Estados Unidos confirmó que provee armas y municiones al gobierno de transición de Somalia para enfrentar a la amplia coalición de milicias islamistas que, según analistas, están vinculadas con Al Qaeda.
Esta asistencia, que según el portavoz del Departamento de Estado (cancillería), Ian Kelly, fue autorizada por resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), va en la línea de un creciente respaldo de Washington a la presidencia del jeque Sharif Sheid Ahmed.
"A pedido de ese gobierno, el Departamento de Estado ha colaborado proveyendo armas y municiones en forma urgente", dijo Kelly a periodistas. "Es en apoyo a los esfuerzos del gobierno federal de transición para repeler el ataque de las fuerzas extremistas que intentan destruir el proceso de paz de Djibouti".
Estados Unidos también provee entrenamiento a funcionarios de gobierno somalíes y a reclutas en la vecina Djibouti, donde cientos de soldados estadounidenses se encuentran apostados desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
El gobierno somalí de transición, liderado por el jeque Sharif, ex presidente de la Unión de Cortes Islámicas (UCI), lucha para defenderse de una gran ofensiva lanzada a comienzos del mes pasado por Al Shabaab, grupo islamista radical que controla gran parte del centro y sur de Somalia, así como algunas zonas de la capital, Mogadiscio.
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Al Shabaab ("la juventud", en árabe), que integra la lista de Estados Unidos de organizaciones terroristas, procura derrocar al gobierno de transición apoyado por la ONU e instalar una estricta forma de ley islámica similar a la impuesta por el movimiento Talibán en Afganistán. Están aliados con Hizbul Islam, coalición encabezada por el jeque Hassan Dahir Awys, ex camarada del jeque Sharif en las UCI.
Altos funcionarios estadounidenses han expresado su temor de que, si triunfa, la coalición radical podría ofrecer un refugio seguro para extremistas musulmanes de otras naciones, incluyendo a Al Qaeda. Aweys, sin embargo, asegura no tener conexiones con la red liderada por Osama bin Laden.
Además de usar morteros y otras armas indiscriminadas en su actual ofensiva, los insurgentes, que recibirían apoyo de Eritrea, han perpetrado ataques suicidas y asesinatos selectivos contra figuras clave asociadas con el gobierno. Casi la mitad de los miembros del parlamento habrían huido del país en las últimas semanas. Entre las víctimas se encuentra el ministro del Interior y un ex primer ministro.
"La posibilidad de que colapse el gobierno envía señales de alerta a las capitales occidentales, y todavía está por verse si tendrá éxito esta última movida" de Estados Unidos, sostuvo el analista Rashid Abdi, del Grupo Internacional de Crisis, centro de estudios con sede en Bruselas.
Tras afirmar su poder en la capital, Al Shabaab habría realizado amputaciones de manos y pies a cuatro jóvenes acusados de robar armas y teléfonos celulares a habitantes de Mogadiscio. Así lo informó la cadena británica BBC luego de ser condenados esta semana por un tribunal ad hoc de la shariá (ley islámica).
"La horrenda naturaleza de estos actos que fueron realizados frente a una multitud añade más injusticia y deshumaniza a esos adolescentes", señaló la organización Amnistía Internacional, con sede en Londres.
Somalia no ha tenido un gobierno efectivo desde 1991, cuando señores de la guerra derrocaron al dictador Mohamed Siad Barre. En 2006, milicias bajo el comando de la UCI lograron crear algo semejante a una situación de estabilidad en la mayor parte del país, pero que colapsó luego de que tropas de Etiopía, respaldadas por Washington, aplastaron a las fuerzas islámicas y tomaron control de Mogadiscio en diciembre de ese año.
Bajo la fuerte presión de Al Shabaab y de Hizbul Islam, Etiopía se retiró en enero pasado, al mismo tiempo que el jeque Sharif reemplazó como presidente al impopular Abdullahi Yusuf Ahmed, incapaz de acercarse a los elementos más moderados en la coalición rebelde.
El nuevo mandatario inició conversaciones con líderes insurgentes, incluyendo a Aweys, quien retornó del exilio en Eritrea, pero "juzgó mal la profunda antipatía personal y desconfianza que anima a sus oponentes", según Daniela Kroslak y Andrew Stroehlein, del Grupo Internacional de Crisis.
En una cinta de audio divulgada en marzo, Bin Laden declaró al jeque Sharif enemigo y llamó a los insurgentes a derrocar a su gobierno.
Varios cientos de combatientes islámicos extranjeros habrían llegado desde países como Arabia Saudita, Pakistán y Yemen, e incluso desde América del Norte, para unirse a los insurgentes.
Desde que comenzó la campaña contra el gobierno del jeque Sharif, unas 159.000 personas han huido de sus hogares. Unos 3,2 millones de somalíes, esto es, la mitad de la población, dependen de ayuda humanitaria exterior.