En los seis meses que van de la presidencia de Barack Obama en Estados Unidos, las muestras de oposición pública a la guerra han disminuido, pero queda un sector donde aún son constantes: los propios soldados.
A pesar de que prometió replegar todas las fuerzas de combate de Iraq antes de septiembre de 2011, Obama dejará unos 50.000 uniformados cumpliendo tareas de "capacitación y asesoramiento". Mientras, casi 130.000 permanecen en ese país y más de 50.000 ocupan Afganistán, a los que se sumarán otros 18.000 este año.
En su libro "The Will to Resist: Soldiers who refuse to fight in Iraq and Afghanistan" ("La voluntad de resistir: soldados que se niegan a combatir en Iraq y Afganistán", de la editorial Haymarket Books), el periodista independiente Dahr Jamail, detalla lo que parece ser el comienzo de un efectivo movimiento contra la guerra, y que está constituido por los propios uniformados.
Jamail visitó Iraq y trabajó como periodista integrado a las fuerzas estadounidenses durante los primeros años de la guerra. En sus cuatro viajes, documentó los efectos del conflicto en la población civil en su libro "Beyond the Green Zone" ("Más allá de la zona verde", de 2007).
Aunque es un fuerte crítico de la guerra y de las principales cadenas de noticias que, según él, apoyaron los conflictos, Jamail admite que terminó admirando a los soldados.
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De regreso a Estados Unidos, realizó una gira para denunciar lo ocurrido en Iraq y entonces conoció a ex soldados con los que compartía una "angustia familiar". Esto lo llevó a conocer un poco más a fondo la experiencia personal de los uniformados.
Así, este periodista colaborador de IPS ingresó a una subcultura de disenso que crece silenciosamente dentro de una sociedad militar sumamente disciplinada y controlada.
"Los soldados con los que hablé mientras trabajaba en este libro son algunos de los más ardientes activistas contra la guerra que he conocido", dijo Jamail a IPS. "Esto no debe sorprender, ya que han experimentado la guerra de primera mano".
En "The Will to Resist", el periodista hace una reseña de los actos individuales de resistencia que podrían ser las semillas de un más amplio movimiento pacifista. El libro está lleno de historias de soldados que se niegan a participar de misiones que consideran "suicidas", a portar armas cargadas, a volar, o que desertan, algunos incluso disparándose en la pierna para ser exonerados por estar heridos.
También cuenta los casos de aquellos que, en un acto final de desesperación, se quitan la vida.
Los soldados que se niegan a combatir o a cumplir órdenes se arriesgan con ser juzgados por una corte marcial, ir a prisión, ser dados de baja con deshonor y perder beneficios médicos. No obstante, un creciente número de uniformados activos se muestran desafiantes y dispuestos a sufrir todo esto.
Muchos desobedecen para evitar una muerte casi segura. Jamail cuenta cómo cada vez más soldados en Iraq realizan lo que se llama misiones de "buscar y evitar", esto es, fingir que se realiza un patrullaje y eludir todo tipo de riesgos.
Jamail citó a un infante de marina que estuvo en Iraq y en Afganistán, quien señaló: "El disenso comienza con la simple frase: Esto es una estupidez. ¿Por qué estoy arriesgando mi vida?".
Los soldados contaron a Jamail que los casos de desobediencia no son excepcionales, sino "muy propagados". Entonces "es también muy comprensible por qué los militares no quieren que los demás soldados y el público en general conozcan esto", explicó el periodista.
El soldado "Víctor Agosto, quien estuvo un año en Iraq, recientemente desobedeció públicamente órdenes de ir a Afganistán", dijo Jamail a IPS. Entonces, "el ejército, debido a la amenaza de que más soldados y el público en general se enteraran, evitó darle a Agosto la más rigurosa corte marcial".
Jamail también dedica dos capítulos a los uniformados que se opusieron a la sistemática misoginia y homofobia dentro de las filas militares. Extensas entrevistas a mujeres soldado detallan la perversa cultura institucionalizada de violaciones, de acosos, de abusos y de ataques que, en los casos más divulgados, terminan con el ostracismo, la coerción, la degradación, e incluso el suicido y el asesinato de las víctimas.
"Según el grupo Red Nacional contra la Violación, el Abuso y el Incesto, una de cada seis mujeres en Estados Unidos será víctima de un ataque sexual alguna vez en su vida. Entre los militares, al menos dos de cada cinco. En ambos casos, al menos 60 por ciento de los ataques no son reportados", escribió Jamail citando a estudios de revistas médicas especializadas.
Al narrar horribles casos de violencia de género dentro de las fuerzas militares, el periodista señala con ironía que uno de los argumentos frecuentes de Washington para sus guerras en Iraq y Afganistán es "liberar" a las mujeres en esas naciones islámicas.
También los gays y lesbianas son objeto de acosos y abusos. Jamail dialogó con soldados que ocultaron su identidad sexual por temor, lo que les causó duros conflictos internos.
El periodista describe la experiencia militar como un proceso de deshumanización. "El principal objetivo parecía ser maltratar y deshumanizar a tus compañeros", contó un infante de marina. "Yo no pude hacerlo, no a mis hombres y no a esas personas. Me gustan los iraquíes, me gustan los afganos. ¿Por qué los tratábamos como mierda? Ahí es cuando realmente comencé a cuestionarme qué carajo estaba pasando".
Para muchos soldados, el dolor de la guerra fue simplemente demasiado duro de llevar y apelaron a una decisión extrema: el suicidio.
En un capítulo sumamente emotivo, Jamail cita estadísticas del Informe de Suicidios del Ejército, señalando que ese tipo de casos aumentaron a las más altas tasas desde que comenzaron a ser registrados en 1980.
Los esfuerzos más exitosos y constructivos para resistir la guerra son llevados adelante por los que transformaron sus experiencias en herramientas de aprendizaje y en ejercicios terapéuticos, como hacer música, teatro, pintura, fotografía, literatura y exposiciones de arte. Algunos incluso fabrican papel con uniformes militares viejos.
Con Internet, "es probablemente la primera vez que tenemos disponible un medio extremadamente inclusivo para comunicarnos y por tanto defender una resistencia sostenida a acciones militares injustas, a escala internacional y sin perder tiempo", indica Jamail en el capítulo titulado "Resistencia cibernética".
Redes sociales en la web como las de Facebook, Youtube, Flickr, Twitter, Blogspot y otras son fuentes alternativas de noticias que le han dado a los ex soldados una voz y un medio para conectarse entre los que Jamail llama "miembros de la mayoría silenciosa e individuos bien intencionados pero sin recursos", para poder "participar en la promesa de una transformación histórica".
"Si bien no tenemos un movimiento de resistencia organizado hoy ni cercano al que ayudó a poner fin a la guerra de Vietnam", dijo Jamail, "aquí están las semillas para uno".