Mientras los líderes mundiales se preparan para debatir desde este miércoles en la Asamblea General de la ONU, dos de ellos, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, todavía discuten si priorizan su campaña contra Irán o la paz con los palestinos.
En los últimos días se produjeron importantes acontecimientos en ambas áreas. El 11 de este mes, el gobierno de Obama anunció que participaría, junto con los otros miembros del grupo "P5+1" (Alemania, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia, más Estados Unidos), en una importante ronda de conversaciones con Irán, prevista para el 1 de octubre.
El día 15, el juez Richard Goldstone presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) un informe que acusó tanto a Israel como al palestino Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) de haber cometido crímenes de guerra en la Operación Plomo Fundido, que el Estado judío llevó a cabo contra Gaza entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero.
Esto, junto al reciente anuncio de Netanyahu de que construirá más viviendas para los colonos de Cisjordania, aumentó la presión internacional para que Obama anunciara los muy esperados nuevos pasos en la estrategia diplomática para a paz palestina-israelí.
Ya desde los primeros días de su gestión, Obama y su enviado especial para Medio Oriente, George Mitchell, manifestaron que trabajarían duramente para garantizar un acuerdo final de paz entre israelíes y palestinos, que incluiría la creación de un Estado palestino independiente.
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Pero tanto Obama como Mitchell han sido particularmente escuetos en relación a los detalles, e incluso el calendario, de cómo lograrán esto.
Así, se especuló con que Obama anunciará una nueva iniciativa diplomática cuando se dirija a la Asamblea General este miércoles, o poco después.
Sin embargo, la mayoría de los gobiernos israelíes más recientes han argumentado que una diplomacia de paz con los palestinos debería quedar en un segundo plano y se debería priorizar un esfuerzo —que esperan sea liderado por Estados Unidos— por despojar a Irán de toda capacidad nuclear.
Muchas fuerzas de derecha y pro-israelíes dentro de la elite política estadounidense se han hecho eco de esta postura. Por ejemplo, el impulso a una acción más dura contra Teherán se ha vuelto un tema importante para el poderoso Comité Estadounidense Israelí de Asuntos Públicos (Aipac, por sus siglas en inglés).
Los funcionarios iraníes aseguran que su programa atómico sólo tiene fines pacíficos. Y subrayan que su país, a diferencia de Israel, es firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Sostienen que el gobierno israelí posee un arsenal nuclear poderoso, aunque todavía clandestino.
Desde su asunción el 20 de enero, Obama ha afirmado que concluir un sólido acuerdo de paz entre israelíes y palestinos es algo deseable para ambas partes, por su propio bien y porque eso hará más fácil que Estados Unidos construya una fuerte coalición internacional contra Irán.
En otras palabras, promueve hacer la paz primero y luego, si todavía es necesario, confrontar a Irán.
En los últimos días, Obama dio varios pasos que señalan que de todos modos cree que la posibilidad de que Irán adquiera una capacidad avanzada de fabricar armas nucleares es menor de lo que creía su antecesor, George W. Bush (2001-2009).
Tomó esa decisión para responder de modo positivo a la invitación de Teherán a concurrir a la reunión del 1 de octubre, junto con los otros gobiernos del P5+1.
El jueves pasado también anunció su decisión de reducir el alcance del sistema antimisiles que el gobierno de Bush planeaba construir en Europa oriental.
La misión del proyecto original de Bush era interceptar misiles de largo alcance, lo que posiblemente incluyera los de ojivas nucleares, que Irán podría enviar por Europa oriental contra objetivos ubicados en Estados Unidos.
Obama se ha movido con cuidado, y lentamente, para intentar desviar las presiones que Israel y sus aliados han ejercido sobre él para intensificar su confrontación con Irán.
Pero quienes urgieron a una acción rápida y decisiva en la diplomacia de paz también han quedado desilusionados.
En los primeros días de su gobierno, Obama actuó con celeridad para exponer su visión de un acuerdo de paz, en una entrevista con el canal de televisión en árabe Al-Arabiya.
Luego, en discursos transmitidos en vivo desde Ankara y El Cairo, elaboró ese tema ante audiencias compuestas por cientos de musulmanes de Medio Oriente.
Desde enero, Mitchell ha realizado cinco o seis viajes "de escucha" a Medio Oriente, y Obama y todo su equipo han pedido reiteradamente a Israel que frene toda construcción en los asentamientos de la Cisjordania ocupada y de Jerusalén oriental.
Pero el gobierno no ha dado pasos visibles para asegurar o bien esa interrupción o bien el acuerdo final de paz entre Israel y Palestina.
Netanyahu ha avergonzado públicamente a Obama al anunciar la construcción de varias nuevas viviendas en los asentamientos, y no ha afrontado ninguna consecuencia por ello. Una generosa asistencia financiera y militar de Estados Unidos continúa fluyendo sin obstáculos hacia Israel.
El 15 de este mes, una misión cuatripartita de la ONU liderada por el juez Richard Goldstone presentó las conclusiones de su investigación sobre la guerra contra Gaza. Esto supuso otro desafío al continuo apoyo de Washington al Estado judío.
El reporte recomendó que tanto el Consejo de Seguridad de la ONU como la Corte Penal Internacional (CPI) participen en el seguimiento de los procesos judiciales a los responsables de violaciones a los derechos humanos cometidas durante ese periodo, tanto por parte de Israel como de Hamás.
El mes próximo, Estados Unidos asumirá la presidencia del Consejo de Seguridad, y gobiernos y activistas de todo el mundo estarán atentos al cumplimiento de esas recomendaciones.
Las primeras reacciones de la embajadora de Washington ante la ONU, Susan Rice, fueron muy desdeñosas en relación a ellas.
Mientras, muchos estados árabes, incluidos los políticamente más cercanos a Estados Unidos, continúan esperando con impaciencia una señal de activismo real de Washington a propósito de las negociaciones de paz.
Un embajador árabe dijo a IPS que quiere que Obama anuncie rápidamente el momento y el lugar del inicio de esas conversaciones. Y observó que muchos detalles de tal acuerdo quedaron establecidos durante las primeras rondas de las negociaciones, incluidas las realizadas en 2008 entre el gobierno del ex primer ministro israelí Ehud Olmert (2006-2009) y los palestinos. El diplomático sostuvo que las negociaciones deben realizarse dentro de Estados Unidos, y con la misma urgencia y peso político de las realizadas en 1995 en Dayton, de donde surgió un Acuerdo Marco General para la Paz en Bosnia.
* Helena Cobban es analista de Medio Oriente y escritora. Su blog se encuentra en: www.JustWorldNews.org.