El 25 de junio de 1996, un camión bomba estalló frente a un edificio del complejo de las Torres Khobar, en el este de Arabia Saudita, donde había personal de la fuerza aérea de Estados Unidos. En el ataque murieron 19 soldados de aviación estadounidenses y resultaron heridas otras 372 personas.
Inmediatamente después de la explosión, más de 125 agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) recibieron la orden de buscar evidencias en la escena de la devastación. Pero cuando dos funcionarios de la embajada estadounidense llegaron allí temprano a la mañana siguiente, se encontraron con que una pala mecánica de las autoridades sauditas había comenzado a excavar toda la zona.
La excavación sólo se detuvo después de que Scott Erskine, agente especial supervisor del FBI para investigaciones internacionales de terrorismo, amenazó con que el entonces secretario de Estado (canciller), Warren Christopher, quien justamente se encontraba en Arabia Saudita, intervendría personalmente en el asunto.
La inteligencia estadounidense luego interceptó comunicaciones de los más altos niveles del gobierno saudita, incluyendo una del ministro del Interior, el príncipe Nayef, con el gobernador y otros funcionarios de la Provincia Oriental, instruyéndolos a expresar formalmente cooperación con las autoridades estadounidenses en su investigación, pero obstruirla a cada paso.
Ese fue el comienzo de lo que entrevistas de IPS a más de una docena de fuentes familiarizadas con las investigación y otra información ahora disponible revelan fue un esfuerzo sistemático de los sauditas por obstaculizar toda pesquisa estadounidense y engañar a Washington sobre quién era el responsable del ataque.
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El régimen saudita se encargó de virar la investigación del FBI hacia Irán y a sus aliados chiitas, con la aparente intención de alejar a los funcionarios estadounidenses de una serie de evidencias que hubieran conducido las averiguaciones a la red radical islámica Al Qaeda y a una compleja maraña de vínculos entre Riyadh y Osama bin Laden.
La clave del éxito en el engaño saudita fue el propio director del FBI, Louis Freeh, quien personalmente asumió la conducción de la investigación y se hizo conocer como el "encargado del caso", según ex funcionarios de esa oficina.
Freeh permitió que el entonces embajador saudita en Estados Unidos, príncipe Bandar bin Sultan, lo convenciera de que Teherán estaba involucrado en el atentado, y de que el presidente Bill Clinton (1993-2001), por quien había generado una profunda antipatía, "no tenía interés en afrontar el hecho de que Irán había hecho estallar las torres", como escribió el propio ex director del FBI en sus memorias.
La investigación sobre el ataque en la oriental ciudad saudita de Khobar pronto se convirtió en una guerra de Freeh contra Clinton. El entonces director del FBI "buscaba esto para su propia agenda personal", dijo Jack Cloonan, ex agente de esa oficina federal.
Un ex alto funcionario del FBI recuerda que Freeh "estaba siempre reuniéndose con Bandar". Y muchos de los encuentros no fueron en la oficina del director del FBI, sino en la casa de 38 habitaciones de Bandar en McLean, en el oriental estado de Virginia.
Mientras, los sauditas rechazaban los más básicos pedidos de cooperación del FBI. Cuando Ray Mislock, quien presidía la División de Seguridad Nacional de la Oficina de Campo en Washington (WFO, por sus siglas en inglés) del FBI, solicitó un permiso para ir puerta a puerta entrevistando a testigos en la zona del atentado, los sauditas se lo negaron.
"Es nuestra responsabilidad", recuerda Mislock que le dijeron. "Nosotros haremos las entrevistas".
Pero los sauditas nunca realizaron esa investigación. Lo mismo sucedió cuando Mislock pidió acceso a los registros telefónicos en el área inmediata en torno a las Torres Khobar.
Poco después del atentado, funcionarios de la policía secreta de Arabia Saudita, la Mabahith, comenzaron a decirle a sus contactos del FBI y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que habían arrestado a miembros de un poco conocido grupo chiita llamado "Hezbolá Saudita", que tanto la inteligencia de Riyadh como de Washington creían era cercano a Irán.
Los policías sauditas aseguraron tener amplia información de inteligencia vinculando a ese grupo con los atentados de las Torres Khobar.
Pero un ahora desclasificado informe de julio de 1996 elaborado por analistas de la CIA revela que las afirmaciones de Mabahith fueron vistas entonces con recelo. El documento indica que la policía secreta saudita "no le ha mostrado a funcionarios de Estados Unidos su evidencia ni provisto muchos detalles de su investigación".
Aun así, Freeh rápidamente logró que los grupos chiitas iraníes y sauditas se convirtieran en los sospechosos oficiales, excluyendo de la pesquisa la hipótesis de que Al Qaeda hubiera perpetrado el ataque a las Torres Khobar.
"Nunca hubo, jamás, una duda en mi mente sobre quién hizo esto", dijo un ex funcionario del FBI involucrado en la investigación, que no quiso ser identificado.
Expertos en Bin Laden del FBI y de la CIA intentaron sin éxito sumarse a las averiguaciones. Por ejemplo, Jack Cloonan, miembro de la unidad I-49 del FBI, que preparaba un caso legal contra el líder de Al Qaeda por sus anteriores actos terroristas, solicitó a la WFO poder participar, pero no se lo autorizaron.
"La WFO estaba hipersensible, y nos dijo que nos dejáramos de joder", contó Cloonan.
La unidad de la CIA sobre Bin Laden, creada a comienzos de 1996, también fue excluida de las averiguaciones por las propias autoridades de la agencia.
Dos o tres días después del atentado en Khobar, recuerda Dan Coleman, agente del FBI asignado a la unidad, la CIA "encerró" su propia investigación, creando una contraseña cifrada para limitar el acceso a la información a un puñado de personas.
El jefe de la unidad sobre Bin Laden en el Centro de Contraterrorismo de la CIA, Michael Scheuer, no fue incluido en ese pequeño grupo.
Sin embargo, Scheuer instruyó a sus funcionarios a que reunieran toda la información que la unidad había recolectado de todo tipo de fuentes indicando que habría una operación de Al Qaeda en Arabia Saudita después de un atentado en Riyadh en noviembre anterior.
El resultado fue un memorando de cuatro páginas con evidencia de que la red liderada por Bin Laden había estado planificando una operación militar con explosivos en Arabia Saudita en 1996.
"Uno de los lugares mencionados en el memorando era Khobar", aseguró Scheuer. "Estaban trasladando explosivos de Puerto Said a través del canal de Suez hasta el mar Rojo y Yemen, para luego infiltrarlos a lo largo de la frontera con Arabia Saudita", añadió.
Pocos días después de recibir el memorando, el jefe del Centro de Contraterrorismo de la CIA, Winston Wiley, uno de los pocos funcionarios de la agencia que tenía conocimiento de la marcha de la investigación, se presentó en la oficina de Scheuer y cerró la puerta tras de sí. Wiley abrió una carpeta que tenía sólo un documento en ella: una comunicación interna iraní interceptada y traducida en la que había una referencia a las Torres Khobar. "¿Está usted satisfecho?", preguntó Wiley.
Scheuer respondió que esa era sólo una parte de la información en un mucho más grande universo de datos que señalaban a otra dirección. "Si eso es todo lo que hay", le dijo a Wiley, "yo diría que sería muy interesante y debería ser investigado, pero no es definitivo"
Pero la señal de los líderes de la CIA era clara: Irán ya había sido identificado como el responsable del atentado en Khobar, y no había interés en seguir la pista hacia Al Qaeda.
En septiembre de 1996, Jamal Al-Fadl, ex agente de negocios de Bin Laden y quien había abandonado Al Qaeda por motivos personales, ingresó a la embajada de Estados Unidos en Eritrea e inmediatamente comenzó a proveer la mejor información de inteligencia que Washington podía haber obtenido sobre la red radical islámica.
Pero la CIA y el FBI no hicieron ningún esfuerzo para aprovechar esto, según Coleman, uno de los funcionarios que atendió a Al-Fadl.
"Nunca recibimos ninguna pregunta para hacerle sobre las Torres Khobar", señaló.
(*Este es el primer artículo de una serie de cinco titulada "Las Torres Khobar investigadas: Cómo un engaño saudita protegió a Osama bin Laden". La serie es respaldada por el Fondo para el Periodismo de Investigación)