La falta de financiamiento sostenido para los programas de tratamiento contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) podría causar un aumento en el número de muertos, particularmente en África.
"Necesitamos entre 17.000 y 18.000 millones de dólares al año, o un total de 123.000 millones de dólares los próximos siete años, pero todo lo que tenemos son 20.000 millones, lo que deja una brecha de 103.000 millones", alertó Eric Goemaere, jefe de Médicos Sin Fronteras en Sudáfrica.
Goemaere es uno de los miles de investigadores, médicos, políticos y activistas que asisten hasta este miércoles a la V Conferencia sobre Patogénesis, Tratamiento y Prevención del VIH (virus de inmunodeficiencia humana), organizada en esta ciudad por la Sociedad Internacional contra el Sida.
El Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR, por sus siglas en inglés), que contribuye con más de 3.700 millones de dólares para medidas de prevención y tratamiento del VIH en todo el mundo, no ha aumentado su presupuesto este año, a pesar de la promesa de Barack Obama de un incremento anual de 1.000 millones.
Otro donante clave, el Fondo Global para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, anunció que afronta un déficit presupuestal de entre 3.000 y 4.000 millones de dólares.
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Goemaere señaló que la crisis de financiamiento era particularmente trágica porque hay 7.000 millones de personas necesitando medicamentos antirretrovirales en todo el planeta. "La necesidad todavía crece, y nosotros prometimos acceso universal. Es inaceptable para nosotros decir que no hay dinero en el mundo", afirmó.
Según Goemaere, la amenaza al financiamiento tiene menos que ver con la crisis internacional y más con la falta de compromiso de las naciones ricas, como Francia e Italia, que proveen 0,4 por ciento y 0,1 por ciento respectivamente de todos los recursos contra el VIH/sida.
En África austral, una de las regiones más afectadas por la pandemia, ya se siente el impacto del recorte hecho por los donantes. El gobierno de Tanzania, por ejemplo, tuvo que reducir un cuarto el presupuesto para el VIH, mientras que Swazilandia redujo su objetivo de cobertura de tratamiento para 2011 de 60 por ciento a 50 por ciento, lo que afectará a unos 40.000 pacientes.
Uganda tuvo que frenar lo ingresos a los programas de tratamiento financiados por el PEPFAR, y Malawi afrontará un déficit de medicinas.
Hoosen Coovadia, profesor de investigación sobre sida en la Universidad de KwaZulu-Natal, resumió la situación así: "No puedes plantear falsas opciones entre vida y muerte. Hay que encontrar el dinero".
Coovadia cree que habría suficiente dinero disponible en todo el mundo para combatir la pandemia si los gobiernos implementaran programas de salud más eficientemente. "Hemos malgastado el dinero no planificando ni enfocándolo en forma adecuada. Como consecuencia, nuestros servicios están colapsando. Necesitamos un real liderazgo e intervenciones costo-efectivas", afirmó.
Vuyiseka Dubula, secretaria general del grupo Campaña de Acción por Tratamiento, coincidió con Coovadia en que la falta de voluntad política en África subsahariana es un gran obstáculo para el acceso a la atención médica.
"Los presupuestos no son priorizados. Los gastos y la planificación en salud son pobres, lo que se agrava con falta de responsabilidad. Nuestros líderes podrían hacer más", afirmó.
Goemaere llamó a un renovado compromiso de los líderes internacionales. "Necesitamos seguridad financiera nacional e internacional a través de planes de cinco años para crear sostenibilidad y presión a fin de mantener la voluntad política", sostuvo.
"En 2000, (el experto ugandés en VIH Peter) Mugyenyi dijo que los tratamientos existen, pero no donde está la enfermedad, y lamentablemente eso es verdad", añadió. La carencia de fondos directamente incidirá en las tasas de mortalidad del VIH en los países en desarrollo. "Si no mantenemos los actuales programas y aumentamos la cobertura, veremos una enorme mortalidad", alertó Robin Wood, director del Centro Desmond Tutu contra el VIH, con sede en esta ciudad.
"El financiamiento no puede agotarse. De otra manera, veremos que habrá carencia de medicinas, con lo que perderemos la posibilidad de un tratamiento de primera línea", indicó.
Los antirretrovirales de primera línea son una serie de tres medicamentos altamente eficientes para tratar el VIH. Si los pacientes suspenden su régimen a causa de la escasez de medicamentos, pueden hacerse inmunes a algunas drogas de primera línea y pasarán a depender de un tratamiento de segunda línea, compuesto de diferentes medicamentos que son menos efectivos, tienen más efectos colaterales y son seis veces más caros.
Suspender los tratamientos "tendría duras consecuencias. Casi un cuarto (de los pacientes) no regresarán, 22 por ciento morirán y el costo de los servicios de salud se incrementarán porque se enfermarán", alertó Wood. "Eso sería un desastre".
Este año hubo carencias temporales de antirretrovirales en varios países subsaharianos, incluyendo Sudáfrica, Uganda, Malawi y Nigeria.
"El agotamiento (de medicamentos) es una falla de administración y una violación a los derechos humanos inaceptable" dijo el médico estadounidense-británico Brian Brink.
"La recesión económica no puede ser una excusa para reducir el ritmo del tratamiento. Si no continuamos proveyendo tratamiento, va a costar mucho más en el largo plazo", afirmó.