El gobierno de China procura controlar lo que hasta hace poco parecía un desenfrenado auge en la construcción de represas hidroeléctricas. Y le advierte a las empresas del ramo que el ambiente no debe caer víctima del estímulo a la economía en tiempos de crisis.
De todos modos, el país continúa participando en numerosas obras hidroeléctricas fuera de fronteras, tanto financiándolas como directamente a través de sus empresas constructoras.
En los últimos meses, y para regocijo de los ambientalistas, Beijing suspendió la construcción de varias represas impulsadas por las autoridades locales en las provincias del sudoeste, región rica en recursos naturales.
"Lo que estamos viendo refleja la decisión del gobierno de equilibrar el desarrollo con la protección del ambiente", dijo Ma Jun, director del Instituto de Asuntos Públicos y Ambientales. "No es una decisión fácil en medio de una crisis económica. Eso deja de relieve el cambio de política y la resolución de Beijing."
La semana pasada, las autoridades ambientales del gobierno nacional suspendió el proceso de aprobación de las centrales hidroeléctricas en el tramo medio del río Yangtzé, luego de descubrir de que dos de las principales compañías energéticas del país habían comenzado a construirlas.
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Antes de ese anuncio, en mayo, Beijing había detenido las obras de una represa en el río Nu, llamado Salween por los países que lo comparten en su curso bajo.
Y el proyecto de la central hidroeléctrica de Liuku, uno de los pocos ríos de la provincia de Yunnan que aún no cuentan con represa alguna, volverá a ser revisado por las autoridades.
Los tres proyectos suspendidos afectarían el área protegida de los Tres Ríos Paralelos de la provincia de Yunnan (el Nu, el Mekong y el Yangtzé), considerada patrimonio mundial por organizaciones internacionales, signada por una enorme biodiversidad y poblada por diversas minorías étnicas.
Pero también se trata de una de las últimas zonas vírgenes de centrales hidroeléctricas de China, y las autoridades locales están resueltas a explotar su riqueza fluvial.
El desarrollo de la producción de energía es, según ellas, esencial para impulsar la economía de una de las regiones más empobrecidas del país.
El anuncio a comienzos de 2000 de planes para construir 13 represas en el río Nu originó un gran revuelo internacional, a tal punto que el primer ministro Wen Jiabao debió suspenderlos en 2004.
Los países donde se ubica el curso inferior del Nu y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) advirtieron que esas obras pondrían en peligro el área de los Tres Ríos Paralelos. Ahora, el proyecto abarca sólo cuatro represas, incluida la de Liuku.
El sistema de ocho generadores en el curso medio del Yangtzé está en etapa de planificación, con una inversión total de 30.000 millones de dólares y una producción prevista de 20 gigawatts, tanto como la controvertida central de Tres Gargantas.
Pero el gobierno decidió bloquear las obras en el Yantzé luego de constatar que las compañías Huadian y Huaneng había iniciado la construcción de represas antes de realizar un estudio de impacto ambiental.
La intención de las autoridades era "proteger el manejo del ambiente" y "castigar la violación de actos ilegales", declaró el Ministerio de Protección Ambiental.
Huadian y Huaneng figuran entre las principales cinco empresas de propiedad pública de China, y fueron creadas luego de anulado el monopolio de la producción de electricidad en 2002.
Huaneng ha sido controlada por la familia del ex primer ministro Li Peng, veterano defensor de las grandes represas y figura clave del proyecto de Tres Gargantas.
Las dos compañías también han tenido una fuerte participación en el desarrollo de los recursos de agua del sudoeste de China.
El paquete de estímulo económico de 585.000 millones de dólares dispuesto por el gobierno para minimizar los efectos de la crisis económica el año pasado permitió a muchas localidades acelerar proyectos de infraestructura. Las provincias de Yunan y Sichuan se lanzaron, en consecuencia, a impulsar represas.
El hidrólogo Liu Shukun calculó que si se construyen todas las centrales hidroeléctricas proyectadas en el sudoeste para los próximos 10 años, su producción quintuplicará la de Tres Gargantas.
"La abundancia de energía es buena, pero la explotación de los recursos de agua a tal escala tiene también enormes efectos negativos, tanto sobre la naturaleza como sobre las comunidades", advirtió.
Los ambientalistas respiran aliviados —por ahora— tras la suspensión del proyecto de Ludila a cargo de Huadian y el de Longkaikou a cargo de Huaneng. Los dos proyectos están aguas debajo de la Garganta del Tigre Saltarín, uno de los cañones más profundos del mundo.
Además, el Ministerio de Protección Ambiental dejó a las empresas sin argumentos cuando vinculó la suspensión de los proyectos con la situación del cañón.
Las compañías solían, en el pasado, construir las represas río abajo para afirmar luego que la inversión sería inútil si no se construían otras en el curso superior.
"La decisión del Ministerio apunta contra la presunción de que todo proyecto de represa será incuestionablemente aprobada", dijo Ma Jun. "En muchos casos, se hacían inversiones enormes aun antes de la aprobación oficial."
Pero ambientalistas temen que las últimas suspensiones alienten a las autoridades locales a planificar nuevas represas sobre el río Mekong, que en su curso inferior pasa por Camboya, Laos, Tailandia, Vietnam y Birmania.
China ya cuenta en esa vía fluvial con ocho centrales, cuyo impacto está bajo revisión de la intergubernamental Comisión del Río Mekong, a cargo del manejo sustentable de su cuenca.
En el pasado, los países integrantes de la Comisión —Tailandia, Camboya, Laos y Vietnam— habían manifestado su oposición a las represas chinas, pero ahora siguen el ejemplo del gigante asiático y consideran construir otras en sus territorios.