Tras sobrevivir a una severa crisis política el año pasado, los ciudadanos libaneses concurrirán a las urnas este domingo para elegir a sus parlamentarios. Varias potencias seguirán con atención el desenlace de la jornada electoral antes de definir sus políticas hacia el nuevo gobierno.
El resultado será especialmente importante porque muchos analistas ven estas elecciones a través de los lentes del enfrentamiento entre las aspiraciones hegemónicas regionales de Estados Unidos e Irán.
Nadie está seguro que mantenga su mayoría la Alianza 14 de Marzo, liderada por Saad Hariri, hijo del ex primer ministro asesinado Rafik Hariri y respaldada por Occidente.
Tampoco que la balanza del poder parlamentario se vaya a volcar hacia el Movimiento 8 de Marzo, apoyado por Irán y liderado por el movimiento chiita Hezbolá y el Movimiento Patriótico Libre, del cristiano maronita Michael Aoun.
Luego que Hezbolá tomó por la fuerza los barrios árabes sunitas de Beirut, hace un año, un acuerdo fortaleció a quienes se oponían a esa organización, confiriéndole a su coalición poder de veto sobre las acciones del gobierno. Ahora el movimiento busca expandir su poder e, incluso, tomar las riendas del gobierno.
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Estados Unidos considera terrorista a Hezbolá, un grupo armado que también funciona como organización social y partido político para buena parte de la población chiita de Líbano.
Al responder a una consulta de la Radio Nacional Pública de Estados Unidos sobre si su país reconocería un triunfo electoral de Hezbolá, el presidente de ese país, Barack Obama, titubeó, dando a entender que estaba esperando ver qué ocurría en los comicios.
"Bueno, miren, sí, en cierto punto Líbano es miembro de la Organización de las Naciones Unidas. Si en cierto punto son electos como jefes de Estado, o en Líbano es electo un jefe de Estado que es miembro de esa organización, entonces eso planteará estos temas. Y eso no ha ocurrido aún", dijo.
Aunque actualmente Estados Unidos apoya a Líbano bajo un gobierno en el que Hezbolá es la oposición, si el movimiento chiita y sus aliados lideraran un cambio de mando podría generar preocupación en Washington, donde están muy arraigados el apoyo a Israel —adversario de Hezbolá— y la antipatía hacia Irán, mecenas de la organización.
Aunque impredecibles, las elecciones mantienen el rasgo típico de la política libanesa: en el proceso hay involucrados varios actores regionales e internacionales.
La lista de países profundamente interesados en estos comicios va más allá de los habituales actores regionales de Medio Oriente, como Arabia Saudita, Egipto, Irán y Siria, y pasa a incluir a potencias como Estados Unidos, Francia y Rusia.
El gobierno de Obama consideró que las elecciones libanesas eran suficientemente importantes como para enviar a su vicepresidente Joe Biden la semana pasada a Beirut. Fue la primera vez en 25 años que una autoridad de ese nivel o mayor de Estados Unidos vista Líbano.
Biden dijo que no había viajado para respaldar a ningún partido libanés en especial, pero luego señaló que su país evaluaría "la forma de (sus) programas de asistencia en base a la composición del nuevo gobierno".
Cuando se cuenta con el apoyo estadounidense, esto casi siempre acarrea consecuencias indeseadas, particularmente en Medio Oriente, dijo Les Campbell, del Instituto Nacional Democrático, en un foro organizado por el Instituto Aspen, con sede en Washington.
En el mismo encuentro, Raghida Dergham, analista de temas de Medio Oriente y corresponsal del periódico Al-Hayat, hizo referencia al involucramiento de actores extranjeros en Líbano, describiendo al país como un laboratorio donde se llevan a cabo luchas por el poder regional entre países como Irán, Siria e Israel.
Además, "si Hezbolá gana, el tejido de la sociedad puede cambiar. El significado del Estado puede cambiar", planteó, aunque insistió en que no estaba pronosticando una victoria del movimiento chiita.
También dijo temer otro conflicto violento con Israel, que en julio-agosto de 2006 libró una guerra de 34 días con Hezbolá.
"Temo que el gobierno de (el primer ministro israelí Benjamín) Netanyahu quiera protegerse de un proceso de paz, y Líbano puede ser la plataforma para hacerlo si Hezbolá gana", sostuvo Dergham.
Estados Unidos no se pronunció oficialmente sobre cómo reaccionará en caso de triunfar Hezbolá, pero algunos expertos realizaron sus pronósticos.
Si el movimiento chiita y sus aliados lideran el próximo gobierno, se producirá un repliegue en la asistencia armamentista que brinda el gobierno de Obama, aunque, podrá continuar el apoyo en materia de entrenamiento militar dijo Mohammad Bazzi, del Consejo de Relaciones Exteriores, durante una conferencia de prensa.
De hecho, cuando el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) ganó las elecciones en Palestina, Occidente lo aisló. Esto incluyó a Estados Unidos, que retiró o desvió unos 400 millones de dólares de asistencia destinada a la Autoridad Nacional Palestina.
Washington viene apoyando a las Fuerzas Armadas libanesas, ampliamente consideradas una institución nacional unificadora, con la intención de impulsarlas. Sin embargo, el ejército no tiene ni el mandato ni la capacidad de cumplir con la resolución 1771 de la ONU, que exige el desarme de todas las milicias del país.
Es improbable que Hezbolá opte por formar un gobierno por su cuenta. Es posible que, en caso de ganar las elecciones, forme una coalición con elementos del Movimiento 14 de Marzo para hacer que sea más aceptable tanto dentro de Líbano como en el exterior.
A pesar de que portavoces de Hariri dijeron públicamente que no integrarán un gobierno liderado por el Movimiento 8 de Marzo, Campbell cree que, independientemente de quien obtenga más escaños en las elecciones, "probablemente habrá un gobierno de unidad".
Campbell ve los alegatos en contrario, planteados por líderes del 14 de Marzo, como un esfuerzo por enfatizar la importancia de la concurrencia a las urnas entre sus electores.
La coalición de Hezbolá ya incluye a Aoun, quien pese a alinearse con esa organización tiene algunos objetivos políticos muy distintos. Esos aliados, cuyo apoyo será necesario para una victoria del 8 de marzo, probablemente moderen la agenda de Hezbolá.
Considerando un probable gobierno de unidad nacional, la cercana relación de Estados Unidos con el presidente libanés y ex general del ejército Michel Suleiman, y el hecho de que liderar el gobierno hará a Hezbolá responsable ante el público, Roula Khalaf, columnista del Financial Times, sostuvo que Estados Unidos debería apoyar a quien sea que surja victorioso de las elecciones del domingo.
"En un momento en que el presidente Barack Obama está (embarcado) en una misión para mejorar la estropeada imagen de Estados Unidos en el mundo musulmán sería un error castigar a los votantes por hacer lo que Estados Unidos considere la opción equivocada", escribió Khalaf.
"En un momento en que Estados Unidos intenta comprometer a Siria e Irán, sin dudas puede hallar una justificación para respetar la opción de los votantes libaneses, aunque discrepe con el resultado de las elecciones", agregó.
En mayo el periódico alemán Der Spiegel publicó un artículo explosivo que aseguró que, según filtraciones de una investigación, Hezbolá estuvo involucrado en el asesinato, en 2005, del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, padre de Saad.
Analistas han debatido la veracidad de ese artículo, observando que su aparición resulta oportuna, justo antes de las elecciones.