El desprestigio del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, respaldado por Occidente, se ha hecho evidente en las calles cercanas a la sede de su precario gobierno en esta ciudad cisjordana.
Varios manifestantes destruyeron en los últimos días cientos de afiches de Abbas que empapelaban las paredes de la calle que conduce a la muy custodiada sede del gobierno, conocida como Muqata, una zona patrullada por soldados fuertemente armados.
La popularidad de Abbas, también conocido como Abú Mazen, cayó en picada tras varias denuncias de corrupción y de connivencia con Israel en el brutal ataque que ese país llevó a cabo en la franja de Gaza entre el 27 de diciembre y el 19 de enero, y que causó la muerte a 1.400 palestinos, la mayoría civiles.
Las fuerzas de seguridad de la ANP, encabezada por el secular y moderado partido Fatah, efectuaron detenciones masivas de opositores políticos, sobre todo de Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) y de la Yihad Islámica, incluso a simpatizantes no vinculados con los brazos armados de esas agrupaciones.
Organizaciones de derechos humanos denuncian el uso generalizado de torturas.
[related_articles]
Las últimas encuestas reflejan el descrédito histórico en que ha caído la ANP.
En cambio, Hamás se ve fortalecido por haber soportado la ofensiva y haberse atenido a su principio de resistencia contra la ocupación israelí.
Sin embargo, muchos palestinos se hartaron de ambos partidos rivales cuando fracasaron las negociaciones de la semana pasada en El Cairo para que alcanzaran un acuerdo. Uno de los principales problemas es la insistencia de Abbas en mantener al primer ministro Salam Fayyad, pese a que presentó su renuncia en marzo en un intento de facilitar la reconciliación.
Hamás quiere que Fayyad, a quien considera un títere de Estados Unidos, quede fuera de cualquier futuro gobierno. Eso incluye el gabinete provisorio que Abbas pretende anunciar este miércoles.
Ese gobierno interino renunciaría en cuanto se formara uno de unidad. Pero no hay muchas esperanzas de que los dos partidos palestinos logren un acuerdo en las conversaciones que se llevarán a cabo este sábado y domingo. En un encuentro anterior, Fatah y Hamás acordaron la celebración de elecciones generales a principios del año que viene.
Estas diferencias podrían sabotear la posibilidad de un cambio decisivo entre las relaciones de Palestina con el nuevo gobierno estadounidense.
Hasta hace muy poco, Estados Unidos se negaba a prestar asistencia y mantener conversaciones con un gobierno palestino integrado por miembros de Hamás, considerada una organización terrorista por Washington.
Pero el presidente estadounidense Barack Obama pidió al Congreso legislativo que reformara la ley sobre organizaciones terroristas para poder brindar asistencia a los palestinos, si conseguían confirmar un gobierno de unidad con Hamás.
La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, alegó que es mejor cambiar la actitud de Hamás que trabar toda posibilidad de negociación si llega a participar en un gobierno palestino de unidad.
Israel puede estar satisfecho con la falta de acuerdo entre los palestinos, pero su relación con la ANP también flaquea.
El nuevo gobierno derechista del primer ministro Benjamín Netanyahu llevó al límite al siempre conciliador Abbas al exigir que los palestinos reconozcan a Israel como Estado judío antes de iniciar conversaciones de paz.
La ANP ya reconoció a Israel y su derecho a existir, pero se niega a mencionar el carácter del Estado, pues podría poner en peligro el regreso de los refugiados palestinos.
"No lo acepto", señaló Abbas. "No me corresponde describir al Estado. Llámenlo república socialista hebrea, no es mi problema".
La ANP alega que si bien Israel reconoció a la Organización para la Liberación Palestina como autoridad legítima de los palestinos, nunca reconoció su derecho a tener su propio Estado.
Las tensiones subyacentes entre israelíes y palestinos y entre los propios palestinos quedaron en evidencia el lunes con la llegada del papa Benedicto XVI a Tierra Santa.
Un representante del papa abandonó una reunión interreligiosa cuando el presidente del tribunal palestino de la shariá (ley islámica), jeque Taysir Al-Tamimi, sostuvo que el Papa había pasado por alto los "crímenes del Estado judío".
Mientras, extremistas judíos criticaron al Papa por su tibio pedido de disculpas por la presunta connivencia del Vaticano con el exterminio nazi en la conferencia que brindó en el Memorial del Holocausto en Jerusalén (Yad Vashem).
Hamás, por su parte, consideró que la visita de Benedicto XVI a la región era una maniobra de relaciones públicas para mejorar la imagen negativa de Israel en el mundo.