DESARROLLO: Aguas transfronterizas exigen cooperación

«El whisky es para beber, el agua es para luchar por ella», dijo el célebre escritor estadounidense Mark Twain (1835-1910). Los ecos de su frase reverberaron en el recinto donde hasta este sábado se realizan las conferencias de la Semana Mundial del Agua, en la capital sueca.

Dado que casi la mitad de las aguas superficiales disponibles en todo el mundo se hallan en 263 cuencas de ríos internacionales, los países que comparten fronteras tienen dos opciones: o colaboran o van a la guerra.

De ahí que uno de los temas principales de los debates en Estocolmo sea el manejo de las aguas transfronterizas.

Las fuentes de potencial colaboración o conflictos incluyen las aguas compartidas del mar Báltico, el río Jordán, el Mekong, el Ganges, el Indo y el valle del Nilo, entre muchos otros.

La ministra de Cooperación para el Desarrollo Internacional de Suecia, Gunilla Carlsson, indicó que alrededor de 60 por ciento de la población mundial vive en cuencas compartidas por dos o más países.
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"Esto es algo que no podemos ignorar. Nosotros tenemos una de esas aguas en nuestra propia ciudad, Estocolmo: el mar Báltico. Su historia está llena de guerras y conflictos, así como de paz y cooperación", señaló.

Carlsson también dijo que las cuestiones relativas a las aguas transfronterizas no sólo involucran a ríos o a sus cuencas, lo que requiere soluciones políticas y técnicas entre naciones limítrofes, sino también entre áreas costeras y océanos.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 880 millones de personas en todo el mundo todavía carecen de acceso a agua potable.

Pero algunos expertos se muestran principalmente pesimistas, pronosticando futuros conflictos militares en torno a los escasos recursos hídricos.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, admitió que aunque preocupa la posibilidad de "disputas violentas" en torno a esos recursos compartidos, la cooperación es la respuesta más común de los pueblos que compiten por el agua.

Ban reforzó su argumento señalando que hay por lo menos 300 pactos hídricos internacionales, a menudo entre partes que de otro modo estarían enfrentadas.

"Estos acuerdos demuestran el potencial de los recursos hídricos compartidos para impulsar la confianza y promover la paz", dijo.

Solamente en Asia austral, tres cuencas de ríos transfronterizos abastecen a alrededor de la mitad de los 1.500 millones de habitantes de la región, entre ellos los más pobres del mundo.

Esas tres cuencas, que cubren ocho países, son: la de los ríos Ganges-Brahmaputra-Meghna (que se extiende por Bangladesh, Bután, China, India y Nepal), la del Indo (Afganistán, China, India, Nepal y Pakistán) y la del Helmand (Afganistán, Irán y Pakistán).

El presidente de Amigos de la Tierra—Medio Oriente, Munqeth Mehyar, dijo a la prensa que de los 1.300 millones de metros cúbicos que se necesitarían para devolver al mar Muerto su caudal original, todo lo que quedan son 100 millones de metros cúbicos.

Noventa y cinco por ciento de las aguas de este mar han sido desviadas. Los gobiernos de Israel, Palestina y Jordania han firmado acuerdos para restaurarlo. Pero estas declaraciones todavía no se han materializado en acciones concretas, agregó.

El jordano Mehyar dijo que los palestinos deben lograr un acceso directo al mar Muerto y que Palestina merece una parte del agua, en calidad de país ribereño con iguales derechos.

Mantener conflictos y apoyar guerras implica un presupuesto muy abultado. Pero las actividades para restablecer la paz solamente requerirán un porcentaje muy pequeño del mismo, planteó.

Mientras, en un estudio presentado en la capital sueca, el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI) señaló que la respuesta de la comunidad hídrica internacional ante los crecientes desafíos y presiones sobre las aguas compartidas hasta ahora ha sido "inconsistente e inadecuada".

En general, la comunidad hídrica internacional está dividida en tres sectores, en base a cómo los ríos transfronterizos se relacionan a los medios de sustento, el desarrollo y la seguridad humana, de los estados y de las regiones.

Algunos enfatizan las relaciones causales entre la escasez hídrica (o las inundaciones) y los conflictos violentos o la pobreza.

Otros sostienen que la evidencia de cooperación que existe en el mundo sugiere una tendencia reconfortante hacia la estabilidad y la riqueza.

El tercer sector se encuentra entre los dos anteriores, pero enfatiza la existencia de numerosos conflictos por el agua que se desarrollan sin violencia, señala el estudio realizado y editado por Anders Jagerskog, director de programa del SIWI, Mark Zeitoun, conferencista en la británica University of East Anglia, y Anders Berntell, director ejecutivo del SIWI.

"Parece obvio. Las aguas transfronterizas son altamente políticas. Y la política está regida por el poder", sostienen.

Además, las formas tanto nuevas como tradicionales de interacción en el Mekong, el Jordán, el Ganges, el Nilo y tantos otros cursos hídricos transfronterizos revelan que la comunidad internacional hace la vista gorda a los juegos de poder en torno al agua.

Al mismo tiempo, demasiados han adherido silenciosamente a la noción de que no es posible una cooperación equitativa, sostenible y eficiente en relación a las aguas transfronterizas, señala el estudio titulado "Getting Transboundary Water Right: Theory and Practice for Effective Cooperation" ("Acertando con las aguas transfronterizas: Teoría y práctica para una cooperación efectiva").

En muchos contextos de aguas transfronterizas, el poder está distribuido de modo desigual.

A menudo, el estado ribereño más poderoso puede determinar el resultado de las interacciones, para el bien unilateral o colectivo.

Se considera que la asistencia financiera de China a Camboya en sectores no relacionados con el río Mekong garantizó el consentimiento camboyano con la construcción de represas potencialmente devastadoras.

Ese uso de incentivos para inducir la cooperación es mucho más bienvenido que el uso de amenazas, señala el estudio.

Sin embargo, en el marco de este paradigma unilateral, los estados pueden coaccionar a sus vecinos para que accedan a un acuerdo cuyos términos pueden volvérseles en contra.

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