MUJERES: Cambiar estereotipos es lo primero

Para que ejerzan sus derechos, es preciso cambiar la imagen negativa de las mujeres en algunas sociedades, dijo a IPS Naela Gabr, presidenta del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés).

Expertos de esta dependencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) evaluarán hasta el 7 de agosto la situación de los derechos femeninos en 11 países.

El proceso analiza el cumplimiento de los compromisos contraídos por los estados en el marco de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979) y sugiere mecanismos para que mejoren en esa tarea.

Los 11 países estudiados este año son Argentina, Azerbaiyán, Bután, Dinamarca, España, Guinea-Bissau, Japón, Laos, Liberia, Suiza, Timor Oriental y Tuvalu.

IPS dialogó con Gabr, de nacionalidad egipcia, sobre el proceso y los desafíos hacia la consagración de la igualdad de las mujeres.
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IPS: ¿Puede resumir el proceso de evaluación que se lleva a cabo desde el 20 de julio?

NAELA GABR: Evaluamos los aspectos legales: cómo un país organiza su normativa para que sea coherente con el texto y el espíritu de la Convención. Y evaluamos los aspectos prácticos, de implementación, la operativa: los servicios sociales básicos, la salud, la educación, el empleo, la situación de las mujeres rurales, etcétera.

Otro factor importante es el análisis de los estereotipos, pues son el punto de partida. Si algunos países y sociedades no cambian sus prácticas tradicionales nocivas ni la imagen negativa que las mujeres tienen en ellas, la población femenina no podrá ejercer sus derechos.

Claro que las cosas están evolucionando. La globalización introdujo una causa muy importante (y más nueva): el tráfico humano, que se ha convertido en uno de nuestros principales puntos de análisis.

IPS: Usted enfatizó en la discriminación contra las mujeres mayores y las consecuencias económicas del divorcio. ¿Por qué surgen ahora esas cuestiones como parte del debate?

NG: Con los avances médicos, las mujeres logran vivir más años en muchas sociedades. Las mujeres mayores son más vulnerables porque dependen de la pensión de los hombres. A veces se quedan sin recursos financieros cuando enviudan. Mujeres radicadas en áreas rurales de muchas regiones del mundo no pueden heredar, ni de sus familias de origen ni de sus esposos.

Claro que en las sociedades modernas las mujeres tienen más oportunidades de trabajar y de ocupar empleos excelentes. Pero a veces optan por atender a los niños, a la familia, o a la carrera del esposo.

La esposa de un diplomático, por ejemplo, no puede desarrollar una carrera si acompaña a su cónyuge en sus traslados. Si algún día el esposo decide abandonarla, ¿en qué situación quedará?

IPS: El Comité evalúa a países industriales, como Suiza, y Timor Oriental, aún en desarrollo, con situaciones económicas muy diferentes. Pero, ¿hay alguna región del mundo donde los derechos femeninos no constituyan un problema?

NG: No, no creo. Toda sociedad tiene sus problemas y particularidades. Lo que se constata es una fluctuación.

IPS: ¿Por qué cree que un puñado de países aún se resisten a ratificar la Convención?

NG: Está claro que se debe a situaciones internas. Esos países necesitan, antes que nada, un debate social interno.

Cuando existen organizaciones no gubernamentales, puede despertarse la conciencia de la sociedad. Ellos pueden presionar a los países para que ratifiquen la Convención.

IPS: ¿La religión disuade a las autoridades de los países de ratificarla?

NG: Mire a Estados Unidos (que firmó la Convención pero no la ratificó), o a Irán y Sudán (que ni siquiera la ha firmado). Somalia (que tampoco suscribió el tratado) tiene una situación especial, porque allí todavía hay dificultades, pero el problema principal hoy es el de Irán, Estados Unidos y Sudán.

He estudiado la cuestión religiosa, incluso en mi propio país, que es musulmán. Fijémonos en los 57 países de la Organización de la Conferencia Islámica. La mayoría de ellos ratificaron la Convención, excepto dos o tres. El más reciente, hace poco, fue Qatar. Algunos la ratificaron sin reservas, algunos con demasiadas, y algunos con menos. Depende de la interpretación del texto y de la religión.

Pero yo, como musulmana, no veo ninguna contradicción en que un país islámico adhiera a la Convención. Por el contrario, el Islam ha sido muy vanguardista en la materia.

El Islam habilita a una mujer a mantener su propio apellido y su independencia financiera, a trabajar. El Islam no exige el uso del velo, sino una vestimenta decente. Admite que las mujeres participen plenamente en la sociedad, y que incluso combatan en una guerra.

IPS: Usted considera que el Cedaw "es uno de los más exitosos organismos de control de tratados". ¿Cómo mediría este éxito, y a qué lo atribuye?

NG: A la adherencia, por supuesto. Somos el número dos en materia de derechos de niños y niñas, de visibilidad de la Convención en la sociedad, y en cómo los países están respondiendo a nuestra interacción. La mayoría de ellos vienen a nosotros con muchos logros y actúan en conformidad con nuestras recomendaciones. A partir de esto puedo detectar y evaluar el grado de progreso.

IPS: Entonces, ¿usted cree que los derechos femeninos tuvieron un avance mundial considerable?

NG: Sí, por supuesto. Eso es innegable. Pero al mismo tiempo en el mundo moderno se suscitan dificultades. Por ejemplo, el uso y mal uso de las mujeres en la publicidad, como objeto, o mediante la desnudez. Es degradante.

Desafortunadamente surgen nuevas formas de discriminación, pero en el panorama mundial las cosas mejoran. Aquí estamos, detectando las nuevas dificultades.

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