SUDÁFRICA: Madres adolescentes en aulas hostiles

«A mi madre le sorprendió que mis pechos crecieran, y me dijo que fuera a la clínica para hacerme un análisis de embarazo. Cuando las enfermeras me dijeron que esperaba un hijo me puse a llorar, porque pensé que era demasiado joven para eso y que no me las iba a arreglar».

El testimonio pertenece a Asanda (nombre ficticio), una adolescente de una aldea rural de la provincia sudafricana del Cabo Oriental que quedó encinta cuando cursaba el 11 grado escolar, en el sistema de 12 años que incluye la enseñanza primaria y la secundaria.

Aunque ella evitaba tener relaciones sexuales, ante la presión de su novio terminó cediendo. A los 17 años, todo lo que había oído sobre los anticonceptivos era que quienes los usaban eran muchachas "que tenían muchos novios".

Cuatro de cada 10 adolescentes sudafricanas se embarazan por lo menos una vez antes de llegar a los 20 años, según los académicos Agnes Chigona y Rajendra Chetty. Asanda parecía destinada a unirse a las filas de las estudiantes embarazadas que desertan de la escuela incluso antes de que nazcan sus bebés, principalmente debido al estigma que se asocia con el hecho de ser madre.

Pero Asanda llegó al grado escolar 12 antes de dar a luz a una niña.
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Chigona y Chetty señalan que en un país donde las mujeres constituyen 61 por ciento de la población adulta no educada, los embarazos adolescentes son uno de los principales obstáculos al éxito educativo de las mujeres jóvenes.

La maternidad señala el final de la educación formal para muchas jóvenes, y las que vuelven a la escuela luego del parto a menudo la abandonan si sus hijos se enferman y necesitan que sus madres los cuiden en el hogar.

Muchos maestros simplemente no están dispuestos a ayudar a una o dos estudiantes a ponerse al día con las clases que perdieron.

Asanda regresó a la escuela poco después de dar a luz. "Continué con mi educación, pero tenía mucha presión sobre mí. Debía que cuidar a la bebé y no estaba durmiendo lo suficiente por las noches, porque le daba de mamar e igual lloraba toda la noche. No pude hacer frente a la situación, entonces perdí ese año", relató.

Aparte de atender las necesidades de la recién nacida, Asanda tuvo que lidiar con la mala disposición de profesores. Cuando se quedaba dormida en clase algunos de ellos la avergonzaban gritándole y diciéndole que ella había elegido tener un bebé y que no por eso debía esperar un trato diferente.

"Tenía una autoestima baja. No iba a la escuela con entusiasmo, de hecho me sentía desalentada", dijo Asanda.

Abandonó sus estudios por un año, pero volvió cuando su hija cumplió dos años y aprobó el examen final. Dos años después se inscribió para cursar estudios de grado en la Universidad de Fort Hare, donde está por completar el primer grado.

El mes próximo, Asanda, hoy de 22 años, dará a luz a su segundo hijo. Aunque seguramente esto volverá a interrumpir su educación, su determinación y el apoyo de su madre, que trabaja en la universidad, pueden ser suficientes para que logre obtener su título.

Aunque con la elección del presidente Jacob Zuma, en abril, se previó la creación de un nuevo ministerio para "mujeres, niños y personas con discapacidades", el gobierno sudafricano todavía tiene que articular un plan para las madres que cursan la enseñanza secundaria.

Durante su campaña electoral, Zuma dijo que las madres adolescentes serían enviadas a internados luego de dar a luz —sin sus hijos— y que no se les permitiría volver hasta que hubieran completado sus estudios.

Según los expertos, estas declaraciones muestran que todavía se culpa a las mujeres jóvenes por quedar embarazadas, y la humillación que se asocia a esta culpa es un obstáculo aún mayor para terminar la educación secundaria.

Neliswa (nombre ficticio) se describe a sí misma como una virgen de 17 años que quedó embarazada la primera vez que mantuvo relaciones sexuales. Entonces era una estudiante del 11 grado en Ciudad del Cabo, y se sintió avergonzada de estar encinta porque ella "era la única esperanza de la familia".

"Yo era la única mujer joven de mi familia que se las había arreglado para no quedar embarazada hasta los 17 años", dijo a IPS.

Tras dar a luz, Neliswa se casó con el padre de su hijo y volvió a la escuela, pero no pudo aprobar el grado 12. "No podía concentrarme, pensaba todo el tiempo en mi bebé. No creía que otras personas pudieran cuidar a mi hijo como yo quería", recordó.

Los maestros le preguntaban por qué "se había puesto a sí misma en esta situación, en primer lugar", y ella dejó de ir a la escuela. Tiene un esposo que la apoya y quiere que reanude sus estudios, pero Neliswa dice que se está tomando tiempo para "hallarse a sí misma".

Neliswa participa en el "Girl Child Movement" ("Movimiento Niña"), un proyecto del Centro de Recursos para Niños, y ahora trabaja dirigiendo el programa de salud de esa entidad, que enseña higiene personal básica a niñas y niños.

"El Centro me ayuda mucho. Me mantiene comprometida con mi comunidad. Nos envían a muchas capacitaciones que nos dan poder, y me gusta trabajar con personas de diversas comunidades", expresó.

El director del Centro y miembro fundador del Movimiento, Marcus Solomon, dijo que la solución a la creciente cantidad de embarazos adolescentes es la educación sexual, instalaciones deportivas y otras actividades extracurriculares para mantener a la gente ocupada.

"Si la gente no tiene nada parecido a participar en deportes, se mantiene ocupada con el sexo. El sexo es la mejor ocupación, día y noche, y los fines de semana", sostuvo.

Esto debe ir de la mano con la creación de una "cultura de anti-sexismo". Construir la autoestima de las muchachas y hacer participar a los padres jóvenes es fundamental para disipar el estigma que continúa asociándose a las madres adolescentes, el mismo que hace que Neliswa se sienta "alérgica a la escuela", dijo Solomon.

El Movimiento ha capacitado a 350 niños para ser buenos jardineros, a fin de "asegurarse de que aprendan a alimentarse a sí mismos en el contexto de pobreza absoluta", y a unos 1.000 niños y niñas en el anti-racismo, anti-patoterismo y anti-sexismo, que ayudan a las muchachas a evitar embarazos no deseados que alteren su educación.

"Les enseñamos a las niñas que si quieren pilotear aviones en vez de ser madres pueden hacerlo", sintetizó Solomon.

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