POBREZA-URUGUAY: Volver a empezar

Nilda Barboza se levanta cada día a las tres de la madrugada para poder llegar a tiempo desde su casa, en un barrio humilde, a su nuevo trabajo en una zona residencial de la capital uruguaya. Pero lo hace orgullosa de ser una de las miles de personas que salieron de la pobreza gracias a un plan de inclusión social.

Crédito: Alejandro Arigón/IPS
Crédito: Alejandro Arigón/IPS

Viajar desde Las Piedras, en el sureño departamento de Canelones, hasta el hogar de ancianos de Carrasco, el barrio más rico de la cercana Montevideo, donde está por cumplir un año de labor especializada, la obliga a utilizar dos ómnibus y luego caminar casi un kilómetro.

A sus 46 años y con cuatro hijos, Barboza es optimista. «Estoy trabajando, gano bastante bien, no me quejo, pago las cuentas y hasta tengo televisión por cable (abonados)», relató a IPS sin ocultar su satisfacción por haber logrado «empezar de nuevo».

Es que desde hacía tres años «la iba llevando», como dice, con «changas» (trabajos zafrales o a destajo) haciendo arreglos de ropa para los vecinos del barrio, trabajando de limpiadora e incluso cortando césped en jardines domiciliarios. «Pero eso no daba para nada, apenas ‘pichuleábamos’ (apenas subsistían ella y su familia)», recordó.

Se había anotado en el gubernamental Plan de Atención Nacional de la Emergencia Social (Panes) para percibir el llamado «ingreso ciudadano», uno de los componentes de ese programa de atención a desocupados y excluidos sociales, junto a una bolsa de trabajos temporarios y otros beneficios. Pero ese dinero tampoco alcanzaba.
[related_articles]
Luego de haber participado en tareas comunitarias a cambio de una modesta remuneración, siempre zafral, en el marco del Panes, apareció en su vida el otro plan de inclusión social, superador del anterior y también diseñado por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), llamado Uruguay Integra.

Fue entonces que en 2008 esta mujer sin oficio se embarcó en un curso teórico-práctico de auxiliar de servicio y ayudante de cocina, brindado por la Escuela de Sanidad y Enfermería de la Facultad de Medicina, como indicó a IPS la asistente social Lucía Severi, de Uruguay Integra.

Tras seis meses de formación, Barboza egresó junto a 29 jefas de hogar con hijos pequeños provenientes de diferentes localidades de Canelones, el segundo departamento en población e importancia económica, detrás de Montevideo, de este país de unos 3,2 millones de habitantes.

Con exámenes aprobados con sobresaliente, se dijo: «si con casi 46 años puedo volver a estudiar y por primera vez en mi vida tengo un título de algo, es probable que consiga un trabajo estable». Y así fue.

Después de tantos años de inestabilidad laboral, fue seleccionada para el hogar residencial de personas de la tercera edad de Carrasco.

OBJETIVOS EN LA MIRA

La de Barboza es una de las 181.000 historias de salida de la pobreza que se concretaron en 2008, según los últimos indicadores divulgados en julio por el estatal Instituto Nacional de Estadística (INE).

[pullquote]1[/pullquote]El estudio indicó que uno de cada cinco uruguayos que en 2007 estaban en esa situación logra ahora satisfacer sus necesidades básicas. Paralelamente, uno de cada cuatro indigentes dejó de serlo. En los últimos cuatro años, 383.000 personas superaron la pobreza, cifra que equivale a casi 12 por ciento de los habitantes de Uruguay.

La pobreza disminuyó, de esta forma, 12 puntos porcentuales desde el récord histórico de 2004 cuando en esa condición estaba el 32 por ciento de los uruguayos. También la indigencia cayó de manera pronunciada del casi cuatro por ciento registrado hace cinco años a 1,5 por ciento y con tendencia a la baja.

El desempeño de esos indicadores «muestran que en este período de gobierno un tercio de los uruguayos pobres, en términos de ingresos, hoy dejaron de serlo», explicó a IPS el asistente social Christian Mirza, director Nacional de Políticas Sociales del Mides.

«Lo más auspicioso es que todo indica que esta tendencia a la baja es continua y sostenida desde comienzos de 2005», agregó.

De este modo se sale del círculo en el que había caído este país en 1999 al entrar en recesión, que se profundizó hasta el colapso financiero de 2002, cuando prácticamente se agotaron las reservas internacionales, cayeron las exportaciones y los salarios, mientras el desempleo trepó hasta casi 21 por ciento de la población económicamente activa, el más alto desde 1985. Hoy la desocupación es de ocho por ciento.

