la aldea quedó atrapada entre la lucha separatista de los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE), que la tuvieron bajo control hasta enero de 2007, y las fuerzas de seguridad del gobierno nacional que finalmente lograron entonces desplazar a la insurgencia. La guerra finalmente terminó el 17 de mayo pasado.
Vakarai, cuando se estaba recuperando lentamente de la devastación de la guerra gracias al acuerdo de paz sellado en 2002 entre el gobierno y los tamiles, sufrió la embestida del tsunami del 26 de diciembre de 2004.
Enormes olas impactaron en la localidad, pulverizando las casas ubicadas a lo largo de la costa, algunas construidas luego de 2002. Los aldeanos cremaron los cadáveres directamente en la playa, porque les fue imposible transportarlos a través de áreas arenosas inundadas.
[related_articles]
El hospital local fue testigo del interminable sufrimiento de la aldea. Lo habían reconstruido luego del acuerdo de paz e iba a comenzar a funcionar en febrero de 2005, pero las olas irrumpieron antes.
La población recibió asistencia inmediata y a largo plazo. Un grupo de médicos y otros especialistas llegaron desde Italia para trabajar en el hospital medio destruido, desempeñando sus tareas durante unos cinco meses posteriores al tsunami.
La ayuda italiana también fue bienvenida para reconstruir la principal escuela de la aldea.
Pero los males de Vakarai apenas comenzaban. Y es que estaba ubicada justo sobre la línea que dividió al LTTE por la mitad en el este. Pronto surgieron fisuras entre su facción principal y el separatista bloque Karuna, liderado por el ex jefe militar de los Tigres en el este, Vinayagamurthi Muralitharan, más conocido por su nombre de guerra, Karuna.
A fines de 2006, las fuerzas del gobierno de Sri Lanka iniciaron una operación en varios flancos para obtener el control de Vakarai. A medida que las luchas aumentaban, los esfuerzos de reconstrucción se enlentecieron, y luego se interrumpieron, como el proyecto de desarrollo de escuelas financiado por Italia. En enero de 2007, los Tigres fueron expulsados de Vakarai.
El LTTE, que peleó durante 26 años por la autonomía del norte y este de Sri Lanka, comenzaron a ser arrinconados dos años atrás por la ofensiva de las fuerzas regulares del gobierno hasta que el 17 de mayo se declaró derrotado.
El conflicto comenzó en 1983 tras una serie de ataques de la comunidad cingalesa, mayoritaria en el país, contra la tamil, predominante en el norte y el este.
La batalla por Vakarai marcó un hito en la historia militar de la ex colonia británica, dado que fue la primera ocasión en que efectivos del gobierno atacaron a los Tigres en múltiples frentes simultáneamente.
Ahora, una sensación de alivio se apoderó de los habitantes de la aldea el martes pasado cuando el presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapakse, inauguró el nuevo edificio de la escuela principal de Vakarai.
Ésta fue reconstruida gracias a un paquete de asistencia de unos 2,6 millones de dólares aportados por la Unión Europea (UE), en asociación con la Organización Internacional para las Migraciones.
Algunos ministros que asistieron a la ceremonia inaugural elogiaron la obra como ejemplo del desaprovechado potencial del nororiente del país, devastado por la guerra, y de cómo la asistencia internacional puede ayudar a acelerar la reconstrucción.
El ministro de Promoción de Inversiones, G.L. Peiris, dijo que la escuela era apenas un ejemplo de las oportunidades para el desarrollo y las inversiones ahora que el conflicto terminó. «Hoy Sri Lanka es una tierra de oportunidades», dijo en la inauguración.
«Esta obra de reconstrucción de una de las mayores escuelas de la Provincia Oriental es un ejemplo encomiable de la cooperación internacional, junto con la participación de organizaciones gubernamentales, no gubernamentales y comunitarias, independientemente de las diferencias étnicas o religiosas», dijo Rajapakse.
Bernard Savage, embajador de la delegación de la Comisión Europea —rama ejecutiva de la UE— en Sri Lanka y Maldivas, dijo que la escuela era un ejemplo de la histórica amistad que unía al bloque con Sri Lanka.
Muy probablemente, esa relación sea sometida a una dura prueba en los próximos tres meses. Este estado insular de Asia sudoriental ha solicitado una extensión de la concesión comercial conocida como Sistema de Preferencias Generalizadas Plus (GSP+), lo que genera bastante ansiedad. No hay certeza de que la UE vaya a otorgarla.
El GSP+ permite el ingreso de mercaderías de 176 países en desarrollo a la UE por aranceles más bajos, por un periodo limitado de tres años. Sri Lanka se ha postulado a una extensión de las concesiones con las que ya cuenta.
«El objetivo principal del GSP es contribuir con la reducción de la pobreza y la promoción del desarrollo sostenible y de la buena gobernanza», señaló la UE en un comunicado de prensa.
La industria local de la vestimenta, valorada en unos 3.400 millones de dólares, está ansiosa ante los informes, no confirmados, de que la concesión será denegada debido a las preocupaciones de la UE en materia de derechos humanos.
El bloque ya ha presentado un informe sobre el proceso de extensión del beneficio al gobierno de Sri Lanka. Pero ninguna de las dos partes dio a conocer ni el reporte ni sus contenidos.
A comienzos de este mes, el secretario del Ministerio de Desarrollo de Exportaciones, S. Ranugge, dijo a la agencia de noticias Reuters que el informe no era favorable.
«El reporte es muy adverso y es improbable (que se apruebe el) GSP +», señaló. Sus declaraciones crearon inmediatamente una tormenta dentro de una industria ya nerviosa.
En Vakarai, en cambio, prácticamente no hay ningún nervio. La población todavía saborea la paz y tranquilidad que finalmente han descendido sobre su aldea. El futuro nunca pareció más brillante, y tal vez esto sea un buen presagio para el resto de la nación.