«Podemos proveer a los astronautas de agua potable cuando viajan a la luna, pero no podemos brindar el mismo servicio a los habitantes del tugurio de Kibera, en Nairobi, o el de Dharavi, en Mumbai», dijo Anders Berntell, director ejecutivo del Instituto Internacional del Agua de Estocolmo.
Berntell formuló esta declaración ante unos 2.400 participantes de las conferencias por la Semana Mundial del Agua, que se celebra en la capital sueca desde el 16 de este mes y hasta este sábado, y a la que asisten científicos, autoridades gubernamentales, representantes del sector privado, de organizaciones no gubernamentales y donantes.
La Semana se realiza bajo el tema "Acceder al agua por el bien común". Actualmente, unos 880 millones de personas carecen de agua potable en el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Subrayando las desigualdades en el suministro y en la distribución del agua en el planeta, Berntell dijo que la comunidad internacional necesita hallar soluciones que den a los más pobres acceso a estos servicios, y al mismo tiempo garanticen que las instituciones que se encargan de estas tareas sean económicamente viables.
Entrevistado por IPS, Berntell se mostró confiado en que la comunidad internacional podrá cumplir con uno de los ocho Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio —establecidos en 2000 para ser alcanzados hasta 2015—, que se propone reducir a la mitad la proporción de personas que carecen de acceso a agua segura.
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IPS: Dado que la crisis mundial del agua continúa creciendo, ¿piensa usted que se cumplirá el plazo de 2015?
ANDERS BERNTELL: Pienso que podemos alcanzar el objetivo específico sobre agua potable. Sin dudas nos estamos desempeñando mucho mejor que en relación al objetivo de saneamiento, en el que estamos considerablemente fuera de carrera. La cuestión es cuán bien administramos nuestros servicios hídricos y cómo satisfacemos las demandas de poblaciones cada vez más grandes.
El cambio climático también complicará las cosas, y necesitaremos pensar en medidas de adaptación. Así que sí, podemos cumplir el objetivo sobre agua potable. Que lo hagamos o no dependerá de cuán buenos seamos en el manejo de todas las variables.
IPS: El 22 de septiembre se realizará en la ONU una cumbre mundial sobre cambio climático. ¿Hasta qué punto afecta el recalentamiento planetario a los recursos hídricos mundiales? ¿Cree que el agua debería figurar aunque sea como tema periférico en la agenda de esta reunión?
AB: El agua debería ser parte de todo debate climático. Es el medio a través del cual el cambio climático manifiesta sus impactos más serios, y es el primer frente lógico para las medidas de adaptación. Tenemos que romper con cierto pensamiento tradicional que ha puesto al agua y al clima en cajas distintas.
Ciertamente no se puede abordar uno sin considerar al otro. Incluso el propio Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que funciona en la órbita de la ONU, ha concluido que los recursos hídricos no han sido adecuadamente considerados en los debates.
La ONU debería incluir inmediatamente al agua en su agenda. El cambio climático parece estar ocurriendo aún más rápido de lo esperado. El mundo simplemente no puede darse el lujo de perder más tiempo en este asunto obvio.
IPS: ¿Por qué hasta ahora los negociadores climáticos, en general, no han estado dispuestos a incluir referencias específicas a la necesidad de abordar el agua?
AB: Porque, desde su punto de vista, el agua es un sector, y en esta etapa de las negociaciones no podemos discutir medidas específicas para cada sector. Sin embargo, éste es un error muy serio. El agua no es simplemente otro sector. Es uno de los elementos de nuestro planeta. El agua, los lagos, los ríos y las napas subterráneas constituyen el torrente sanguíneo de nuestro planeta, como señaló en los años 70 nuestro propio asesor científico, Malin Falkenmark.
Todos los otros sectores de nuestra sociedad dependen del agua. Cuando se ve afectada la disponibilidad de agua, se ve afectada la producción alimentaria, la producción energética, la silvicultura y el estatus sanitario de los países, entre otros aspectos. Cuando el agua es afectada, todas las funciones de nuestra sociedad lo son.
IPS: Como este año la conferencia también se centrará específicamente en las aguas transfronterizas dentro y entre naciones, ¿usted prevé que en el futuro esto será más una fuente de conflicto o de colaboración?
AB: Deberíamos ser realistas y aceptar que el conflicto y la colaboración son posibles. Sin embargo, creemos que hay que hacer una fuerte defensa de la cooperación y la colaboración. Es nuestra tarea dejar eso en claro a las naciones ribereñas de cuencas transfronterizas donde cada parte se disputa el agua.
Tenemos que darnos cuenta de que podemos influir en la elección. Y podemos hacerlo desarrollando y compartiendo una serie de conocimientos sobre manejo de aguas transfronterizas, y ayudando a establecer un "campo de juego parejo" en regiones donde hay un desequilibrio de poder o de influencias.
En última instancia necesitamos ayudar a que las partes transfronterizas se centren en desarrollar beneficios a partir de sus recursos hídricos compartidos, en vez de simplemente competir por el acceso y el volumen.
*Excluída su publicación en Italia.