Cuba debe aumentar su producción agrícola en condiciones climáticas difíciles y suelos severamente afectados por erosión, salinidad y otros problemas, un reto en el cual los científicos están llamados a jugar un papel estratégico, siempre que no se queden en sus laboratorios y se acerquen al surco.
"Para hacer ciencia hay que estar en el tronco de la mata", apuntó Sergio Rodríguez, un hijo de obrero agrícola que desde hace unos 18 años dirige un centro de investigación clave en el desafío de asegurar alimentos por adversas que sean las condiciones del clima en Cuba.
En su opinión, lo importante es estar preparados para enfrentar el cambio climático, buscar soluciones, unir la inteligencia y la sabiduría campesina con la teoría y el conocimiento de los investigadores, a fin de afrontar las dificultades con la debida antelación.
Para responder al reto, "Cuba cuenta con un potencial de especies y variedades que permiten disponer de ciertos alimentos bajo determinadas condiciones climáticas", aseguró Rodríguez, director del Instituto Nacional de Investigaciones de Viandas Tropicales (Inivit), ubicado en la central provincia de Villa Clara.
En conversación telefónica con IPS, el experto comenzó por recordar que una agricultura tropical como la cubana generalmente tiene que prever la producción de alimentos bajo dos condiciones totalmente opuestas: intensas sequías y huracanes. Tres de estos últimos eventos devastaron en 2008 la producción agrícola del país.
Tampoco es un secreto que 76 por ciento de todas las áreas agrícolas son poco productivas, casi 15 por ciento está afectado por la salinidad y cerca de otro 15 por ciento reporta bajo contenido de materia orgánica, entre otras causas por exceso de laboreo del suelo, admitió.
"Ya las cosas están mejorando con el uso de la tracción animal en los campos, la materia orgánica y medios biológicos en vez de fertilizantes y pesticidas químicos. Diría que vamos hacia una agricultura de bajos insumos, económicamente sostenible y menos agresiva para el medio ambiente", dijo.
Para mitigar los factores climáticos adversos, Rodríguez estima que la clave está en trabajar la diversificación agrícola, para garantizar un nivel de comida después del impacto de un huracán o bajo prolongada carencia de agua. "Esa variedad de productos de la agricultura nos permite además satisfacer las demandas de los consumidores", acotó.
Citó como ejemplos la siembra oportuna de boniato ((Ipomoea batatas Lam) y calabaza (Cucurbita moschata, Poiret), dos cultivos "rastreros" con los cuales se puede minimizar el impacto de los vientos. Lo mismo pasa con la malanga (Xanthosoma spp. y Colocasia esculenta), por su porte bajo y el anclaje de sus raíces, comentó.
"Bajo intensa sequía podemos tener yuca (Manihot esculenta Crantz) y plátano burro (Musa x paradisiaca L.), especies que soportan la falta de agua. Para todo puede haber una respuesta cuando se diversifican los cultivos", agregó. Las especies conocidas como viandas (raíces y tubérculos) son especialmente apreciadas por la población cubana.
Según Rodríguez, el Inivit dispone de esas variedades y se mantiene en constante búsqueda de otras. "Ahora mismo estamos pasando por un período de altas temperaturas en nuestro país y ya tenemos que diseñar variedades resistentes a esa situación", explicó el experto.
Ese centro de investigaciones dispone actualmente de un banco de germoplasmas (reservorios de genes) con 650 variedades de boniato, 512 de yuca, 327 de plátano vianda y fruta, 120 de ñame y 152 de malanga de los géneros Colocasia y Xanthosoma. "Estos recursos genéticos son una fortaleza del país", remató.
Para el experto, se trata de "un museo vivo que contiene genes suficientes para hacer los cruzamientos y obtener las nuevas variedades, que resistan o se adapten a las condiciones adversas". Cuidar esa riqueza genética es "preservar la biodiversidad, lo que posibilita buscar las características más adecuadas en cada caso", insistió.
EN EL SURCO TAMBIÉN HAY CIENCIA
La cadena que conduce de la ciencia a los campos de cultivo, sin embargo, necesita ajustes y es motivo de insatisfacciones, admitió Rodríguez, quien mencionó el "extensionismo agrícola" como una asignatura pendiente. "Hemos avanzado, aunque aún nos falta mucho por hacer", reflexionó.
En ese camino, la institución creó un "grupo nacional de viandas", compuesto por investigadores que cada tres meses recorren todos los municipios del país donde se hacen los cultivos, con el fin de trasmitir los resultados científicos y ayudar a transferir tecnologías o variedades que generan los propios productores.
"Porque hay mucha ciencia en el surco, nos encontramos con muchos productores que crean sus técnicas de cultivo y están dispuestos a compartir con otros sus experiencias. Nosotros transferimos esos logros, por supuesto respetando el origen", relató Rodríguez.
El especialista consideró también imprescindible la capacitación, porque no basta con tener variedades y recursos.
"Si no capacitamos a los cultivadores para que hagan un uso eficiente de los insumos y siembren las variedades en la época y lugar adecuados, no habrá respuesta productiva", afirmó.
En ese sentido, estimó necesario "seguir estudiando y profundizando" la agricultura extensiva, es decir, el proceso mediante el cual se introducen nuevas tecnologías de cultivo en una comunidad rural bajo condiciones sostenibles o conservacionistas.
"No es sólo un problema de Cuba, pues suele haber una gran laguna entre lo que existe en los centros de investigación y lo que llega al surco", señaló. Para Rodríguez, otro tema de suma importancia es disponer de las semillas suficientes y de calidad, sin lo cual no puede haber una agricultura eficiente.
Según datos oficiales, la producción nacional logra garantizar semillas para 94 por ciento de las áreas que se siembran en el país, en tanto un seis por ciento se debe importar, fundamentalmente para hortalizas y el cultivo de papa.
Rodríguez calcula que su país tiene potencial para producir anualmente hasta 40 millones de vitro-plantas de diferentes especies, aspiración que se ha visto truncada por falta de recursos.
Las vitro-plantas son especies en miniatura que se obtienen en un tubo de ensayos y permiten mejorar o reproducir semillas para la agricultura.
Esa posibilidad y las 11 biofábricas de que dispone Cuba, son una fortaleza aún no explotada suficientemente, a juicio de este doctor en ciencias agrícolas con más de la mitad de sus 62 años dedicados al sector. "No se puede pensar en una agricultura de alto rendimiento si no se tiene una semilla de calidad", comentó.
Científicos cubanos coinciden en que el cambio climático constituye una amenaza al desarrollo sostenible del país y citan entre otras señales el aumento de la furia de los huracanes, sequías más frecuentes, mayor cantidad de tornados y eventos caracterizados por fuertes lluvias y cambios en los patrones de rendimientos de los cultivos.