La reducción de los presupuestos gubernamentales y la merma del apoyo de donantes puede empeorar en África la ya generalizada escasez de métodos anticonceptivos. Expertos en salud reproductiva sugieren que el sector privado puede ser la clave para superar el problema.
Investigaciones de la Comunidad de Salud de África Oriental, Central y Austral confirman que los gobiernos dependen mucho de los fondos aportados por donantes para llevar adelante políticas de planificación familiar.
"Los programas de donantes de contraceptivos pueden no ser sostenibles cuando pasan a centrarse en otras necesidades que surgen en el sector público, o se atrasan en la reposición de suministros de anticonceptivos, lo que agota las reservas", dijo George Gahungu, director del Programa Nacional de Salud Reproductiva en el Ministerio de Salud de Burundi.
Precisamente, un agotamiento de las existencias de anticonceptivos tuvo lugar en el país hace dos años, cuando uno de los donantes clave no repuso varios métodos de planificación familiar en simultáneo.
"Es malo cuando una mujer llega a una clínica y se va sin su método preferido. Esto plantea riesgos de embarazos no deseados y abortos inseguros", observó Gahungu.
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La prevalencia de anticonceptivos (proporción de mujeres en edad reproductiva o sus parejas que los usan) en Burundi es una de las más bajas del mundo, ubicándose en 12 por ciento, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).
En una reunión de expertos en salud reproductiva de África Oriental, Central y Austral, realizada a fines de julio, se subrayó que los gobiernos tienen que crear entornos que permitan fomentar la participación del sector privado en la planificación familiar.
Según la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), muchos países de estas regiones tienen contextos legales y políticos restrictivos, que han dificultado la expansión de los servicios de salud reproductiva del sector privado.
ANTICONCEPCIÓN NO ES MINA DE ORO
También se planteó que el sector privado no considera que la planificación familiar sea una actividad lucrativa. En la mayor parte de África, ésta es provista o bien gratuitamente o bien a un costo subsidiado en los centros de salud pública.
"El sector privado es reticente a brindar servicios de planificación familiar a gran escala porque no constituyen una emergencia, y la mayoría de la gente no puede pagar lo que cobran las instituciones privadas", dijo a IPS Wasunna Owino, de la Iniciativa en Políticas de Salud de Usaid.
Solomon Orero, médico dedicado a la salud reproductiva en el sector privado, señaló que, "aparte del precio de las consultas, yo tengo que recuperar los costos de comprar elementos básicos".
"Los métodos de planificación familiar a largo plazo requieren mucho trabajo, lo que incluye esterilizar el ambiente y contar con equipamiento quirúrgico. Tengo que cobrar por todo esto, incluido mi tiempo", dijo.
"Por ejemplo, la mayoría de los médicos del sector privado que suministran Norplant (marca comercial de una variante de implante hormonal subdérmico) no cobrarán menos de 3.000 chelines keniatas (unos 40 dólares). Por dispositivos intrauterinos (DIU) cobramos entre 1.000 y 2.000 chelines keniatas (entre 13 y 26 dólares)", explicó.
"Muy pocas personas pueden pagar estos servicios, y por lo tanto muchos médicos del sector privado optan por concentrarse en otros servicios de salud —como los curativos— más que en la planificación familiar", agregó.
FRANQUICIA SOCIAL
En las áreas rurales residen cerca de 80 por ciento de las poblaciones de la región. Un rol más redituable para el sector privado que brinda servicios allí plantea un desafío aún mayor, dada la elevada pobreza.
Tales escenarios exigen una asociación entre públicos y privados, señalaron los participantes en la reunión de África Oriental, Central y Austral.
El modelo de franquicia social Marie Stopes – Kenia (MS-K) fue citado como ejemplo de que se puede llevar con éxito servicios de planificación familiar a áreas de difícil alcance.
El modelo, que comenzó a aplicarse en el país en 2004, extiende los servicios de salud sexual y reproductiva mediante proveedores del sector privado ya existente.
La organización identificó a estos proveedores en comunidades donde la prevalencia de los anticonceptivos era baja, y los capacitó en materia de métodos altamente efectivos de planificación familiar a largo plazo.
Luego los certificó como miembros de una red llamada Amua, que fue controlada regularmente para garantizar el cumplimiento de los estándares de calidad.
A los proveedores que no poseían el equipamiento básico necesario para brindar los servicios se les suministró a un precio subsidiado.
También se los comprometió a ofrecer servicios por tarifas razonables, acordadas con la comunidad.
Luego los proveedores de servicios fueron vinculados con distribuidores de anticonceptivos basados en la comunidad, con el fin de crear la demanda dentro de la misma.
"Los proveedores están experimentando un aumento en la cantidad de clientes, porque usamos a los medios de comunicación para hacer que los clientes se dirijan a donde se ofrecen los servicios", explicó Walter Odhiambo, vicedirector para el país de MS-K.
También se capacita a los proveedores para que brinden otros servicios, además de la planificación familiar, agregó.
"Los proveedores están logrando obtener ganancias porque a partir de un cliente pueden cobrar por diferentes servicios. La relación con el gobierno ha aumentado, porque algunas de las personas dedicadas a enseñar habilidades son del sector público, dado que ésta es una asociación público-privada", señaló Odhiambo.
OFERTA NO RESPONDE A DEMANDA
"Estamos creando una demanda (de métodos de planificación familiar) pero no estamos listos para brindar la oferta", sostuvo Martha Rimoy, jefa de enfermería en Tanzania.
"Necesitamos asegurarnos constantemente de que la oferta sea coherente con la demanda en todos los niveles", observó, citando la escasez de contraceptivos que afectó a su país en los últimos seis meses.
En otras partes, la demanda de anticonceptivos fue eliminada por organizaciones religiosas que luchan contra la promoción de los métodos modernos de planificación familiar.
En Burundi, por ejemplo, hay áreas donde las iglesias participan en campañas contra la planificación familiar, dijo Gahungu.
"Tenemos casos donde las mujeres vuelven para sacarse los DIU y los Norplants, diciendo que los sacerdotes están en contra de esos métodos", relató.
Esto pone en peligro la guerra contra la mortalidad materna, que actualmente se sitúa en 1.000 muertes por cada 100.000 nacimientos exitosos, según el Unfpa.