Aunque aún tiene mucho que andar para alcanzar los Objetivos de Desarrollo para el Milenio a lo que se comprometió en 2000 junto al resto de los países en la Organización de las Naciones Unidas, Uruguay va en camino de cumplir –o de consolidarse si lo ha hecho— con el mandato en 2015 de bajar a la mitad el indicador de indigencia de 1990, que fue de 3,4 por ciento, y de abatir la pobreza que alcanzó entonces a 29 por ciento.

Sólo 20 días después de haber asumido en marzo de 2005 el gobierno de Tabaré Vázquez, de la coalición izquierdista Frente Amplio, se aprobó con apoyo del opositor Partido Nacional la ley que creó el Mides, con la idea de coordinar las políticas públicas sociales.

Poco después, a través de un decreto presidencial se creó el llamado Gabinete Social y también el Consejo Nacional de Políticas Sociales (CNPS), responsable de articular con otras carteras y organismos estatales todas las políticas de atención social.

Mirza, quien preside el CNPS, se quejó porque en el imaginario colectivo quedó la idea que el Panes y su sucesor el Plan de Equidad se limitan a «una mera transferencia monetaria hacia los más pobres».

«Mucha gente parece olvidarse que se creó la tarjeta de alimentación, refugios para alojar a los sin techo, atención primaria a la salud, programas de alfabetización y de inclusión social, de trabajo efectivo y estable, de mejoramiento de la vivienda, de gratuita salud bucal y también ocular con la creación del Hospital de Ojos», que contó con la colaboración de médicos cubanos, detalló.

«Éstas son estrategias de superación de la pobreza y de la desigualdad social, es decir mejorar el reparto de la distribución de la riqueza que exceden una simple transferencia monetaria», insistió Mirza.

La idea del gobierno es «poner bienes y servicios sociales al servicio de la ciudadanía» y no se trata de un mero asistencialismo, que «no sería otra cosa que la desnaturalización de la política asistencial», añade en respuesta a las críticas en ese sentido de la oposición.

NO SÓLO DE PANES SE VIVE

Pero los indicadores que muestran una fuerte remisión de la pobreza no son sólo un éxito del Mides y sus políticas sociales, muchas de ellas criticadas con dureza por opositores.

Mirza sostuvo que las políticas económicas implementadas desde 2005 fueron determinantes para la disminución de la pobreza en un contexto donde Uruguay registró un crecimiento muy importante de su producto interno bruto (PIB), de 10,5 por ciento ese año y luego de siete por ciento en promedio.

«La política social por sí sola no ataca el problema de la pobreza sino va acompañada de políticas económicas bien focalizadas en ir solucionando este problema» afirmó.

En su opinión, la reinstalación de la negociación salarial entre el gobierno, empresarios y trabajadores, contribuyó decisivamente al incremento de 18 por ciento del salario real y del aumento de 30 por ciento de los ingresos de los hogares en los últimos cuatros años.

También contribuyó la puesta en marcha en julio de 2007 de una reforma tributaria, que, entre otras cosas, rebajó el Impuesto al Valor Agregado, en especial a los productos de la canasta básica de alimentos, creó un gravamen a las rentas más altas y derogó el aplicado hasta entonces a los sueldos, lo cual favoreció a casi 77 por ciento de los trabajadores formales.

En esta reducción de la pobreza también tuvo que ver el nuevo sistema de Asignaciones Familiares, un antiguo beneficio social del Estado para ayudar a la crianza de los niños y adolescentes. Las partidas de dinero pasaron a ser cobradas por las familias de modo bimestral a mensual y ahora no sólo alcanza a cada hijo en edad escolar sino a todos los menores de 18 años.

A ello se suma la cobertura de salud gratuita tanto en los hospitales estatales como en los centros privados.

Quizás no conozca todas estas cifras y sus impactos en la vida diaria de muchos uruguayos, pero Barboza sabe que su trabajo es estable y también es consciente de que no todos sus compañeros del curso corrieron con la suerte que tuvo ella, tal como lo pudo comprobar IPS con diferentes contactos entre los asistentes a esa experiencia.

Pero ella tiene acceso a las asignaciones familiares, puede hacer los aportes para su futura jubilación y cuenta con cobertura integral de salud para sí y sus hijos.

El mayor de ellos, de 19 años, cursa sexto año de la enseñanza secundaria y piensa ingresar a la Universidad. «Habrá que ver», comentó. Sus dos hijas mujeres estudian, una administración de empresas y la otra, paradojas de la vida, un curso de gastronomía en la Universidad del Trabajo del Uruguay, hoy rebautizado como Consejo de Educación Técnico Profesional.

«Hoy trabajo en un ambiente agradable con abuelos, uno por ejemplo tiene 100 años y atiendo a una señora de 103 años. Me gusta lo que hago y pienso hacer un curso de cocina, en una de esas quién te dice no termino algún día trabajando con mi hija en lo que nos gusta», dice y admite que es un sueño en voz alta.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe