INFORME ESPECIAL: Arabia Saudita protegió a Al Qaeda (Parte 2)

En la última semana de octubre de 1996, la policía secreta de Arabia Saudita, la Mabahith, le presentó a David Williams, asistente especial del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos en temas de contraterrorismo, lo que dijo eran resúmenes de confesiones obtenidas a 40 chiitas detenidos.

Las supuestas confesiones presentaban al atentado contra las Torres Khobar como obra de una célula saudita del movimiento chiita libanés Hezbolá (Partido de Dios), que había realizado una vigilancia de objetivos estadounidenses bajo la dirección de un oficial de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán antes de planificar el ataque.

Pero los documentos curiosamente carecían del tipo de detalles que le hubieran permitido a los investigadores estadounidenses verificar elementos clave de la versión. De hecho, los funcionarios sauditas se negaron incluso a revelar los nombres de los detenidos, y los identificaron sólo por los números, según un ex funcionario del FBI involucrado en el caso.

Abogados del Departamento de Justicia de Estados Unidos concluyeron que las confesiones no eran para nada fiables y no se podían usar en un tribunal, pues probablemente habían sido obtenidas mediante tortura. A instancias de la entonces fiscal general Janet Reno, ella y el director del FBI, Louis Freeh, dijeron públicamente a inicios de 1997 que los sauditas habían provisto poco más que "habladurías" como evidencias sobre el atentado.

También hubo grandes anomalías en las supuestas confesiones de los chiitas que debieron haber despertado sospechas de los investigadores del FBI. Los sauditas señalaron que el 29 de marzo de 1996, las autoridades en el puesto de Al Haditha, en la frontera con Jordania, habían descubierto 38 kilos de explosivos plásticos escondidos en un automóvil conducido por un miembro del Hezbolá.
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El conductor no sólo admitió ser miembro de la célula saudita de esa organización, según la versión de la Mabahith, sino que además llevó a la policía secreta a identificar otros tres integrantes del grupo, que habrían sido arrestados el 6, 7 y 8 de abril de ese año respectivamente.

Días más tarde, el 17 de abril, funcionarios sauditas hicieron pública la noticia del hallazgo de los explosivos, informando que "varias personas" habían sido arrestadas

Cuatro días después, el ministro del Interior, príncipe Nayef, anunció la detención de cuatro hombres responsables de un atentado al centro de instrucción de la Guardia Nacional Saudita en Riyadh el 13 de noviembre de 1995. Sus confesiones fueron transmitidas por la televisión saudita el mismo día.

Al anunciar los arrestos, luego informados por el diario estadounidense The New York Times, Nayef también mencionó el intento de contrabando de explosivos en la frontera, diciendo que todavía no estaba claro si estaba relacionado con el atentado de 1995.

Esas declaraciones claramente daban a entender que los funcionarios sauditas tenían razones para creer que efectivamente había un vínculo entre el grupo radical islámico que habría perpetrado el ataque en Riyadh y los que cayeron en la ola de arrestos tras el intento de contrabando de explosivos.

Tras el ataque en la oriental ciudad saudita de Khobar el 25 de junio de 1996, los sauditas comenzaron expresamente a vincular los explosivos incautados en la frontera con los chiitas a quienes atribuían ese atentado.

Un día de julio, según un ex funcionario del gobierno de Bill Clinton (1993-2001) Freeh ingresó furioso a la Sala de Problemas de la Casa Blanca (centro de control de inteligencia para situaciones de crisis), diciendo a los funcionarios que acababa de enterarse que los sauditas habían arrestado a un miembro del Hezbolá en marzo con explosivos ocultos y que habían descubierto el complot chiita para hacer estallar las Torres Khobar.

Las declaraciones de Nayef sugiriendo un posible vínculo con el atentado en Riyadh fue un engaño deliberado a Washington, y que las autoridades sauditas nunca explicaron a sus pares estadounidenses. "Les preguntamos por qué no nos lo habían dicho antes, y no tuvimos respuesta", dijo Williams.

Si los sauditas de hecho habían detenido a los cuatro miembros del Hezbolá que tenían la misión de perpetrar los atentados, esa organización lo hubiera sabido de inmediato, suspendido toda operación y abandonado el país.

Lo que socava más la versión de los explosivos chiitas es el hecho de que los sauditas, tras el atentado en Khobar, detuvieron y torturaron secretamente a varios veteranos combatientes islámicos sunitas vinculados con la red Al Qaeda de Osama bin Laden.

Entre los detenidos por el ataque en Khobar se encontraba Yusuf al-Uyayri, quien luego se supo fue de hecho el jefe de Al Qaeda en Arabia Saudita. En 2003, Al-Uyayri confirmó en una publicación regular de esa red radical islámica que había sido arrestado y torturado tras el atentado a las torres.

Un informe publicado a mediados de agosto de 1996 por el periódico palestino londinense Al Qods al-Arabi, basado en fuentes vinculadas con el movimiento islamista en Arabia Saudita, señalaba que seis veteranos sunitas de la guerra de Afganistán habían confesado el atentado de Khobar bajo tortura.

Eso fue seguido dos días después por un informe en el diario The New York Times indicando que los funcionarios sauditas ahora creían que los veteranos de la guerra de Afganistán habían perpetrado el atentado.

Pocas semanas después, sin embargo, el régimen saudita aparentemente tomó formalmente la decisión de responsabilizar del atentado a los chiitas.

Según Thomas Hegghammer, analista noruego especializado en el movimiento combatiente islámico saudita, poco después de que Al-Uyayri muriera en un tiroteo en Riyadh a fines de 2003 se divulgó un artículo escrito por ese líder Al Qaeda también responsabilizando a los chiitas por el atentado en Khobar.

En un documento para el Centro de Combate al Terrorismo en West Point, Hegghammer cita ese artículo como evidencia de que Al Qaeda no estaba involucrada en lo de Khobar. Pero uno de los principales objetivos de Al-Uyayri en ese momento era no ir a prisión, y eso explicaría lo sorprendente de su apoyo a la versión del gobierno saudita.

Al-Uyayri había sido liberado de la cárcel a mediados de 1998, pero fue nuevamente detenido a fines de 2002 o principios de 2003, para cuando la CIA ya lo reconocía como una importante figura de Al Qaeda, aunque no sabía que era el líder de la red en la península arábiga, según el libro "The One Percent Doctrine" (La doctrina del uno por ciento), de Ron Suskind.

A mediados de marzo de 2003, escribe Suskind, funcionarios estadounidenses presionaron a los sauditas para que no lo dejaran ir, pero estos arguyeron que no tenían nada contra Al-Uyayri, y pocas semanas después fue nuevamente liberado. El jefe de Al Qaeda en Arabia Saudita y la policía secreta de ese país participaban de un juego complejo.

La cuestión de cómo los supuestos conspiradores obtuvieron unos 2.300 kilos de explosivos –que se estima se necesitaron para hacer estallar el camión bomba frente a las Torres Khobar—fue uno de los temas centrales en la investigación. Pero entrevistas a seis ex funcionarios del FBI que trabajaron en el caso revelaron que jamás se encontró pista alguna de cómo pudieron ingresar los explosivos.

Ninguno de los seis pudo recordar ninguna evidencia específica, y un ex funcionario del FBI que sigue defendiendo las conclusiones de la pesquisa se negó abiertamente a decirle a este periodista si la investigación había hallado respuesta a este tema.

Si la célula saudita del Hezbolá realmente planificó el ingreso de los explosivos para el atentado de Khobar ocultándolos en automóviles a través de la frontera, debió haber necesitado más de 50 coches. Sin embargo, no hay indicios de que más vehículos hayan ingresado al país en esas condiciones en los días previos al ataque.

(*Este es el segundo artículo de una serie de cinco titulada "Las Torres Khobar investigadas: Cómo un engaño saudita protegió a Osama bin Laden". La serie es respaldada por el Fondo para el Periodismo de Investigación)

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