El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, obligado por la crisis económico financiera local y su desborde al resto del mundo, recorta la asistencia a la lucha contra el VIH/sida, decisión que se diferencia con la de su antecesor, George W. Bush, quien destinó miles de millones de dólares.
El Congreso legislativo aprobó un aumento de tan sólo 165 millones de dólares para 2010 al Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del Sida (Pepfar, por sus siglas en inglés).
En la Reunión de Operadores, realizada del 10 al 14 de este mes en Windhoek, el coordinador de Pepfar, Thomas Walsh, buscó la forma de recortar gastos en África austral sin perjudicar el tratamiento con antirretrovirales que reciben dos millones de portadores del VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), financiado por el organismo en esa región.
IPS: El Congreso aumentó en 2008 los fondos de Pepfar. De los 15.000 millones de dólares para el periodo 2004-2008 pasó a 48.000 millones para 2009-2013, casi 10.000 millones de dólares al año. Pero en 2010 el presupuesto se estancó en 6.100 millones de dólares, ¿por qué?
THOMAS WALSH: La crisis financiera afectó nuestro presupuesto. Aun así, hubo un aumento de 165 millones de dólares, por lo que el fondo operará con 6.100 millones de dólares en 2010, pero definitivamente no podremos mantener el incremento exponencial de antes.
Se mantendrá el tratamiento a toda persona que esté recibiendo antirretrovirales. Pero todavía no sabemos cuáles serán las consecuencias reales hasta que no terminemos los cálculos.
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Quizá tengamos que ser más selectivos, en cuyo caso, los niños y niñas huérfanos y más vulnerables con VIH/sida serán nuestra principal prioridad. También tendremos que trabajar de forma más eficiente.
IPS: ¿Qué áreas concretas se verán afectadas por los recortes?
TW: Los gobiernos y organizaciones que reciben fondos del Pepfar pueden ahorrar mucho dinero, por ejemplo recortando gastos de estructura y también con algunos cambios en las políticas nacionales.
No es necesario que todas las intervenciones médicas, como recetar antirretrovirales, estén a cargo de un médico con un salario relativamente alto. Las enfermeras y otros actores capacitados pueden hacerse cargo de muchas tareas.
Tomemos por ejemplo el caso de Sudáfrica donde está prohibido registrar medicamentos genéricos. Si esa ley se anulara, los fármacos serían mucho más baratos. Pepfar financia mucha de esas actividades de forma directa o indirecta y esa sería una forma de ahorrar dinero.
IPS: Pepfar ha sido criticado por hacer énfasis en la abstinencia y la fidelidad como forma de combatir la propagación del VIH/sida. ¿Funcionó ese enfoque en Sudáfrica?
TW: No creo que se pueda argumentar contra la efectividad de la abstinencia o que los hombres casados no deban ser fieles. Obviamente, tener múltiples parejas es un catalizador de la enfermedad. Es muy importante dominar ese tipo de comportamiento.
Los condones pueden servir, pero sólo son efectivos en 90 por ciento de los casos.
La reautorización en 2008 de la Ley de Liderazgo Global de Estados Unidos contra el VIH/sida, la tuberculosis y la malaria, de Tom Lantos y Henry J. Hyde, que rige la segunda fase de Pepfar, exige destinar un tercio del presupuesto a la prevención mediante la promoción de la abstinencia y la fidelidad conyugal.
Pero también nos dimos cuenta de que ese enfoque tiene que ser más flexible. Las epidemias varían de un país a otro, y en algunos lugares se obtienen mejores resultados mediante la distribución de condones a gran escala.
Pero no distribuiremos condones a menores de 14 años. No es para nosotros. Hay otras organizaciones que lo hacen.
IPS: ¿Qué presupuesto maneja Pepfar para la prevención y cómo se calcula?
TW: Destinamos 29 por ciento de nuestro presupuesto total a la prevención. El acceso a un tratamiento universal está muy difundido, lo que implica que muchas personas con VIH/sida puedan seguir viviendo.
Eso lleva a un aumento constante del número de personas con enfermedades crónicas por la gran cantidad de nuevas infecciones con VIH que hay en la región de la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC). Es obvio que en determinado momento, el costo para el sistema de salud será insostenible.
IPS: ¿Por qué Pepfar brinda asistencia a algunos países de la SADC y está prácticamente ausente de otros que están iguales o en peores condiciones en materia de VIH/sida?
TW: Pepfar no está presente en Lesotho y Swazilandia por la falta de funcionarios estadounidenses. En Zimbabwe, creo que fue por la gran incertidumbre política.
Ahora comienza a operar de una forma distinta en base a parámetros generales acordados con colaboradores nuevos y con otros ya existentes, que incluyen acuerdos sobre buena gobernanza, reformas políticas y compromisos financieros.
Malawi y Swazilandia firmaron hace poco un convenio. Pronto lo hará Lesotho y, tras el acuerdo para formar un gobierno de unidad alcanzado por los partidos rivales de Zimbabwe, ese país se convierte en potencial beneficiario de la asistencia.
IPS: Las organizaciones que reciben asistencia financiera de Pepfar deben denunciar la prostitución. ¿Por qué?
TW: El gobierno de Estados Unidos no quiere financiar organizaciones que promuevan la legalización de la prostitución. Lo que no quiere decir que ellas no puedan trabajar para paliar las necesidades de la población afectada en lo que respecta al VIH/sida. Pueden y deben hacerlo.
La promesa forma parte de las normas que rigen nuestra actividad y concuerdo con que es polémica. Pero déjeme decirle algo. Si bien no podemos dar dinero sin la firma de ese compromiso, no pedimos cuentas al respecto.
IPS: ¿Cuáles han sido los logros clave de Pepfar en África austral?
TW: En los últimos cinco años superamos nuestros objetivos al lograr que 2,1 millones de personas reciban tratamiento con antirretrovirales y brindamos asistencia a 10 millones de personas infectadas y afectadas por el VIH/sida, incluidos niños y niñas huérfanos y vulnerables, la mayoría en África.
El plan fue ampliado hasta 2014, pero no se sabe que ocurrirá después. Tenemos que concentrarnos en fortalecer los sistemas de atención a la salud, no sólo lanzar píldoras con paracaídas para que la gente las reciba con la boca abierta. Eso quiere decir que es inaceptable que los presupuestos para la salud de los países que ayudamos permanezcan estancados.
No será fácil hacer retroceder la pandemia. Modificar los comportamientos humanos nunca es fácil y algunas prácticas culturales son mucho más viejas que el sida.