Agricultores de Zambia utilizan como fertilizantes para sus cultivos aguas residuales sin tratar, aunque esta práctica puede causar cólera y tifus, entre otras enfermedades.
Las aguas servidas sin tratar son un cóctel de bacterias que pueden provocar enfermedades de riesgo para la vida. Funcionarios de salud pública de la capital, Lusaka, y la central provincia de Copperbelt acusan a los agricultores del perímetro urbano de la zona de fomentar epidemias al fertilizar sus cultivos con excrementos humanos parcialmente tratados.
Pero Irene Moonga, asistente de ventas de una de las empresas agrícolas de Lusaka, simpatiza con los productores rurales ya que el precio de los fertilizantes químicos subió 58 dólares en los últimos dos años por una bolsa de 50 kilogramos.
Y mientras la economía sufre con la caída de los precios del cobre, que representa el 90 por ciento de las exportaciones de Zambia, los consumidores de los centros urbanos recurren cada vez más a las hortalizas como su principal fuente de alimentos en este país, uno de los más pobres del mundo.
Una bolsa de hojas de colza, verdura muy apreciada por los zambianos, cuesta unos 6,50 dólares en la feria de frutas y hortalizas frescas donde los intermediarios venden la producción adquirida a las "granjas de saneamiento".
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Rosemary Mwamba, feriante del mercado de la plaza Kaunda, en Lusaka, dice que los vendedores no preguntan de dónde proceden los artículos antes de comprarlos a los agricultores, entre ellos, colza, frijoles, maíz verde y caña de azúcar.
"Nos interesa más la calidad de las hortalizas. Si las hojas son frescas y grandes, compramos. En todo caso, aunque preguntáramos no creo que eso nos ayude, porque si una persona sabe que vende algo malo, no lo diría", señaló.
Las autoridades sanitarias están preocupadas. Jacob Bwalya, inspector de salud pública del municipio de Kitwe, 470 kilómetros al norte de Lusaka, alertó las enfermedades que pueden provocar los desechos humanos sin tratar: disentería, fiebre tifoidea, gardiasis, hepatitis infecciosa y salmonelosis.
"Por este motivo, la ley de Alimentos y Fármacos estipula como un delito grave que se utilicen aguas servidas para regar las hortalizas que se pondrán a la venta al público", explicó Bwalya.
Los agricultores "agujerean el caño del saneamiento que atraviesa un terreno baldío y utilizan las aguas servidas para regar y fertilizar las verduras", indicó el inspector.
El director gerente de la Empresa de Agua y Saneamiento de Lusaka, George Ndongwe, no respondió a las preguntas sobre la magnitud del problema en la capital, pero un empleado de la compañía explicó que la misma y los agricultores hacen "el juego del gato y el ratón".
"Cuando ven a nuestro personal en los embalses de saneamiento, se internan en el bosque y vuelven una vez que nos fuimos. Para acceder al agua primero sabotean los embalses de asentamiento de las aguas servidas y las tuberías del saneamiento", agregó.
Margaret Zulu, portavoz de la empresa de Agua y Saneamiento Kafubu, que opera en la región del Copperbelt, admite que el vandalismo de las cañerías y los embalses es un gran problema.
"Cada tanto unimos fuerzas con los municipios para eliminar todos los cultivos de frutas y hortalizas que utilizan aguas servidas y retiramos a los agricultores ilegales de la zona, pero siempre vuelven. Como el cólera es una amenaza constante, debemos mantenernos atentos, especialmente ahora que está por empezar la temporada de lluvias", explicó.
Desde 1991, Zambia ha sufrido brotes periódicos de cólera, especialmente al principio o mediados de la temporada de lluvias, de noviembre a abril.
La mayoría de los casos registrados de cólera, que con frecuencia superan los 10.000 por año, tienen lugar en los asentamientos irregulares de Lusaka.
Cabe destacar que la epidemia ocurrida el año pasado no comenzó en Lusaka ni en el Copperbelt, donde el consumo de hortalizas fertilizadas con aguas servidas es alto, sino en las pesquerías del distrito de Mpulungu, en la Provincia del Norte, en las costas del lago Tanganika, antes de expandirse a centros más poblados.
Los agricultores utilizan este argumento para justificar el uso de las aguas residuales como fertilizantes, aunque el cólera es sólo una de las posibles enfermedades. El productor Samson Zulu, que tiene un terreno cultivado al pie de los embalses de la plaza Kaunda, en Lusaka, no se arrepiente.
"¿Qué quieren que hagamos? Tenemos familias que alimentar y este gobierno, y el anterior, no le dan empleo a nadie", se quejó Zulu.