Israel está por aprobar un radical proyecto de ley que amenaza con sancionar la discriminación contra la minoría árabe.
El texto, aprobado esta semana por el Comité Ministerial de Legislación, considera ilegal presentar al 15 de mayo de 1948, cuando se creó el Estado de Israel, como un día de luto. De esta manera, se ilegalizaría a los ciudadanos árabes israelíes, que recuerdan esa fecha, al igual que los palestinos, como la "Nakba" o "Gran catástrofe".
Aunque el proyecto todavía tiene que recorrer un largo camino para convertirse en ley, ya despertó preocupación entre los israelíes judíos liberales y en toda la comunidad árabe, que representa 20 por ciento de la población del país.
Junto a los palestinos en Cisjordania, Gaza y el resto del mundo, algunos árabes israelíes recuerdan cada año la Nakba como día de luto. Los israelíes judíos celebran su Día de Independencia en la misma época del año, aunque de acuerdo con el calendario hebreo.
De aprobarse la ley, las personas que conmemoren la Nakba podrían ser detenidas y condenadas a hasta tres años de prisión.
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El proyecto fue presentado por el partido ultraortodoxo Yisrael Beteinu (Israel nuestro hogar), considerado racista por algunos y que obtuvo el tercer lugar en las últimas elecciones generales usando como lema de campaña la frase: "Sin lealtad no hay ciudadanía".
Este proyecto es visto como la primera traducción de ese lema en un verdadero examen de lealtad a la población. Se exigiría a los árabes que juren fidelidad a Israel y lo reconozcan como un Estado "judío, sionista y democrático" si quieren ser aceptados como ciudadanos.
Es también visto como la primera expresión tangible de un sentimiento popular inclinado a limitar la libertad de expresión de árabes israelíes y judíos liberales que los apoyan.
La Asociación para el Avance de la Sociedad Civil en Israel alertó que el proyecto va en contra de los valores sobre los cuales se construyó el Estado. "Destruye los esfuerzos para lograr la reconciliación entre judíos y árabes", sostuvo la organización no gubernamental.
Por su parte, el novelista judío Sami Michael, presidente de la Asociación para los Derechos Civiles en Israel, sostuvo que el proyecto es "una señal de una democracia que está perdiendo su postura".
"Celebrar la Nakba de ninguna manera amenaza la seguridad del Estado de Israel. Es un derecho humano legítimo y fundamental de cualquier persona o grupo expresar su pesar frente a un desastre que ha sufrido", indicó.
Una queja contra el proyecto de ley ha sido firma por unos 2.000 intelectuales. Uno de los firmantes, el historiador Steven E. Aschheim, de la Universidad Hebrea, dijo a IPS: "Es absurdo, una locura, legislar contra la memoria histórica de cualquier pueblo. Esto es privarle a una parte de la población un derecho básico."
Otro académico que prefirió no ser identificado, señaló: "Prohibir la expresión de dolor es equivalente a prohibir un acontecimiento histórico. Es como legislar contra el derecho de los indígenas estadounidenses o australianos a recordar su dolor histórico".
Además de los activistas y académicos, la oposición al proyecto viene principalmente de los partidos árabes.
Sin embargo, la mayoría de los judíos parecen no estar particularmente en contra. En un programa con participación telefónica de la audiencia en Radio Israel, una mujer repitió la argumentación predominante: "En 1947 hubo un plan de partición de Palestina. Nosotros los judíos lo aceptamos, los árabes no. Lanzaron una guerra y la perdieron, y fue creado nuestro Estado. Los que se quedan tienen que aceptar eso".
En los años 90, cuando palestinos e israelíes se acercaron al proceso de paz, esta argumentación fue cuestionada, incluso por prominentes historiadores judíos. Pero volvió con plena fuerza en 2000 ante la segunda Intifada (levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí), y aun más ante las críticas a la reciente ofensiva israelí en Gaza.
Un legislador árabe, Jamal Zalhalqa, del Partido Balad, señaló: "No hay precedente internacional para una legislación contra el luto", y calificó la ley propuesta de "una intervención israelí que revela una bancarrota moral".
Lo que perturba a muchos árabes israelíes es el efecto negativo que podría tener la ley para promover un mejor entendimiento y la coexistencia en el país.
"Siempre creímos que podíamos conservar nuestra propia narrativa histórica palestina y expresar nuestro dolor histórico sin que se sospeche nuestra lealtad al Estado", afirmó el activista árabe Ghazal Abu-Raya, que trabaja por la coexistencia en la septentrional región de Galilea.
"Ahora nos presionan para que elijamos. Esto viola un derecho básico universal: el derecho a la identidad", añadió.
Un proyecto de ley idéntico había sido presentado ante la Knesset (parlamento unicameral) en las últimas tres legislaturas. Aunque la actual propuesta tiene aún mucho camino por recorrer, el contexto es favorable, gracias al gobierno derechista de Benjamín Netanyahu.
Se espera que el proyecto sea debatido por el gobierno a pleno este domingo y, de ser aprobado, sea enviado de inmediato a la Knesset.
En su Declaración de Independencia de 1948, considerada tácitamente la Constitución provisional, ya que el Estado israelí aún no tiene carta magna aprobada, compromete al país a "asegurar la completa igualdad de derechos sociales y políticos para todos los habitantes, sin importar religión, raza o sexo" y "garantizar la libertad de religión, conciencia, lenguaje, educación y cultura".