ISRAEL-EEUU: Amistad con condiciones

Muchos en Israel temen ante la posibilidad de que el país pierda su histórico estatus de mejor aliado de Estados Unidos en Medio Oriente.

La población del Estado judío está profundamente preocupada por lo que considera una amenaza existencial: un posible ataque con misiles desde Irán o sus aliados en terceros países.

No es ajeno a esta situación que el gobierno de Estados Unidos haya relegado en su agenda a Israel, que quedó opacado por otros "intereses nacionales", en palabras del presidente Barack Obama, quien asumió el cargo hace menos de seis meses.

¿Quién habría imaginado que cuando Obama viajara a Medio Oriente ni siquiera haría una escala de cortesía en Jerusalén?

¿Y quién habría imaginado que el gobierno estadounidense no revelaría de antemano al israelí el contenido del discurso que el presidente pronunció este jueves en El Cairo, dirigido especialmente al mundo árabe y musulmán?
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En el auditorio de la Universidad Al-Azhar, considerada una de las principales instituciones musulmanas del mundo, Obama advirtió que el vínculo entre Estados Unidos e Israel es "irrompible", y reconoció al mismo tiempo que las penurias del pueblo palestino son "intolerables".

"Estados Unidos no le dará la espalda a las legítimas aspiraciones palestinas a la dignidad, las oportunidades y a un estado propio", sostuvo.

"Estados Unidos no acepta la legitimidad de la permanencia de los asentamientos" judíos en Cisjordania, agregó Obama. "Estas construcciones violan acuerdos previos y socavan los esfuerzos para alcanzar la paz. Es hora de frenar esos asentamientos. Israel debe también cumplir con su obligación de asegurarse de que los palestinos puedan vivir, trabajar y desarrollarse como sociedad."

El gobierno israelí está en un embrollo. En una reunión íntima de legisladores de su derechista partido Likud, el primer ministro Benjamín Netanyahu exhibió una franqueza inusual.

"No quiero crear ninguna ilusión. La realidad no es simple en absoluto. Tenemos que considerar qué opciones tenemos en los asentamientos, en términos prácticos, cara a cara con este gobierno (estadounidense), pero también cara a cara con nosotros mismos. No tenemos ningún interés en profundizar la división con Washington. Pero no vamos a sacar los asentamientos. Nadie avizora eso", dijo.

El martes de noche, mientras el ministro de Defensa israelí Ehud Barak estaba reunido en la Casa Blanca con el consejero de Seguridad Nacional estadounidense, general James Jones, Obama hizo una aparición sorpresiva.

El presidente se presentó en una conferencia por chat con el invitado israelí durante 15 minutos, tiempo suficiente no sólo para intercambiar cumplidos, sino también para reafirmar su categórica posición respecto de los asentamientos judíos en la Cisjordania ocupada.

Un día antes, el enviado especial de la Casa Blanca para Medio Oriente, George Mitchell, rechazó el acuerdo tácito alcanzado entre gobiernos israelíes previos y el de George W. Bush (2001-2009) y que permitió a Israel continuar construyendo "bloques de asentamientos" cerca de la frontera de 1967.

Hasta ahora, el gobierno de Netanyahu no logró aplacar su enfrentamiento con Obama al respecto. Propuso eliminar 26 "puestos de asentamientos ilegales" a cambio de que Estados Unidos apruebe una limitada expansión de estos enclaves.

El parlamentario opositor israelí Najman Shay dijo a IPS que el motivo por el que a Netanyahu le está costando tanto manejar el desafío de Estados Unidos sobre los asentamientos se debe a que "simplemente no tiene una política alternativa que ofrecer".

Pero hay una razón más profunda: la inherente contradicción entre el reclamo de que Estados Unidos respete sus compromisos pasados sobre los asentamientos y su negativa a respetar su propio compromiso anterior con la solución de dos estados.

La semana pasada, las discrepancias en torno a los asentamientos generaron un encuentro incómodo en Londres entre Mitchell y el viceprimer ministro israelí Dan Meridor.

El enviado de Netanyahu recordó que una carta informal de Bush al ex primer ministro israelí Ariel Sharon había establecido que los "bloques de asentamientos" continuarían en manos israelíes aunque hubiera un acuerdo de paz, y que por lo tanto podrían mantenerse las construcciones.

Mitchell replicó mostrándole a Meridor que otra de las secciones de la misiva consagra el principio de "dos estados para dos pueblos".

"Eso también está escrito en la carta. ¿Usted está de acuerdo con eso?", preguntó Mitchell.

El analista Akiva Eldar señaló en el periódico israelí Haaretz que Netanyahu está confiriéndole a la discusión una dimensión desproporcionada.

"Se está concentrando en el llamado ‘crecimiento demográfico natural’ de los asentamientos simplemente para cortarle el paso a Obama antes de que comience a hacer reclamos sobre las fronteras y Jerusalén", escribió.

Netanyahu está en una encrucijada. Según el legislador árabe israelí Ahmad Tibi, cercano a los líderes palestinos desde hace 20 años, Obama estableció un plazo reducido.

"Le dijo al primer ministro israelí: ‘Presente su postura el 1 de julio, pero asegúrese de referirse tanto al congelamiento total de los asentamientos como de que está listo para suscribir el principio de los dos estados’", señaló Tibi.

El gobierno israelí reconoce que probablemente éste será apenas el primero de muchos tornillos que Obama ajustará en torno a Netanyahu.

Eso podría dejar al primer ministro israelí ante una opción nada envidiable: enfrentarse con un determinado presidente estadounidense, o darle la espalda a su política de asentamientos, arriesgándose así a enemistarse con sus propios aliados de derecha.

Y eso, a su vez, podría significar el periodo de gobierno más corto que un líder haya tenido en la historia del Estado de Israel.

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